Por Azul Tejada, Valentina Bellomo
Fotografía: Valentina Bellomo y Azul Tejada

Milagro Sala, dirigente de la organización social Tupac Amaru, detenida por un Poder Judicial amañado desde el 16 de enero de 2016.

Una casa rodeada por alambres de púa y cámaras de seguridad. Cercada por gendarmes que realizan un despliegue majestuoso con carpas, un trailer y un perro detector de drogas, para vigilar a la líder social que intentó romper el clasismo jujeño y “hacer creer” al que menos tiene que podía vivir con dignidad. Desde esa casa -mal llamada “prisión domiciliaria” porque no es su hogar- Milagro Sala sufre el hostigamiento del actual gobernador de la provincia, Gerardo Morales.

“En dos años y siete meses han destruido la provincia. Y las pocas obras que hay son las que están terminando del anterior Gobierno, porque Morales no hace obras. No hace nada. Él cree que va a conformar a la gente  con un plan trabajar y un bolsón de mercaderías. Pero el desocupado no quiere un bolsón de mercaderías, quiere un sueldo digno, quiere trabajar”, expresó en diálogo con ANCCOM la dirigente de la organización social Tupac Amaru, detenida por un Poder Judicial amañado desde el 16 de enero de 2016.

Por las irregularidades jurídicas de su detención, distintos organismos internacionales de derechos humanos -como el Grupo de Trabajo sobre Detenciones Arbitrarias de Naciones Unidas, la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y la Corte Interamericana de Derechos Humanos– se han pronunciado para denunciar la arbitrariedad del caso y exigir al Estado que tome las medidas legales correspondientes. También la Corte Suprema de la Nación se pronunció sobre el tema, exigiendo a los jueces jujeños que actúen de acuerdo a lo solicitado por los organismos internacionales. Sin embargo, hasta el momento, la justicia provincial solo ha respondido con un movimiento pendular ordenando constantes traslados desde el penal a la prisión domiciliaria y desde la domiciliaria al penal, llevando al límite, la integridad física y psíquica de Milagro Sala.

¿Qué construyó la organización Tupac Amaru  y en qué se diferenció de la política habitacional tradicional?

 Las empresas de construcción solo hacen viviendas, todas encimadas. No hay un polideportivo, no hay una escuela, no hay centros de salud, no hay fábricas. A diferencia de eso, nosotros teníamos la escuela primaria, secundaria y terciaria. Teníamos la fábrica metalúrgica, la fábrica de bloques, la textil. Y para esas fábricas, no nos dieron plata, solo nos dieron las maquinarias. Nosotros le encontramos la vuelta para poder construir. Lo mismo con el CEMIR, el centro de salud para los niños discapacitados. Y todo eso lo hicimos porque queríamos un barrio urbanizado, un barrio que sea el sueño de cualquier argentino, donde vos abras la puerta y puedas tener tu puesto de trabajo, las escuelas para tus hijos, el polideportivo. Que no tengas que viajar una hora para poder darte un chapuzón en la época de verano. No, vos ahí nomás tenías todo. La urbanización real.

 No solo se trataba de construir viviendas, sino también de construir un nuevo modo de pensarse en la sociedad…

 Claro, en Jujuy, por ejemplo, los compañeros de las villas no podían entrar al centro. Estaban en el centro únicamente los que tenían plata y así se generó esa historia de “los ricos son los que pueden y nosotros no”. Entonces comenzamos a decirle a nuestros compañeros que existían dos clases de ricos: los ricos que trabajaron toda una vida y se han enriquecido, y los ricos que hicieron muchísima plata robando al pueblo con distintas políticas nefastas. Y cuando digo políticas nefastas me refiero a las políticas de hambrear, de robar, de querer únicamente gobernar para enriquecerse ellos y su familia, y ser eternos en el poder. Nosotros comenzamos a demostrar que el que menos tiene, si trabaja, estudia y es alguien en la vida, puede también tener una camioneta 4×4, puede también tener una casa de dos plantas, puede también tener una tarjeta para comprarle a su hijo las zapatillas que quiera, puede irse de vacaciones. Les demostramos que no importaba el color de piel. Así fuimos desarrollando nuestra concepción de autoestima, que para nosotros es muy importante. Los compañeros comenzaron a ver que lo que nosotros les decíamos era así, que aquel que se dedicaba a trabajar y a estudiar podía ser alguien en la vida. Les explicamos que cualquiera de ellos mañana podía ser un profesional y gobernar nuestro país. Eso para nosotros era muy importante, que nuestros compañeros se preparen y tengan la posibilidad de ser alguien en la vida. Y creo que son todas esas cosas las que no me perdonan.

«Los compañeros comenzaron a ver que lo que nosotros les decíamos era así, que aquel que se dedicaba a trabajar y a estudiar podía ser alguien en la vida», relata Milagro Sala.

 ¿En qué estado están las obras actualmente?

