Por Belén Dos Santos y Nahir del Buey
Fotografía: Leonardo Rendo

El comienzo del día parecía que no iba a acompañar. Pero la lluvia cedió paso al sol y los colores del arcoíris colmaron Plaza de Mayo y sus inmediaciones, durante la calurosa jornada del sábado, en la vigésimo séptima Marcha del Orgullo LGBTIQ (Lesbianas, gays, bisexuales, trans, intersexuales, queers). Todo fue fiesta, alegría y color. Entre música, baile, y glitter se escuchó el reclamo de la Comisión Organizadora de la Marcha del Orgullo (COMO): “Basta de genocidio trans-travesti. No al ajuste, la violencia y la discriminación. Macri y la Iglesia son antiderechos». Esta fue la consigna principal.

La Plaza de Mayo, primero, luego a través de Avenida de Mayo, y finalmente en las inmediaciones del Congreso, fueron los lugares desde los cuales los colectivos que forman parte de la comunidad LGBTIQ expresaron el orgullo de ser quienes son, y de poder vivir en libertad. Cuerpos semidesnudos o pintados de forma extravagante para no pasar desapercibidos, disfraces, globos, pelucas y unicornios cruzaron las calles al ritmo del pop, la música electrónica y la cumbia.

Desde el colectivo se quiere correr esa mirada prejuiciosa, discriminatoria y estigmatizante, exigen que uno pueda besarse y vestirse como quiera,  así lo expresaba la cartelería: “Sentite libre”, “El amor es amor, y es tan grande que no cabe en un armario” y “La ropa no tiene género”.

Vestida de conejito y llena de brillos, Paula Pereyra, con 25 años, acompaña a su mejor amiga lesbiana. Ella se define heterosexual pero se siente parte de la lucha de la comunidad por su amiga. “Se vive un contexto social en el país que influye sobre las minorías, se intenta cubrir, discriminar y apartar”.

La fiesta empezó a las 11 de la mañana con una feria y bandas en vivo en un escenario montado en Plaza de Mayo.  Dj Jara, Ayelén Beker y Mimí Maura fueron los encargados de ponerle música a la plaza. El show lo cerró Jimena Barón, haciendo mover el cuerpo de los presentes. “Todavía hay gente que no entiende que nuestra vida, nuestro cuerpo y nuestra sexualidad son nuestros”, expresó.  

Repartiendo bolsitas de glitter a los presentes se encontraba Charly Espinosa, de 32 años, con su rostro totalmente cubierto de brillo. “Hay que estar, poner el cuerpo, es una revolución a la que estamos asistiendo. En este día celebramos nuestro orgullo, ¡Es la celebración de lo que somos! poniendo el cuerpo hacemos que la discriminación se vaya derribando”. Habla de la diferencia con otras convocatorias: “Es diferente, estamos dentro de un gobierno complejo que nos quiere tirar abajo”, y concluye: “Se está cayendo el patriarcado, lo estamos tirando con el culo”.

A eso de las 16.30, tres travestis tomaron el micrófono invitando a todos a marchar. Las miles de personas  se fueron aglutinando por Avenida de Mayo para poder llegar a Congreso. Pancartas con mensajes de inclusión: “La belleza es diversidad”, “El amor conquistará al odio”, “Nuestro hijo es hétero pero igual lo amamos”, podían leerse entre plumas, tacos altos y la foto del ícono del pop Britney Spears.

Le siguieron las 17 carrozas que cruzaron el arcoíris inflable ubicado al lado del Cabildo, para marchar por dos horas, llevando música y disfraces. Las agrupaciones presentes fueron: Amigos por la diversidad, Archivo de la Memoria Trans, Campaña Nacional por un Estado Laico, Ciervos Pampa Rugby Club, Red Diversa y Federación Argentina LGTB, entre otras.

Amahia Alfonso tiene 25 años y reclama la Ley Integral Trans. “Para una persona transexual es difícil conseguir un trabajo fijo y estable. La mayoría de las compañeras ejercen trabajo sexual”. Cuenta que sigue habiendo prejuicios a la hora de presentarse a una entrevista de trabajo, “Te miran si sos una chica o como ellos dicen un travesti, y ya te descartan el currículum”. Y remarca el contexto que se vive: “Hoy vivimos en una sociedad con una presidencia machista, cerrando más puertas”.

Personas vestidas de monjas o curas pedían la separación de Iglesia y Estado y dan cuenta de las políticas anti inclusión que tiene esta institución. “A la Iglesia Apostólica Romana/ que se quiere meter en nuestras camas/ le decimos hacemos lo que se nos dé la gana”, fue uno de los cánticos.

El pañuelo verde por el derecho al Aborto legal, seguro y gratuito también estuvo, en cuellos, muñecas, adosado a la bandera de la diversidad o utilizado como corpiño. Fue una de las consignas de este año.

Entre amigos y con una gran producción de maquillaje y accesorios, Denis Smith, con 28 años, cuenta por qué concurre a la Marcha del Orgullo: “Estoy acá visibilizando, nos tenemos que hacer ver y entender que somos todos iguales. Nuestra presencia social sigue siendo estigmatizada, quiere ser censurada, y nos quieren interpelar no de manera humana sino de forma grotesca”. Denis sostiene que aún hoy la exclusión sigue presente en todos los ámbitos: “Hay que quitar la discriminación de la mente, de las culturas y las religiones para poder encontrar la sanación de discriminación que tiene la sociedad”, remarca el joven.

Llegada la multitud a Congreso, se dio lectura al documento principal, y la música siguió sonando, la cerveza alivió a los cuerpos danzantes y la fiesta tardó horas en apagarse.