Por Magy Meyerhoff
Fotografía: Leonardo Rendo

María Laura Vasquez posando cruzada de brazos y mirando a la cámara.En 1985, ciento veinte brigadistas de la Federación Juvenil Comunista viajaron a Nicaragua para cosechar café apoyando la revolución sandinista. Treinta y un años después, la documentalista María Laura Vásquez retrató el reencuentro de cuatro de ellos con aquel país centroamericano en Los 120, la brigada del café, una road movie revolucionaria que registra la vuelta que refiere al amor entre dos pueblos, estrenada el jueves 22 en el Gaumont y que está dando vueltas por el país.

Yo no creía que iba a viajar, yo trabajaba en la brigada para los compañeros que iban a ir. Imaginate, de ciento veinte, cien eran hombres, así que no pensaba que iba a pasar. Cuando me avisaron que viajaba, fue una de las noticias más hermosas que recibí en la vida. Me dio mucha felicidad, pero de verdad ni se me cruzaba por la cabeza militar en Nicaragua, ser parte de la Revolución Sandinista… Creo que tampoco pensé que iba a volver para allá.

Vázquez la mira a Claudia Cesaroni y sonríe. Ella es una de las cuatro brigadistas que hace ya dos años volvieron a hacer el camino que treinta y un años antes, durante enero y febrero del 1985, los llevaron por las poblaciones de Matagalpa y Jinotega para cosechar café, protegidas por una brigada de estudiantes secundarios, en medio de la Revolución Popular Sandinista que estaba sucediendo desde 1979.

Ese grupo de ciento veinte brigadistas fue el más grande de todos los que llegaron a Nicaragua de cualquier organización internacional. Tenían por objetivo recrear la solidaridad”, explica Cesaroni a acerca de la movilización que implicó el viaje. Se buscó desde la organización que, aparte de federal, fuera también lo más diverso en cuanto a quiénes éramos: estudiantes secundarios y universitarios, obreros, campesinos. Cada quien tuvo que juntar 1.000 dólares y Mercedes Sosa y Victor Heredia realizaron conciertos para ayudarnos a financiar el viaje”, agrega.

Durante ese enero y febrero, los ciento veinte brigadieres ayudaron en la economía del país cosechando café, su cultivo principal. Nicaragua estaba en ese momento muy dañada por la amenaza estadounidense y sus representaciones locales.

Sucedía en 1985 que también había una demonización de la revolución, desde los países capitalistas, desde los medios hegemónicos, desde la derecha argentina. Y nosotros fuimos quienes pusimos el cuerpo: eso fue para los nicaragüenses una oportunidad de sacar afuera su propia historia, un intercambio político, que ese ´estamos con ustedes´se hiciera palpable, comenta Cesaroni.

Y cuando esos brigadistas volvieron, muchos medios hicieron pública su hazaña. Hasta Clarín editó el viaje en su tapa… pero con el tiempo dejaron de frecuentarse, se dejó de hablar de eso. En el 2009 armaron un grupo en Facebook contactando a  más de la mitad de los que habían viajado. Desde ese momento empezaron a juntarse más seguido, intercambiando fotos y recuerdos, pero la idea concreta de volver a viajar no era más que un deseo.

María Laura Vasquez posando para una fotografía frente a una estatua.

«Cuando me avisaron que viajaba, fue una de las noticias más hermosas que recibí en la vida», cuenta Vasquez.

Hasta que Vázquez se enteró de la historia: Hace cuatro años coincidí con Dimitrof Casanova Chávez en una reunión y me contó de la brigada… que habían ido para colaborar con la economía de ese país, muy dañada por la agresión que estaban teniendo con EEUU, comenta, explicando del inicio del proyecto. Y fue ahí que me dijo que también quería volver. Y yo vi una historia fascinante y me sumé al deseo de esa vuelta.

Y así registró ese viaje que refiere al amor entre dos pueblos, al internacionalismo como evento transformador, cuan potente puede ser que un pueblo pueda venir a apoyarte, y a decirte acá estamos, acá laburamos con ustedes”, agrega Cesaroni.

“Sabíamos que no queríamos hacer una película evaluativa de cuatro argentinos que vuelven a ver qué pasó con la revolución nicaragüense, nos parecía que eso era un acto de soberbia de nosotros, comenta Vázquez y agrega:, “Queríamos registrar la vuelta. Queríamos contar una historia potente, queríamos transmitir la emoción que uno siente cuando está dentro de un proceso colectivo, que sentís que estás haciendo algo para mejorar como persona, para mejorar el mundo en el que estás viviendo…

Ese fue el puntapié para que, con la idea ya en mente, Dimitrof sumara a Cesaroni, a Pablo Sposato y a Marta Rosin, con quiénes seguía manteniendo el contacto, para que se unieran a la aventura.

Y después de un año de investigación, escritura, noches sin dormir, el deseo empezó a materializarse y en el 2016 sucedieron dos viajes: Vázquez realizó el primero con el equipo de producción para habilitar la coproducción con Nicaragua, que facilitó el transporte, el alojamiento y la comida y para buscar a esos nicaragüenses a quienes habían estado acompañando: Había nombres específicos, había cuatro, cinco personajes que ellos repetían todo el tiempo. Nuestra premisa era encontrar esos que siempre eran nombrados”, comenta la directora.

Y el segundo, al cual se sumaron los cuatro brigadistas, fue para unir a esos dos pueblos, tantos años después.

Esto es de una potencia tan maravillosa, es tan fantástico, que tenía ganas de contarlaexplica Vázquez. Y creo que la experiencia del deseo de la vuelta es la manera de revivir el mito y de seguir; todos ellos son personas que después han buscado participar colectivamente en actos que buscaron mejorar el mundo, como ellos lo consideraban, poder transformar las injusticias, las desigualdades, por lo cual para mi era importantísimo decirle a la gente ´juntarse con otros para intentar cambiar el mundo está buenísimo.´ No tiene que ser, como dice Claudia, un acto épico como ir a Nicaragua. Es de la forma que sea. Te hace mejor persona, hace mejor al mundo y creo que eso es lo más importante de la película.