Por Gisele Alessi
Fotografía: Lucia Barrera Oro

Servicio de maquillaje terápeutico para pacientes oncológicos del Hospital Municipal Marie Curie.

Las pelucas y el maquillaje ayudan a las pacientes en tratamiento oncológico, en
muchos casos de la mano de mujeres que ya atravesaron la enfermedad.

“El mejor comentario que un paciente oncológico puede hacernos es ‘soy yo otra
vez’», sostiene Claudia Éboli, coordinadora de Maquilladoras Terapéuticas. María
Marta Condéranne, fundadora de Pelucas Solidarias Baradero, habla desde su
experiencia: “Se les ilumina la cara, es como encontrarse nuevamente en esa
imagen”. El cuidado estético “pasa porque el espejo te devuelva una imagen más
parecida a la saludable”, opina Carina Terzian, voluntaria del Movimiento Ayuda
Cáncer de Mama (MACMA) y directora de Amadas Estética Oncológica.

Ellas tienen una historia común: la de haber transitado una enfermedad y
transformar esa vivencia en una ayuda para quienes atraviesan por la misma
situación. Claudia y Carina trabajan como voluntarias dentro de un grupo
multidisciplinario de cosmiatras, cosmetólogas y maquilladoras en el Hospital María
Curie de la Ciudad de Buenos Aires y María Marta forma parte, en Baradero, de un
equipo que recibe donaciones de pelo y materiales y confecciona pelucas para luego
darlas a préstamo a quienes las necesiten.

María Verónica Villalva, una de las pacientes oncológicas.

Según cifras del Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer,
dependiente de la OMS, Argentina se posiciona dentro de los países con incidencia
de cáncer media-alta, con una tasa de 217 casos cada 100.000 habitantes. El de
mama es el más común, con unos 19.000 casos al año.

Los tratamientos pueden producir la caída del cabello, descamaciones y sequedad
en la piel. Esto hace que, acompañado del diagnóstico de la enfermedad, surjan los
miedos sobre la transformación del cuerpo. Y ese miedo muchas veces paraliza y
hasta hace que, según Carina, “se dilaten los controles médicos”.

El trabajo estético, articulado con los médicos, psicólogos y asistentes terapéuticos,
busca recuperar esa imagen saludable que se siente perdida. Sol Villelma, paciente
oncológica del María Curie, probó el maquillaje el primer día que llegó al hospital.
“No estaba segura, me acababa de enterar que tenía cáncer y no tenía ganas de
nada”, señala. Pero las voluntarias la motivaron a que lo intentara y se sintió “feliz”
con la experiencia.

“El mejor comentario que un paciente oncológico puede hacernos es ‘soy yo otra vez’», sostiene Claudia Éboli.

María Marta, de Pelucas Solidarias, cuenta que el temor fue lo que la impulsó.
Cuando ella se enfermó, en 2014, su amiga Jimena donó su cabello para hacerle
una peluca y así “quedó la idea latente de transformar la enfermedad en algo
positivo, en este proyecto en el que hoy participan muchas mujeres de la ciudad”,
relata.

La sensación de volver a ser una, de reconocerse, es la razón de ser del cuidado
estético. “Cambiamos pelo por sonrisas -dice María Marta-. Cuando les ponés una
peluca a las pacientes y se ven en el espejo, la mirada sobre ellas mismas se
transforma. La peluca les devuelve el anonimato, el no sentirse observadas”.

Para Claudia, el maquillaje hace que la persona se conecte con lo mejor que tiene y
el impacto alcanza a sus seres queridos que, de alguna manera, “recuperan a ese
familiar que perdieron con el tratamiento”.

María Marta, de Pelucas Solidarias, cuenta que el temor fue lo que la impulsó, cuando ella se enfermó, en 2014.

Sol espera ansiosa los miércoles de cuidados estéticos: “Es un mimo al alma. La
primera vez que me vi maquillada sentí que había vida, que no todo terminaba en
un diagnóstico”. Estos resultados generaron cada vez más confianza en los médicos
y los pacientes e hicieron que el grupo de voluntarias crezca. “Somos un equipo
grande: Maquillaje Terapéutico, Amadas y MACMA. Y, desde el año pasado, se
suman las alumnas que egresan de la capacitación profesional en Cosmetología y
Estética Oncológica”, señala Carina.

La formación de profesionales especializados es también el objetivo de Claudia,
quien coordina el programa de maquillaje terapéutico. El curso se brinda de manera
gratuita, tiene varios niveles y el examen final consiste en la organización y
realización de una actividad para la comunidad.

Cuando nació Pelucas Solidarias no tenían conocimientos de costura ni de
peluquería. Participaron en un taller sobre fabricación de pelucas en Gualeguaychú,
aprendieron y se fueron perfeccionando. Al tiempo, abrieron su propio taller y
convocaron a todos los que quisieran ayudar. Se agregaron tantos colaboradores y
entregaron tantas pelucas que su experiencia se imitó y multiplicó. “Nuestro sueño
derivó en que se abrieran nueve talleres más en el país”, destaca María Marta.

“Si vivo, me voy a dedicar a ayudar a otras personas”, se había prometido Claudia
a sí misma hace cinco años. Al igual que María Marta y Carina, optó por una
solución colectiva y solidaria. Y Sol, que continúa su tratamiento, es contundente:
“El maquillaje me hace sentir viva”, afirma.

La formación de profesionales especializados es también el objetivo de Claudia, quien coordina el programa de maquillaje terapéutico.

“Es un mimo al alma. La primera vez que me vi maquillada sentí que había vida, que no todo terminaba en un diagnóstico” afirma Sol, una de las pacientes.