La fila empieza en la avenida Entre Ríos, justo en la puerta de un de las subsecretarías del Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat, y concluye sobre la calle Pavón. Media cuadra no es suficiente: son tantos que hay que doblar en la esquina. Más de 100 personas esperan ser atendidas, con o sin turno. Esperan salir de ese edificio con la certeza de saberse bajo techo. Pero los trámites son largos, a veces las respuestas no llegan, siempre falta algún papel. Mientras tanto, hay que vivir en la calle, dormir en la calle y comer en la calle. Todo, en la calle.
A las 10 de la mañana ya se sabe que a las 12 del mediodía habrá una olla popular. Luis no está en la cola, se resigna a soportar la espera y los tiempos de los trámites burocráticos. “Traiga mañana el DNI, pasado traiga aquello y el viernes traiga lo otro. No tengo ni documento ni tiempo. Yo me levanto a las 4 de la mañana y junto cartones hasta las 10 de la noche. Me pagan un peso el kilo y si me da el cuerpo cargo 200 kilos. Ahora estoy acá porque en un rato vienen las chicas con algo de comida. Ellas no te hacen esperar nada, cuando voy al parador me reciben y cuando estoy muerto de hambre me dan el plato caliente”.
Las “chicas” llegaron a la esquina de Pavón antes de las 12 y las ollas vinieron un rato después. Proyecto 7, No Tan Distintas, Asamblea Popular Plaza Dorrego y el Movimiento Barrios de Pie fueron algunas de las agrupaciones que acompañaron, con banderas, cancioneros y mate en mano, la movilización que se llevó a cabo este jueves. A las 10 se reunieron en Entre Ríos y Caseros y avanzaron con dos consignas claras: “La calle no es un lugar para vivir” y “A vos también te puede pasar”.
Cerca de las 13, Florencia Montes Paz, coordinadora del centro de integración Frida y una de las principales organizadoras de la marcha, cuelga una frazada sobre sus hombros y baila entusiasmada al ritmo de los bombos y los cánticos que suenan cada vez más fuerte: ¡Azo, Azo, se viene el frazadazo! Al lado de Florencia, la remera de Daniela Camozzi, otra de las integrantes de Frida y de No Tan Distintas, arroja cifras concretas: 6.142 personas están en situación de calle y 20.000 corren el riesgo de estarlo. Un rato después, Joaquín, un muchacho de pelo largo y ojos de un celeste clarísimo que hace dos años que está a la intemperie quiere saber la hora. Tiene un reloj gastado en la muñeca izquierda, pero “hace rato que no funciona”. “¿Ves?”, dice Daniela mientras se prepara para servir el almuerzo: “En la calle el tiempo no lo marca el reloj, lo marca el clima, el verano y el invierno. La calle mata y por eso estamos acá”. Ya están listas las bandejas y por fin se destapa la olla: “Ahora sí, a comer bien que hasta el Congreso tenemos unas cuantas cuadras”.
No es una, son cinco ollas grandes y hay variedad: fideos, arroz, pollo y pan. Luis retira su bandeja y grita ¡buen provecho! Mucha gente se acerca en busca de un plato de comida y las chicas rascan las fuentes de aluminio para que alcance para todos. Una mujer pide tres bandejas y se sienta en el cordón de la vereda con dos nenes de 6 y 8 años. Los chicos terminan y ella le sirve otra porción a cada uno con el arroz que tiene en su plato. “Si ellos comen, yo estoy tranquila”. Cuando terminan de comer, nenes y nenas corren y juegan con las frazadas que están en el piso, haciendo honor al lema de la jornada: un frazadazo por los que no tienen techo. Por los que duermen, como Luis, en el hall de una sucursal del Banco Credicoop, en Constitución.
No me ves, si no querés
A eso de las 13.30, con la panza llena, las agrupaciones se encolumnaron nuevamente y avanzaron primero hacia el Ministerio de Desarrollo Humano y Hábitat y luego hacia el Congreso para presentar el proyecto de Ley que establece la obligatoriedad de protección a personas en situación de calle y prevé la creación de un organismo de asistencia Nacional, con una línea de llamado gratuita y centros de integración.
La iniciativa se presentó por primera vez el año pasado pero la Cámara de Diputados todavía no tomó posición al respecto. La Ley 3706, que está vigente y exige al Estado garantizar los derechos a las personas en situación de calle, no se cumple en absoluto y recientemente se quitaron los subsidios habitacionales. De aquí se desprende el motivo de la manifestación y la movilización hacia la legislatura.
Sin embargo, a pesar de la urgencia y la legitimidad del reclamo, ningún funcionario se sintió interpelado. La oficina del Ministerio estaba aparentemente cerrada y bien custodiada por una veintena de policías armados con escudos protectores que terminan dejando al descubierto la excusa de la protección para ejercer la discriminación y la indiferencia. Porque en realidad, no había nada de que protegerse: del otro lado sólo había frazadas y carros de supermercado llenos de cartón.
Ya frente a las rejas del Congreso, las frazadas volvieron a hacer de abrigo y varias personas se recostaron encima mirando hacia el edificio parlamentario. Florencia, una de las redactoras del proyecto, se acercó a la Comisión de Derechos Humanos y Garantías de Diputados con un petitorio que reclama el tratamiento en comisión de la propuesta. Una recepcionista recibió la nota y hasta ahí llegó el compromiso. La jornada terminó a las 4 de la tarde. Algunos volvieron a su casa y otros a recorrer la calle en busca de un rinconcito donde tirar la frazada que aún lleva pegado el cartel: “No nos ves, si no querés”.
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