Por Micael Ricco
Fotografía: Leonardo Rendo

Todos los gremios universitarios resolvieron no iniciar el segundo cuatrimestre

Los pasillos están vacíos, las aulas con las luces tenues, sin susurros ni voces estridentes. En las entradas, algunos que otros desprevenidos miran alrededor sorprendidos de tanta soledad en fechas donde el bullicio es moneda corriente. Otros comprenden que están más acompañados que otras veces. Porque el alcance de la medida de fuerza esta vez es casi absoluto, como si alumnos, docentes y no docentes se hubieran percatado que la realidad tomó un tinte más oscuro de lo normal. El ajuste presupuestario, las paritarias irrisorias, y el ataque permanente tanto práctico como simbólico a la educación pública en general, y a la educación superior en particular, fueron (y son) el caldo de cultivo para una reacción del ámbito académico pocas veces percibida.

Este año, las universidades recibieron unos 4.000 millones menos de presupuesto, los docentes percibieron apenas un cinco por ciento de aumento y la ejecución presupuestaria en el actual ciclo lectivo aún no llegó al 30 por ciento.

Pasillo de facultad vacio de alumnos y docentes. Con un afiche en primer plano, en donde se puede leer "La educación pública, es justicia social"..

Este año, las universidades recibieron unos 4.000 millones menos de presupuesto

“Aquí el acatamiento del paro es muy alto, y creo que de alguna manera expresa la preocupación general por la situación que estamos atravesando”, expresa Graciela Morgade, decana de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA. El descontento de la comunidad universitaria es notorio, por lo que Morgade entiende que el paro sólo es el comienzo de la contienda. “Todo se encamina hacía una movilización en las calles, de esta forma la lucha podría complementarse de una manera más eficaz, ya que el Gobierno no entiende razones. El vaciamiento de las instituciones, en particular de la educación estatal, es uno de sus objetivos.”, dice.

Claudia Baigorria, secretaria de formación de la Federación Nacional de Docentes, Investigadores y Creadores Universitarios (CONADU Histórica), asegura que “Alejandro Finocchiaro (Ministro de Educación de la Nación) es el ministro más ausente desde que asumió, a tal punto que nosotros no lo conocemos personalmente, jamás se ha interiorizado en las problemáticas de las universidades nacionales ni convocado a los gremios docentes universitarios ni preuniversitarios para conocer nuestras dificultades”. Y Carlos De Feo, secretario general de la Federación Nacional de Docentes Universitarios (CONADU) anunció que tras la marcha multitudinaria al Palacio Pizzurno realizada el 7 de agosto, Finocchiaro por primera vez se comprometió a recibir a los gremios para tratar el tema salarial. “Es un triunfo de la movilización”, sostuvo el líder sindical.

Pulmón interno del edificio de la facultad, donde se visualizan aulas con sillas vacías.

Esta semana el silencio de los edificios es directamente proporcional al sonido intenso del reclamo en las calles

La multiplicidad de obstáculos para el funcionamiento idóneo de la educación superior no solo es consecuencia de la negligencia gubernamental, sino también de un bombardeo, desde distintos ángulos, contra aquel sector. Gabriela Diker, rectora de la Universidad Nacional General Sarmiento, expresó sus inquietudes a ANCCOM, argumentando que “desde el 2016 se viene sosteniendo una campaña de desprestigio en los medios de comunicación, en el Poder Judicial y en el Poder Ejecutivo, teniendo en cuenta que tanto para Mauricio Macri como para María Eugenia Vidal, la educación es un gasto más. Quieren instalar la idea de que la universidad es un privilegio para unos pocos, y no un derecho para todos”.  Tal vez por eso, esta semana el silencio de los edificios es directamente proporcional al sonido intenso del reclamo en las calles.

Sillas vacías

El ataque permanente a la educación, es el caldo de cultivo para una reacción del ámbito académico

Si bien la medida de fuerza se originó, en gran parte, debido la paupérrima oferta de aumento salarial emitida por el Gobierno, la situación es mucho más compleja. Antonio Roselló, secretario adjunto de CONADU Histórica, estableció cuatro ejes para abordar el conflicto. “El primer punto es la terrible crisis presupuestaria. El segundo punto es la terrible crisis salarial, somos 190 mil familias que dependen del sueldo universitario para llevar el sustento al hogar. El tercer elemento es la defensa de nuestras jubilaciones, ya que la reforma previsional implementada en diciembre, bajo un marco de represión y violencia institucional, estipuló, entre otras cosas, que los investigadores dejen de percibir el 82% y el 85% móvil una vez retirados de su actividad. Finalmente, queremos poner en relieve que hoy día hay 20 mil docentes ad honorem que no cobran por trabajar”.

La problemática, que atenta contra el normal funcionamiento de las universidades en todo el país, es todavía más grave en el Noroeste argentino. “Nosotros no tenemos dinero ni para la tinta de las impresoras, la quita de recursos lleva varios meses”, detalla el investigador Reynaldo Castro, adjunto de cátedra en el seminario “Memorias de la represión dictatorial y de la violencia política” de la carrera de Comunicación Social en la Universidad de Jujuy (UNJU). “No iniciamos las clases porque, además de la cuestión presupuestaria, aquí también están violentadas las libertades individuales, en abril del año pasado las fuerzas policiales se llevaron a la rastra a dos alumnos de la facultad de Ciencias Agrarias y hace meses que las Fuerzas Armadas están instaladas en las fronteras buscando enemigos internos”, aseguró.

Silla sobre una mesa, delante de un afiche que reza "la educación no se vende, se defiende".

Antonio Roselló estableció 4 ejes; crisis presupuestaria y salarial, defensa de las jubilaciones y reclamo por docentes que continúan trabajando ad honorem.