Por Nahir Del Buey
Fotografía: Leonardo Rendo

Pañuelos verdes, naranjas y negros, vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último. Y es que una multitud de bautizados formó fila para entregar su carta de apostasía, convocados a través de las redes sociales. La jornada estuvo a cargo de Coalición Argentina por un Estado Laico (CAEL), quien invitó a sumarse a la Apostasía Colectiva, como un acto de renuncia a la Iglesia Católica, en reclamo de su separación del Estado, y como gesto político de repudio a la presión ejercida por la institución religiosa para que el Senado rechace el proyecto de ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo en el Senado.

Esta es la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida, mientras se debatía en el Senado el proyecto de ley de legalización del aborto. Ese día, recibieron 1200 apostasías. Las cartas serán entregadas el viernes 24 de agosto a la Conferencia Episcopal Argentina (CEA).

Para la Iglesia Católica todo bautizado pertenece a su grey, está de acuerdo con sus doctrinas y utiliza esas cifras para imponer sus puntos de vista en la legislación y conseguir privilegios. “La apostasía es renunciar básicamente a la Iglesia como institución, hay mucha gente que sigue creyendo. Hoy me contaba una chica que es devota de San Cayetano, pero que no quería tener nada que ver con la Iglesia, y esos temas son respetables, este es un Estado laico. Todos podemos tener nuestras creencias, pero no tienen por qué intervenir en las decisiones del Estado. Hay dos tipos de persona que vienen a apostatar, la gente muy joven que no quiere formar parte de la Iglesia o personas mayores que nunca se habían tomado la molestia de hacer el trámite, pero después de lo que pasó con el tema del aborto, la gente se dio cuenta de que el obstáculo real es la Iglesia”, explica María José Albaya de CAEL.

Fue la segunda jornada de apostasías colectivas ya que el mismo 8 de agosto, de forma improvisada, desde CAEL impulsaron esta medida

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible. Para hacerlo es necesario llevar dos copias de un documento que está subido a Internet y fotocopia del DNI. Una copia se la queda CAEL sellada con el recibido, y la otra será entregada el viernes.

Albaya aclara: “Nadie va a salir a quemar iglesias ni a cerrarlas, simplemente que no intervengan en políticas públicas. Pasó lo mismo con el matrimonio igualitario, pero con el aborto como lamentablemente no salió la ley, la indignación creció. Frente a la vocación totalizadora que tiene la Iglesia lo que hay que hacer es seguir militando para que se corran un poco de ciertos lugares, siempre con respeto, pero siguen siendo una figura institucional de mucho poder”.

En la fila para apostatar, María Belén Esperea, una docente catamarqueña, llena el formulario junto con su hijo y esposo: “Estoy acá por la lucha del aborto, y a partir de eso se abrió el debate de la relación eterna que tiene la Iglesia con el Estado, y me parece necesario hacer un corte. Fui a la Iglesia hasta que de grande me dí cuenta de que no me representaba. Cuando tuve a mi hijo decidimos no bautizarlo y fue algo transcendental en mi familia.” Y agrega: “Somos docentes y también queremos que la educación sea laica. Con respecto a esto de la ESI, en muchos colegios no se respeta. Catamarca es una provincia conservadora, porque ahí está la Virgen del Valle, y los colegios católicos pisan fuerte”.

Los pañuelos con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Gabriela Degachi, acompañada de su esposo que no fue bautizado, termina de firmar los papeles: “Estoy acá porque decido ya no ser parte de una institución que no sostiene las posiciones con las que yo estoy de acuerdo. Voy a seguir siendo católica pero como institución, ya no quiero formar parte. Estoy a favor de la interrupción voluntaria del embarazo y eso fue el click que definió el hecho de hacer el trámite. Esto puede empezar a afectar la legitimidad de la Iglesia.”

Cartelería de “Apostasía para decidir”, “No en mi nombre”, y una cruz tachada acompañan los pañuelos naranjas y negros con el lema «Iglesia y Estado, asuntos separados» que decoran la esquina y los cuellos y mochilas de los presentes.

