Por Macarena Firpo y Bárbara Rosenberg
Fotografía: Julieta Ortiz

«Las pibas nos invitan, pero los chongos de las organizaciones políticas tradicionales no tienen muy en claro quiénes somos», dice Nahuel Puyaps.

Gestada en Dock Sud y conformada por siete músicxs y dos bailarines, Sudor Marika se constituyó como una banda de cumbia anti-patriarcal que milita, desde sus canciones, las luchas de la comunidad LGTBIQ+. El proyecto comenzó a crearse desde la pareja conformada por Vicente Quintreleo (guitarra y voz) y Sebastián Zasali (teclado y voz), quienes invitaron a Nahuel Puyaps (bajo), compañero de la facultad de Rocío Tirita (voz y Güiro). Pronto llegó la sugerencia para ella y conformaron, lo que la banda llama llama, la Unidad Básica, quienes estuvieron desde el inicio, toman las decisiones, escriben y producen las canciones. Después se sumaron Carolina Piccarreta (Octapad), Lautaro Pane (timbaletas) y Nicolás Gabioud (trompeta).

En el escritorio del departamento de Nahue está el primer disco lanzado en 2017, Las yeguas del apocalipsis. En ese trabajo participaron varios artistas, como Susy Shock, Kumbia Queers y Chocolate Remix, que hicieron posible un álbum que invita a bailar, sudar, pensar y resistir. Mientras Nahuel le ceba un mate a Vicente y explica el motivo del nombre: “Toma de referencia al movimiento chileno de Pedro Lemebel y Francisco Casas. Nos gustan sus ideas. Ellos armaban una instalación pública contestataria a la dictadura pero, también, a los movimientos de izquierda y su machismo. Nos encantó sumarnos a ese linaje de crítica. El hecho de que Las yeguas del apocalipsis salga después de que se termine el kirchnerismo, para nosotros era muy significativo. “La yegua” fue el insulto a Cristina por excelencia y el Apocalipsis es el macrismo, ya lo supimos y lo vivimos. Un fin del mundo en donde nos sentimos alojadas.”

El nombre de la banda, Sudor Marika, genera tensión en muchos ámbitos pero eso no lxs frena a la hora de intervenir en nuevos ámbitos y públicos. Si bien al principio les aterraba estar ante 300 personas, y por ello decidieron hacer sus propias fiestas, hoy el Teatro Mandril les queda chico. “Hacer una fiesta también es una forma de resistir, es generar espacios de encuentro, donde las ideas se intercambian y donde empezamos a pensar otros sueños”, agregó Vicente. La banda, desde 2017, intenta poner en circulación y celebrar el encuentro entre bandas amigas del under. Además, junto a Kumbia Queers, llevan adelante la fiesta KQMbiaMarika, que gira a lo largo del país.

“De alguna manera, el arte estaba en manos de los machos, como las bandas de rock. Las producciones son machistas. Las escuchemos o no era lo único que circulaba. Todos esos discursos fueron cuestionados por la ola verde de manera masiva y justo nosotras estábamos haciendo cumbia con lo que teníamos ganas de decir”, expresó Nahuel con entusiasmo. En su ManiFiesta rosa –que acompañó al segundo disco de la banda, Populismo rosa– cuentan la anécdota de cómo un varón cis heterosexual, antes del lanzamiento de su primer disco, les pregunta vía comentario de Facebook con ánimos de no obtener una respuesta: -“¿Qué es esto? ¿Qué es esta mierda de Sudor Marika?”

El apocalipsis no solo es un concepto, sino que los atraviesa en todos los sentidos, es por ello que hoy su reconocida fiesta lo lleva como nombre: «La apocalíptica». Y no es una casualidad. Es un guiño al primer álbum. “Dentro de ese mismo apocalipsis, tuvimos actividad y acción. Es decir, como galopando al igual que las yeguas, sobre el fuego y haciendo resistencia a este macrismo nefasto, en todos los lugares donde nos lo permitía”, dijo Vicente, guitarrista y voz de la banda.

“¿Qué es eso que tanto molesta? Eso que provoca el odio visceral, la respuesta reactiva, el deseo de extinción. ¿Será acaso lo mismo que suscita ese desborde gozoso que palpita en las fiestas? Un derroche irreverente que jamás pide permiso. Puro despilfarro, berreta y popular”, enuncia la ManiFiesta rosa. Sobre el contexto de las fiestas, Nahuel planteó: Para nosotros lo más interesante de participar es lo disruptivo de estar en una bailanta donde no nos imaginábamos la tensión que se produce ahí.” El inicio –cuentan- no fue fácil.