Por orden de Gerardo Morales, de los jueces y de los fiscales nos están sacando todo. Nos quitaron los polideportivos, por ejemplo, y ellos ni siquiera los hacen funcionar. Si no los usan, que dejen a los compañeros que los usen y los cuiden. No nos dejan hacer nada. Donde hay un compañero de la Tupac, lo corren. En dos años y siete meses han destruido la provincia. Y las pocas obras que hay son las que están terminando del anterior gobierno, porque Morales no hace obras. No hace nada. Él cree que va a conformar a la gente  con un plan trabajar y un bolsón de mercadería. Pero el desocupado no quiere un bolsón de mercaderías, quiere un sueldo digno, quiere trabajar.

 ¿Cómo vive esa destrucción desde el encierro?

Tengo bronca, indignación. Porque eso no era para la Milagro Sala. Ya está, ya me tienen presa, ya me han dañado, pero que no dañen al ciudadano común que vive en el barrio. El otro día escuchaba a uno de los testigos que decía: “Milagro Sala no nos dejaba que vayamos a pagar la cuota de la vivienda”. Mentira, porque los compañeros en cuanto tenían el certificado que demostraba que la vivienda era de ellos, iban a hacer los trámites directamente a Vivienda y ahí pagaban un monto de 55 pesos, porque era una vivienda social. Son mentiras de ellos, que están queriendo justificar por qué me tienen presa. No me gusta mandar en cana a los compañeros, pero si es por cuestión de choreo, acá en Jujuy pasaron muchísimas empresas de construcción que, por ejemplo, tenían que construir 200 viviendas y sólo construían 20. Ellos no están en cana, y los amigos de ellos tampoco están en cana. Las organizaciones sociales que hoy están con Gerardo Morales ahora se sientan en el juzgado y dicen “Milagro Sala me quitó la construcción”. Mentira, ¿por qué no dicen la verdad? Que no han construido, que se han chupado la plata y ahora por no ir en cana se lavan las manos y dicen “Milagro Sala, todo”. Siguen al lado de Gerardo Morales, siguen robando.

¿Hay compañeros que dejaron la organización desde que asumió el gobierno de Gerardo Morales?

 Sí, porque muchos tienen miedo; porque compañero que se acerca lo judicializan. Compañero que se acerca, lo meten preso.

¿Cuáles fueron las promesas del Gobernador a aquellos cooperativistas que se fueron del acampe en 2015?

 Gerardo Morales les prometió 8.300 pesos mensuales, pero no le cumplió a nadie. Salió en todos los medios: al cooperativista que se vaya de al lado de Milagro Sala le iba a pagar un sueldo de 8.300 pesos. Hasta el día de hoy, no les pagó nada. No les pagó un mango. Ni siquiera les dio plata para construir. Les está tirando un plan nacional de 3.000, 4.000 pesos. ¿Quién vive con 3.000, 4.000 pesos? Que vivan los hijos de Morales, o Morales mismo con 3.000, 4.000 pesos. El otro día, infamemente le decía a la gente que él está muy preocupado por la situación de la provincia y que iba a ver si implementaba bolsones de mercaderías. Pero como dije antes, la gente no quiere bolsones de mercadería, la gente quiere puestos de trabajo, la gente quiere trabajar. Porque, como les enseñamos con la materia autoestima, no queremos que nunca más nos vengan a decir: “Estos negros no quieren trabajar”. Cuando teníamos planes y trabajábamos en la copa de leche, nos decían que éramos unos negros vagos. Cuando los compañeros comenzaron a trabajar en la construcción, decían que los explotábamos. Al final, parecen la “gata Flora”: no les gusta ni esto, ni lo otro, no saben con qué quedarse.

«En dos años y siete meses han destruido la provincia. Y las pocas obras que hay son las que están terminando del anterior gobierno, porque Morales no hace obras. No hace nada», declaró Milagro.

¿Con qué argumentos el juez Pablo Pullen Llermanos ordenó su traslado a la cárcel de Güemes, en Salta, el 7 de agosto pasado?

 Supuestamente, Pullen LLermanos me llevó a la cárcel de Güemes porque estaba preocupado por mi salud. Ahí empecé una huelga de hambre. Cuando salió la resolución de la Corte Suprema indicando que el traslado era ilegal y que tenían que cumplir con la resolución de la Corte Interamericana de Derechos Humanos de llevarme a mi domicilio habitual, que es en Cuyaya, me volvieron a traer acá. Ahí ya incumplieron. Pullen Llermanos dijo que no le daba la inteligencia para entender lo que planteaba la Corte. Entonces que se vaya, él está ahí por Gerardo Morales. Además, dice que está tan preocupado por mi salud, y no me puso un médico o un nutricionista. Diez días de huelga de hambre y no se calentó. Encima, antes que yo llegue, hizo un allanamiento acá, le sacó todos los medicamentos a mi marido y me sacó todos los medicamentos a mí, que tengo un problema de colon irritable. Estuve todos esos días sin medicamentos. Y como mi problema se agudizó, fui a parar al hospital.

 ¿Por qué no le permiten internarse en la institución que quiere y ser atendida por su equipo médico de confianza?