Ya con su apostasía entregada, Mariano Lionel comenta: “Me bautizaron contra mi voluntad porque era un bebe, llevo veinte años de ateo. El historial de la Iglesia es bastante patético por eso hay que quitarle apoyo. En lo que respecta al derecho a decidir sobre la interrupción voluntaria del embarazo, la posición de la Iglesia fue desleal, hubo todo una campaña por detrás, apretando a representantes públicos que deberían responder a sus votantes, no a poderes como el de la Iglesia. Es hora de dar la señal, y me parece perfecto que sea una campaña cívica, desde abajo, sin mezclar otro tipo de intereses. A los efectos no me cambia mucho, yo dejé de ser católico hace años, pero quiero que la Iglesia sepa que está perdiendo poder. Debe haber muchos católicos que están renunciando a la Iglesia no a la religión, por eso siendo el órgano político más importante de la cristiandad, es un buen mensaje que vea que algunos de sus fieles, no están de acuerdo con posturas políticas que está teniendo. Vaciarlo de contenido numérico para que se den cuenta de que se están equivocando.”  Y concluyó: “No tiene por qué haber ningún tipo de vínculo entre Iglesia católica y Estado. La Constitución dice que el Estado argentino mantiene el culto, financiarlo me parece que es una falta de respeto a las otras creencias. No tengo por qué mantener funcionarios de un culto religioso por más mayoritario que sea.”

Para la Coalición, apostatar es un trámite que la Iglesia lo hace complicado, por eso la idea es hacerlo colectivo y visible.

A pesar de la lluvia y el frío, Eugenia Grotz, acompañada de su amiga, con quien estuvo toda la noche en el Congreso siguiendo el debate en el Senado por el proyecto de ley, contó: “Hace bastante quería hacer la apostasía y dejé pasar el tiempo, pero esta vez llegó al tope de lo que puedo soportar. La Iglesia nunca me representó, yo no elegí ser bautizada. Soy atea desde que tengo trece años de forma consciente. El trámite lo conocía, pero pensé que se necesitaba el certificado de bautismo para hacerlo, y  era un problema pedírselo a mi familia. Aproveché que se hace el evento colectivo, y vine. Me parece una respuesta política a lo que pasó con la discusión del proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La Iglesia presionó a senadores, y también cuando fue el debate de la Ley de Educación Sexual Integral, y el matrimonio igualitario. Se oponen a toda modificación de la ley que amplíe derechos, para todo lo que consideran que no es parte de su ideología. La Iglesia puede pensar lo que quiera, pero no intervenir en las decisiones que toma el Estado. Con la apostasía mostramos que tiene menos adeptos de los que parece.”

Además de renunciar a la institución, en el formulario de apostasía se hace mención de que la Iglesia se abstenga de continuar almacenando datos sensibles de las personas, que solicitan la eliminación total de sus fichas de los registros eclesiásticos, incurriendo a la Ley de Protección de los Datos personales N°25.326.

Pañuelos verdes, naranjas, negros y banderas vistieron la esquina de avenida Corrientes y Callao, el sábado último.

Clara Barrionuevo es de una provincia donde la cuestión religiosa es muy fuerte: “Yo iba a una escuela nacional y en la primaria se rezaba antes de empezar las clases, se rezaba en el aula. La religión católica te la imponen. Lo que pasó con la Ley del Aborto creo que facilitó la posibilidad de apostar, porque antes ni sabía que se podía hacer. Me siento emocionada por hacerlo. La Iglesia debería ser un culto más, porque tiene que decidir ella sobre los intereses de los demás aplicando su moral, que por supuesto es machista y patriarcal. Las monjas nunca van a dar una misa, siempre la da el hombre. Siempre estuvieron presentes en lo que es abolición de derechos humanos. No sorprende que lo sigan haciendo. Vengo con muchísimo entusiasmo a decirle chau a la Iglesia. Esto no va a hacerles caer el poder, pero va a ser un cimbronazo. Cuando le cierren los números para abajo, el Estado puede rever su postura.”

De su mochila cuelga un pañuelo color naranja, con los auriculares escucha música de Pablo Ferro,  un becario del CONICET espera su turno en la fila: “Fui bautizado, tomé la Comunión, me negué a la Confirmación. Pasé de un ateísmo radical a un agnosticismo más cientificista. Mi abuelo me dijo: ´¿Qué es esto que no sos católico?´ Y recuerdo también que me dijo que no conocía un ateo feliz. Yo nunca sentí esta cosa que llaman fe. Estoy a favor de la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo. La vida no comienza en la fecundación, y no hay que llamarla concepción, porque es un término religioso. Tomé esta iniciativa de venir. No estoy solo, es un conjunto de la población que lo queremos llevar adelante. Y no nos enteramos antes que podíamos apostatar, porque hay gente que no quería que uno se entere que puede hacerlo. Es una información que no debería haber estado escondida tanto tiempo. Se violenta el derecho a la libre elección de tu religión, y tus posturas religiosas, porque a veces no tenés una religión. La Iglesia es un poder que está instalado, y lo que tiene son focos de resistencias. No busco la derrota de la Iglesia, uno aspira a una convivencia pacífica entre posturas religiosas, que es algo personal e individual. Yo este trámite lo tomo como el día de mi independencia.”