Por Carolina Aguirre Hayes
Fotografía: Fotos archivo Rocío García

Inundación en Luján, Provincia de Buenos Aires. Sábado 15 de agosto 2015.

A partir del 8 de enero en el Chaco llovió en un par de semanas lo que debería llover en un año. El fenómeno climático provocó inundaciones no sólo en localidades del interior provincial sino también en el conurbano de Resistencia. Una vez producido el desastre, organizaciones vecinales y religiosas trataron de proveer asistencia a los afectados, pero además distintas ONG denunciaron el desmonte en la región como uno de los principales factores del desborde de las aguas que afectaron a más de 7500 personas. ANCCOM recorrió las zonas afectadas y dialogó con vecinos,  especialistas y con el escritor chaqueño Mempo Giardinelli.

Liliana Rosa Pared, del Barrio Los Pinos, cuenta: “Nosotros tuvimos 30 centímetros de agua en la casa. Es una amargura ver todo revuelto y que tu sacrificio sea llevado a la destrucción, hasta las paredes se comenzaron a caer”.

Las experiencias se repiten en miles de hogares con agua hasta las rodillas en el interior de las casas, con agua hasta la cintura en las calles. Así lo describe Sonia Fernández, del Barrio San Pablo: “Nunca hicieron el zanjeo, entre tres y cuatro días sin que el agua salga de casa porque no bajaba en la calle;  mi marido es albañil y estuvo dos semanas sin trabajar.”

Teresa Lucía Gómez, del Barrio Carpincho Macho sostiene: “No se podía salir si te pasaba algo porque el agua llegaba a la mitad de la puerta del auto. Los políticos dejaban la mercadería en la ruta porque no querían mojarse y hasta ahí tenías diez cuadras. Esa asistencia no resuelve nada, pero era necesaria porque la gente que vive al día no tenía para comer y no podía salir a trabajar, por eso fuimos a cortar la ruta y a pedir a los políticos que entren”.

Las capillas y parroquias repartieron donaciones y cocinaron guisos, panes, tortas fritas y mate cocido y los acercaron a los vecinos. Hubo mucho trabajo durante la tormenta pero también después, como explica Sofía Vispo Meloni coordinadora de la sede Resistencia de la “Fundación Sí”: “Una vez que la lluvia cesa la asistencia continúa sobre todo con repelentes y artículos de limpieza”. Porque otras consecuencias de las inundaciones, una vez terminadas, son la falta de recolección de residuos y la multiplicación de mosquitos, sanguijuelas y víboras, que convierten los barrios en focos de infección y otras enfermedades.

Muchas voces se levantaron adjudicando la responsabilidad de las inundaciones a los desmontes indiscriminados que se llevan a cabo, no solo en el Chaco sino también en otras provincias vecinas. Esas talas fomentan el cambio climático, produciendo ciclos con fenómenos tan extremos como sequías e inundaciones que asedian alternativamente la zona.

El escritor y periodista chaqueño Mempo Giardinelli, dice vía mail a ANCCOM: “Las responsabilidades son de dos tipos, y ambas confluentes: por un lado el gran responsable fáctico, en su irracional manejo de la tierra, es el latifundio, que sigue siendo negado; y que desde hace décadas tala bosques brutalmente con tal de expandir las fronteras productivas en forma irracional, descontrolada e irresponsable.”  Por otra parte, el escritor agrega: “La desidia e incompetencia caracterizó a la mayoría de los gobiernos de los últimos 50 años, y todos –algunos más y algunos menos– y posiblemente por ignorancia pero seguramente por corrupción en los organismos de bosques y por la voracidad de los lobbies empresariales agropecuarios, han dejado y muchos siguen dejando hacer a las oligarquías terratenientes, sean familias o como ahora grandes empresas. Y ese descontrol gubernamental generalizado es ahora peor que nunca antes, gracias a que el gobierno nacional ahora es lisa y llanamente cómplice y actor de los desmontes. Nunca hemos visto algo igual.”

En tanto, el abogado Rolando Núñez, coordinador del Centro de Estudios Nelson Mandela explica: “La provincia del Chaco nació con una matriz forestal desde comienzos del siglo veinte y a lo largo de la historia esto se ha acentuado. No se respetan los tiempos que conlleva la recuperación de los bosques nativos por eso está cada vez más diezmado. Los suelos del Chaco son muy heterogéneos, y pocos son aptos para la agricultura. Los suelos de clase 4 por ejemplo, se tienen que explotar con mucha rotación y mucho descanso, no son aptos para la agricultura intensiva o industrial ya que son muy frágiles pero aun así son utilizados con este fin.” A través de permisos que no respetan la Ley de Bosques,  los sucesivos gobiernos han otorgado miles de hectáreas a grandes empresarios y han dado permisos ilegales cambiando el uso de suelo.

El gobernador Domingo Peppo publicó en sus redes la firma del Decreto 298/19 el lunes 28 de enero, que derogó disposiciones que permitían el uso de suelos en categoría amarilla y suspendió el reordenamiento territorial. Al respecto dice Núñez: “El decreto no tiene estado jurídico aún, fue presentado como una buena noticia pero en realidad respondió a presiones que hacíamos desde acá y al escrache realizado por Greenpeace. También dice que van a poner en categoría amarilla a campos y chacras pero en realidad ya existían resoluciones que obligaban a lo mismo. Por otro lado, el decreto suspende el otorgamiento de permisos pero no dice que van a suspender los desmontes”. Finalmente el abogado señala: “Las máquinas están paradas porque el piso está blando pero en cuanto se seque, van a volver.”

Según los datos publicados por Greenpeace, Chaco es la provincia donde más bosques se destruyeron durante los últimos tres años. Más de la mitad de la deforestación se realizó en zonas protegidas por la Ley de Bosques: 54.327 de las 103.908 hectáreas desmontadas. Así es destruida la esponja natural y el mecanismo regulatorio que tiene la naturaleza para absorber el agua,  lo que provoca los desbordes vividos recientemente y que se seguirán repitiendo si no se detiene el avance del desmonte y si no se repara el daño realizado a través de la reforestación de los bosques nativos. ¿El futuro? Una incógnita.