Por Antonella Liborio
Fotografía: ARCHIVO: Cecilia García

Marcha Ni Una Menos, el 4 de Junio de 2018.

En el sexto plenario de comisiones del Senado que debate el proyecto de Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo comenzo a las 10 de la mañana y terminó al anochecer. Entre los expositores, se destacaron el anacrónico médico tucumano y asesor del Gobierno Abel Albino (en contra), el ex Ministro de Salud Daniel Gollan y la presidenta de la Fundación para el Estudio e Investigación de la Mujer (FEIM), Mabel Bianco, (ambos a favor).

Sin duda el que más dio que hablar fue Abel Albino, quien se extendió durante 50 minutos y pidió a los gritos: “¡Por favor no maten a los chicos!”. El médico aludió a personajes casi siempre anteriores al siglo XXI, como los romanos, los espartanos, la Madre Teresa de Calcuta, el Martín Fierro y Juan Bautista Alberdi y afirmó entre carcajadas irónicas que “una mujer embarazada no es una idiota a la que le falló el plan, una mujer embarazada es un tesoro para el país y su hijo es una joya.” Y terminó la idea argumentando que la función del proletariado es crear prole: “¡Necesitamos más gente, por favor!”

A los 30 minutos del discurso la senadora Pamela Verasay interrumpió a Albino con una pregunta acerca de los métodos anticonceptivos para prevenir embarazos y la respuesta del médico incitó una oleada de caras de descontento y de insultos por lo bajo. Frente a la inquietud de la legisladora, Albino respondió, nuevamente entre risas, que “el profiláctico no protege de nada. El virus del sida atraviesa la porcelana. Esto no es un viva la pepa, a los chicos hay que educarlos para el amor, que se casen temprano, que organicen sus vidas”. Hasta ese entonces Mabel Bianco, que había disertado anteriormente, sostenía con su mano una cara de agotamiento y preocupación pero al escuchar la afirmación acerca de los profilácticos no disimuló la indignación: se levantó de la silla y se retiró de la sala gritando “¡Esto es una vergüenza!”.

Llegando al cierre del plenario de esta jornada, Milagros Peñalba, adolescente de 16 años y estudiante salteña demostró que sus datos, en contraste con los de Albino, eran directos, concretos y prácticos, sin apelar a ninguna moral: “En Salta, un cuarto de los embarazos son adolescentes, la verdadera rectora de la educación es la Iglesia y te sancionan, te persiguen y te expulsan por presentarte a favor de esta ley. Si nos quedamos embarazadas nos juzgan en las calles, nos echan de los colegios y si no se nos echa, se nos margina. Pero si abortamos nos llaman asesinas”. Y concluyó su exposición con una reflexión que se ganó el silencio de todos los presentes: “Estamos hartas y hartos de que los encargados de representar a la provincia representen a un sector conservador, que sostiene la doble moral, desconoce los pueblos originarios y niega nuestros derechos (…) No tenemos educación sexual ni tampoco se nos proveen métodos anticonceptivos. El aborto legal es un derecho necesario que debe unirnos a todos”.

El martes —a diferencia de Albino, el médico tucumano que discutía la porcelana—, el Ministro de Salud de la Nación, Adolfo Rubinstein, se manifestó a favor de la legalización del aborto. Durante 20 minutos el funcionario habló ante un salón colmado de senadores y senadoras, periodistas y asesores y justificó su postura con argumentos científicos. Una vez que Mario Fiad, el presidente del plenario, le cedió la palabra, Rubinstein explicó: “He tenido siempre un respeto enorme por los datos y por la rigurosidad. Por eso los datos que voy a dar han sido chequeados y validados, son sólidos y provienen del Ministerio de Salud.” Y agregó: “Muchas veces los datos y las evidencias pueden ser más o menos cómodos, pero mi objetivo es que la decisión que tome cada uno de ustedes esté informada por la mejor evidencia científica posible”.

En la exposición, el Ministro respondió básicamente tres cuestiones centrales ligadas a las cifras de embarazos y muerte materna en edad reproductiva, a la reducción del número de abortos en países donde la práctica está legalizada y por último despejó dudas acerca de los costos y recursos que el sistema de salud necesita para cumplir con la Ley de Interrupción Voluntaria del Embarazo (IVE). A través de una enorme variedad de gráficos y mapas detallados, Rubinstein demostró que la Ley daría por resultado 70 mil internaciones menos y las muertes evitables se reducirían en un 92 por ciento: “En el caso de la legalización, lo que baja de manera dramática son los costos atribuibles a las complicaciones y lo más importante es que se reducen las muertes. Cualquier muerte evitable de una mujer es algo que nos debe preocupar, pero además la muerte es el último emergente de una realidad sanitaria y social muchísimo más amplia”.

En el exterior, como todos los martes, cientos de mujeres que reclaman la sanción definitiva del proyecto de ley se congregaron en los alrededores del Congreso con los pañuelos verdes, sumadoa ahora a los pañuelos naranja que llevan la consigna “Iglesia y Estado, asuntos separados”. A eso de las 16, justo en la puerta del Senado, un grupo muy reducido conformado por un cura y no más de cinco mujeres mayores, se agarraban de las rejas del edificio y rezaban con cruces y pañuelos celestes. Pero el silencio sagrado de los antiderechos culminó cuando entraron en escena unas 50 bailarinas de folclore sonrientes y llenas de brillos verdes dispuestas a bailar una coreografía al compás del canto ¡Que sea Ley!