Por Andrea Bravo Ramos.
Fotografía: Foto gentileza Mu La Vaca.

María Galindo.

“Así me presento yo: Gorda, lesbiana, boliviana y terca: ¡GLBT y feminista!”, fue el comienzo de la exposición de María Galindo, donde presentó la reedición de su libro¡ A despatriarcar!

Cofundadora del colectivo “Mujeres Creando”, con su enérgica personalidad y vestida con saco de cholita y botas caporal, expuso lo que considera “algunas taras” del feminismo actual y presentó sus propuestas para combatir el presente neoliberal de corte fascista, como ella lo denomina.

“Hablo desde afuera de la academia. Porque me vomitaron, porque me humillaron, pero no me traumaron. Quiero dejar claro que se puede construir pensamiento propio. Pensamiento crítico y teórico, desde fuera de la academia”, subrayó.

La primera actitud a tomar, según Galindo, es repensar qué es el feminismo, de dónde viene y a dónde va. “A las más jóvenes les pido, por favor, que no se crean el cuento de las olas. Son pamplonas”, expresó. Reivindicó la idea de que son muchos los feminismos y piensa que solamente podemos hablar de un feminismo planetario si hacemos una ruptura con el feminismo eurocéntrico occidental.

“¿Qué hacemos sin las sufragistas?”, se preguntó en la entrevista y respondió al grito: “¡Pensar compañeras! Eso hacemos sin las sufragistas”. Galindo revalorizó la acción performática de las criadas frente al Senado, por su profundidad para transgredir la historia, el peso de su memoria y a la vez la continuidad de la lucha por la maternidad deseada. “No somos las hijas menores de Simone de Beauvoir y es urgente que lo reconozcas”, sentenció.

Queremos todo el paraíso

Hace dos semanas, un día antes de su presencia en Mu, el espacio boutique en el que se presentó su libro, Galindo intervino en la puerta del Teatro Alvear, para la inauguración de la sala Walsh, con un grafiti que expresaba: “Queremos todo el paraíso”. Para ella es fundamental buscar las utopías: “Tenemos insaciabilidad: no queremos derechos, no necesitamos derechos, necesitamos utopías, porque la utopía nos jala y nos tira.”

La activista boliviana refiere al feminismo como un movimiento sísmico, que debe luchar por los significados y pelear en el plano simbólico. “Nos llegan millones de mujeres jóvenes que dicen:´Soy artista quiero aprender de ustedes´. Pregunta uno: ¿Has ido a la cárcel de mujeres de tu país? Respuesta: No. Pregunta dos: ¿A qué te dedicas? Voy a la Facultad de Artes. Bueno, es decir, todas labores, en las cuales nunca haz agarrado en tus manos un significado”.

Ejemplificó con la experiencia de Mujeres Creando, el movimiento boliviano que comenzó a tratar el tema del patriarcado y se dedicó a difundir la problemática de género en Bolivia desde los años 90.

En la muestra La intimidad es política, montada en el MET de Quito, compartieron espacio con las Guerrilla Girls, que reflexionaban sobre la cantidad de mujeres que hay en el Museo de Arte de New York. Galindo apeló a las oyentes, las miró a los ojos con intensidad: “¡Qué te importa a ti que nunca vas a estar en Nueva York, ni siquiera sabes inglés! Ellas hablan de las condiciones de las artistas en Europa y dicen: ‘Qué mal’. Mientras tanto nosotras decimos: ‘Ni eso tenemos’. Entonces, ¿cómo te colocas?”.

En cambio, el colectivo boliviano realizó un altar blasfemo de quince metros de alto con el papa masturbándose. “¿Qué es lo importante?”, reflexiona. “Estábamos dialogando con la sociedad y habíamos demostrado que mientras las Guerrilla Girls te mandan el afichito porque obviamente no van a ir, nosotras queremos todo el paraíso.”

Se está disputando el sentido que tiene el encuentro de mujeres este año en La Plata, la necesidad de visibilizar los distintos pueblos originarios. Por eso la pregunta de ANCCOM fue sobre cómo llegamos al consenso, ¿Cómo buscamos la raíz desde nuestro territorio, sin devorarnos entre nosotras?

Galindo respondió con un grafiti que dice, ‘No soy originaria, soy original’ y la experiencia del primer capítulo del libro que trabaja con el primer diccionario de la lengua aymara donde hay siete términos para decir mujer y ocho términos para decir hombre. “Donde no hay un binarismo de género, ni heterosexualidad obligatoria.”