“Los boliches cuentan con patovicas que son un horror siempre, por más que les den una charla antes, son un desastre”, cuenta Sebastián Zasali.

Desde fines de 2018, Sudor Marika es parte también de “La mágica”, fiesta emblema de la movida tropical local, junto a conjuntos reconocidos como Damas Gratis, Sonora Master y Los Gedes. “Hace tres años, la fiesta no nos sumaba ni en una fecha” contó Vicente y Nahuel agregó: “Ahora estamos evaluando ir, por todo lo que implica la mezcla de nuestro público con el que está habituado a ir a ‘La mágica’. Tenemos que evaluar esa convivencia.”

Militar desde sus canciones las luchas de la comunidad LGTBIQ+ no es menor a la hora de presentarse en festivales más grandes, cuyo público no es exclusivamente el mismo al que apunta la banda. Nahuel, convencido de su militancia, relató: Me parece interesante contaminar todos los espacios, que Sudor Marika no sea una banda que solo toca donde todos nos sentimos resguardados, aunque son espacios a los que queremos porque los construimos nosotros.” Aún así, no todos son “amigables” y es por ello que todavía hoy eligen lugares como Teatro Mandril: “Los boliches tienen características de seguridad obligadas, cuentan con patovicas que son un horror siempre, por más que les den una charla antes, son un desastre”, contó Sebastián. En estos espacios, la heteronormatividad y el binarismo son la única regla a seguir y eso es lo que la banda quiere romper para que los encuentros sean más libres. Sebastián completó su relato: “Los baños son violentos” y Nahuel agregó: “Pueden ir a sacar a una lesbiana de un baño pensando que es un varón. La misma violencia que están acostumbrados a ejercer pero redoblada porque no entienden qué es ese ser que está ahí.”

Para Vicente, “venimos haciendo un laburo en estos cuatro años que está dando sus frutos, como estar en espacios de militancia y las fiestas”. Tal como lo indica la ManiFiesta rosa: “La cumbia puede ser la fuerza de una pueblada por venir” esto se comprueba con la gran recepción que tuvieron sus dos discos.

En sus próximos proyectos se encuentra el lanzamiento, a mediados de noviembre, de un videoclip filmado en Avellaneda, a diferencia de los anteriores que fueron grabados en Dock Sud, donde son oriundos Vicente y Sebastián. “También, vamos a contar con la ayuda del Municipio en la logística y la producción”, contaba Vicente muy motivado. Este rodaje estuvo acompañado por una acción social: una olla popular. La banda almorzó con familias de Zona Sur e hizo del rodaje un pueblo y del pueblo una fiesta.

Desde la campaña #Macriyafue, Sudor Marika es motivo de encuentro entre padres e hijos. Hoy son escuchados tanto por adolescentes como por adultos mayores y es una de las bandas más buscadas en las plataformas de música online. “Cuando leo notas o escucho gente opinando acerca del Si vos querés, se entiende que recuperamos la felicidad, salimos a la calle y nos encontramos con otros. Nosotras estuvimos cuatro años armando un encuentro, nuestras fiestas, donde también resistimos contra la tristeza, la resignación y el aplastamiento. No estuvimos detrás de una pantalla sufriendo porque el mundo se venía abajo, sino que intervinimos sobre la realidad, juntándonos y reuniéndonos. En nuestros recitales, siempre hay un clima de marcha. Entre tema y tema, la gente canta canciones porque nuestras consignas generan eso: un ida y vuelta con las personas que vinieron a vernos y siempre armaron de la fiesta una marcha y de la marcha una fiesta”. Tal como relata Nahuel, “nos llegan mensajes contándonos que antes las madres no dejaban a los pibes ir a un lugar donde toquemos nosotros, pero ahora ellas también lo bailan”. Con motivo del Si vos querés, la banda fue invitada a diversas localidades alrededor de la provincia de Buenos Aires pero cuando comenzaron a tocar sus temas de Las yeguas del apocalipsis y Populismo rosa recordó Sebastián que “hubo reacción de incomodidad en el público”. Nahuel explicó: “Las disidencias y feministas siempre nos han llamado. A veces hacemos un chiste con la imagen del caballo de Troya y lo cambiamos por la yegua de Troya. Pero en las organizaciones políticas tradicionales, el feminismo hasta hace poco era la sala de atrás, un cuartito o una comisión. Al tomar las calles, son las pibas las que proponen que vayamos, pero los chongos de las organizaciones no tienen muy en claro quiénes somos. Es interesante esa cuestión disruptiva”.