Pullen Llermanos es la persona que me dice “no” a todo. Cuando mis familiares le dijeron a él y a la fiscalía que se iban a hacer cargo de mí para poder pagar una clínica, él dijo que no, que él estaba viendo por mi salud. Eso no es ver por mi salud. Yo tengo derecho a elegir, por ley tengo derecho como imputada a elegir con quién me quiero atender y dónde me quiero atender. En una de las primeras internaciones, pasó algo impresionante. Un médico, de apellido Facio, me puso en la camilla y me entró a revisar con el ecógrafo. Me dijo que no tenía nada. “¿Cómo que no tengo nada? Me duele mucho la panza”, le dije lagrimeando de dolor. “Lo que pasa es que yo no sé manejar el ecógrafo”, me contestó. “Entonces no me podés decir que no tengo nada”, le respondí. Me llevaron a hacer una tomografía y después me hicieron de nuevo una ecografía, Facio y otro médico más. Hablaban entre ellos: “Mirá, tiene esta mancha y esta otra mancha, esto es materia fecal. Esto es operable y esto no es operable”. Entonces le dije: “Si eso es operable, operame. Yo me quiero curar, no quiero estar enferma, no quiero que me siga doliendo el estómago como me está doliendo”.  Entonces vino otro médico, le quitó el aparato y dijo que no tenía nada, que la máquina estaba desconfigurada, que me dieran el alta. En la última internación me hicieron el estudio de nuevo, y vino el médico y ordenó que se saquen algunas hojas de la carpeta donde está mi historia clínica. Las hicieron desaparecer.

¿Por qué las juezas de la causa Pibes Villeros -María Alejandra Tolaba, Carolina Pérez Rojas y Cecilia Sadir- decidieron suspenderla y no dejarla participar de las audiencias?

El jueves me dijeron que me iban a dar el alta. Entonces le avisé a mi familia: “Me dan de alta, yo me quedo únicamente con el pijama y seguramente me lleven a la casa desde el vehículo del servicio penitenciario. Llévense las cosas porque me voy a la casa y después me llevan al juzgado”. Pero a las 11 de la mañana vino el secretario y me dijo que por orden del juez Pullen Llermanos me iba a retirar recién a la una de la tarde del hospital y que me iban a llevar directamente al juzgado, cuando la audiencia era a las tres de la tarde. Les dije que como eran las 11 tenía tiempo suficiente para ir a la casa Del Carmen, pegarme un baño y cambiarme. Es más, les dije que si creían que iba a hacer algo malo, los hacía pasar a la casa y mientras tomaban un mate cebado o un café, yo me iba a bañar. Y también le dije a la de seguridad del servicio penitenciario que, si quería, se podía meter conmigo en el baño para cuidar que no haga nada. Yo simplemente me quería cambiar. Cuando les conté que no tenía ropa interior no me creían, entonces les dije: “Disculpen, yo estoy con pijama y cuando duermo, para estar más cómoda, me saco la bombacha y el corpiño”. Les hago ver que no tengo bombacha ni corpiño. Y resulta que ellos han visto eso como ofensivo. Ahora, ¿por qué yo decidí ir con pijama? Decidí ir así porque se me cruzó por la cabeza que Pullen Llermanos pretendía que yo no fuera a la audiencia para después decir que me había rebelado. Y yo sí quería ir a la audiencia. No me importaba que él me denigre por ir en pijama. Después de todo, la jueza Tolaba y las otras dos juezas resolvieron que por mi inconducta y por faltarle el respeto a ellos sea excluida de la sala de audiencia. Ordenaron que todas las audiencias las escuche acá, en El Carmen. Pero cuando vinieron a armar todo ese circo, en esa carpa no había internet. Por eso me notificaron para que vaya al juzgado. Me excluyeron de la sala, me tienen en una sala contigua del salón, donde están todos mis compañeros e imputados. Y cuando los abogados apelaron en mi nombre para que me levanten la suspensión, las juezas dijeron que ya era demasiado tarde, que presentamos la queja en destiempo. Parece que no me puedo enfermar, no me puedo resfriar, no puedo tener problemas familiares, no puedo hacer nada porque para ellos estoy queriendo interrumpir la audiencia.

El poder político y mediático no habla de las obras realizadas por la organización durante tantos años. Hablan de la Tupac como un “error” para la provincia. ¿Usted cree que fueron o tuvieron algún error?

 Sí, erramos por ser demasiado ingenuos. Los políticos, cuando hacen algo lo publican en los medios. Nosotros no lo hacíamos, porque éramos enemigos de eso. Cuando los cooperativistas entregaban las viviendas a los compañeros, nunca salían en la prensa. Lo hacíamos de corazón. Además, sentimos que si donás algo y lo publicás por la prensa hacés sentir mal a la persona a la que le estás entregando algo. Y no nos parece bien. Yo creo mucho en la teoría de los pueblos originarios: entregar sin pedir nada a cambio.

«Yo tengo derecho a elegir, por ley tengo derecho como imputada a elegir con quién me quiero atender y dónde me quiero atender» , declaró a ANCCOM la dirigente de Tupac Amaru.