Por Tomás Nielsen Obieta

Los niños de Llullaillaco -que hoy se encuentran a disposición del Museo de Arqueología de Alta Montaña en la provincia de Salta- fueron hallados a una altura de 6.739 metros.

¿Se puede poner en riesgo la vida con el fin de escalar una montaña y descubrir la cultura Inca? Ese parece ser el objetivo de Christian Vitry. El trayecto recorrido por este arqueólogo junto a colegas argentinos, peruanos y estadounidenses, quienes en 1999 hallaron tres niños momificados en las alturas del volcán Llullaillaco -en la frontera con la región de Antofagasta- se retrata en el film de Fernando Krapp El Volcán Adorado. “La idea original fue plantear la relación de un hombre con una montaña sagrada para la comunidad Koya. Y cómo puede ser capaz hasta de sacrificar su vida por subir a esas alturas”, explica Krapp sobre el origen del documental rodado en 2015, que finalmente se podrá ver a partir de hoy y hasta el 21 de marzo en el Cine Gaumont.

El largometraje, que cuenta con fotografía de Juan Ignacio Zevallos, no se detiene solo en la particularidad del trabajo de arqueología de alta montaña y el hallazgo histórico que significaron las momias de Llullaillaco para la comunidad antropológica, sino que también penetra en las profundidades del norte argentino y muestra sus colores y atractivos naturales. “Fue un poco inconsciente todo, aunque fue algo tan simple como planear un viaje”, responde Krapp con respecto al escenario en el que se desarrolla la filmación. “Hice una locura total. Viaje con mi fotógrafo para conocer dónde nos metíamos. Alquilamos un auto muy chiquito e hicimos 600 kilómetros por un camino de ripio.”

Fernando Krapp es el director del film «El Volcán Adorado».

El equipo de trabajo de El Volcán Adorado arribó a Tolar Grande para encontrarse con Vitry y comenzar el rodaje de las condiciones en las cuales se encontraron los “Niños del Volcán”. “Casi nos perdemos, casi desbarrancamos, pero llegamos. El desafío fue adaptarse a lo que te da el lugar a nivel técnica”, explica el cineasta.

El apunamiento, o “mal de montaña” se caracteriza por un malestar físico por no adaptarse a la baja presión de oxígeno en grandes alturas Esto incluye, mareos, náuseas y vómitos, dolores de cabeza. Además, los síntomas se encuentran en relación directa con la velocidad y la altitud. Es decir, a mayor altura, menor presión de aire. Y a mayor rapidez de subida, es más probable que empeoren las condiciones. La Unión Internacional de Alpinismo y Escalada estipula que a partir de los 2.400 metros es cuando resulta normal que se empiecen a sentir estos síntomas.  

Los niños de Llullaillaco -que hoy se encuentran a disposición del Museo de Arqueología de Alta Montaña en la provincia de Salta- fueron hallados a una altura de 6.739 metros. “Nunca habíamos estado a más de 5.000. Juan (Zevallos) se apunó. Te levantas a la mañana y tenés tus bidones de agua completamente congelados. El montañismo es una experiencia muy compleja”, describe Fernando.

El Volcán Adorado se conforma como un largometraje en esencia etnográfico. Esto significó un trabajo de campo propio de la disciplina y un contacto con los residentes de Tolar Grande: “Son cerrados. No queríamos quebrar esa distancia, nos parecía invasivo. En mi opinión, una película de la comunidad Koya tiene que ser hecha por ellos mismos y no por alguien de afuera. Eso también fue un desafío”, confiesa Krapp. “Quisimos quedarnos con el punto de vista de Christian (Vitry). Yo no iba a mentir ni ponerme la bandera de nadie”. En esta misma línea fue pensada la música de la película. La banda de sonido está a cargo de Martin Minervini. Para no establecer una lógica regionalista, perpetuó melodías hechas en otros instrumentos que no fueran sikus o quenas, en función de no alterar la idea principal del film y preservar inalterada una cultura que no les es propia.   

En sintonía, la obra de Krapp establece una discusión con respecto al turismo. Llullaillaco es un lugar sagrado para la comunidad Koya, pero a la vez las momias halladas allí, son exhibidas en el Museo de Arqueología de Alta Montaña. Con respecto a esto Krapp da su parecer: “El turismo en este sentido es una depredación cultural. Pero a la misma vez es una fuente de recursos para la provincia”. El cineasta siente que se plantea una contradicción: “Por un lado quieren que las devuelvan a la montaña, pero al mismo tiempo las momias han permitido que la industria del turismo crezca y genere ingresos. Además esto permitió que se organicen como comunidad. Antes del descubrimiento estaba todo más desperdigado y con el hallazgo pudieron aunarse y elevar el reclamo de la devolución de los niños a la montaña”. Es decir, de no ser por el descubrimiento de las momias, no hubiese sido posible la organización ni tampoco el reclamo de retorno al Llullaillaco. “Es por esto que no quise tomar partido. Son debates muy filosos y que se extienden por todo el territorio andino”, concluye Krapp.

De todas maneras, el proteccionismo sobre las momias existe. María Constanza Ceruti fue quien solicitó la creación y el traslado de los niños a un museo con cuidados específicos, junto con la preservación y cuidado de la Red Inca de Transporte, de igual nombre que la expedición, que cuenta con más de 60.000 kilómetros.

El cineasta nacido en 1983 en Adrogué, logró estrenar su film en el espacio INCAA Cine Gaumont el pasado 16 de enero y formó parte del Festival de cine de Mar Del Plata del año 2017. Lamentablemente los días martes y miércoles 22 y 23 el Gaumont sufrió un desperfecto eléctrico y no contó con suministro de luz, lo que hizo que El Volcán Adorado deba esperar otro mes para ser exhibida. Finalmente se podrá ver a partir del jueves 14 de febrero y hasta el 21 de marzo, todos los jueves, viernes, sábados y domingos a las 14 horas en el Cine Gaumont.