Por Nahir Del Buey
Fotografía: Leonardo Rendo

Parque Industrial Villa Flandria, Jaureguí.

Caminar por las calles de la localidad de Jáuregui, a 20 kilómetros de Luján, es como estar recorriendo las calles de Bélgica. Las fachadas  se realizaron a imagen y semejanza del país europeo. En cada rincón puede verse el escudo de un tigre y los colores amarillo y negro. Y es que el belga Julio Steverlynck fundó en la década del 20 la Algodonera Flandria y con ella el pueblo. “Don Julio”, así lo llaman sus habitantes, se transformó en un verdadero ícono del lugar, es el personaje que creó un micromundo alrededor de la planta industrial: con ella apareció la primera iglesia, los clubes, las escuelas y otras instituciones, también fue él quien dio a los trabajadores de la fábrica el beneficio de la propia vivienda. Sin embargo, el sueño belga está atravesando su segunda pesadilla. Algoselan la fábrica algodonera más antigua del pueblo debió parar la producción y presenta serias dificultades, según cuentan en Villa Flandria.

Durante  la década del 90, la crisis económica que atravesó el país llevó a la fábrica a la quiebra y los telegramas de despidos masivos no tardaron en llegar. A través de  un remate público Carlos Diforti compró las antiguas instalaciones de la fábrica y en el año 2003 las convirtió en el Parque Industrial Villa Flandria, donde actualmente funcionan más de 20 empresas.

Máquinas produciendo en cadena, camiones que entran y salen con mercadería, humo saliendo de las chimeneas, trabajadores que se desplazan de un lado al otro, parece ser el escenario natural de Villa Flandria. Sin embargo, al final de las calles se vive otro clima. Una fábrica vacía, silencio e incertidumbre. Hoy una nueva crisis azota al sector textil. Algoselan Flandria, la empresa dedicada al hilado, ubicada dentro del parque,  lleva un mes con su producción detenida. Diforti, su actual dueño, dispuso la medida para contrarrestar las políticas del Gobierno que incluyen apertura indiscriminada de importaciones y los tarifazos, sumado a la baja de ventas por la baja del poder adquisitivo de la población.

Algoselan es la fábrica algodonera más antigua del pueblo.

“En el último año el dueño fue acumulando stock, produciendo más de lo que vendió. Ahora, a la caída de venta se le suma la corrida cambiaria y las altas tarifas que paga. Entonces, decidió barajar y dar de nuevo, parar la producción y esperar a ver qué pasa con el país. Arregló con el sindicato para no pagar aportes patronales, mandó a la gente a la casa por treinta días, les continúa pagando el sueldo, pero se ahorra el gasto de comprar materia prima,  de energía eléctrica y gas”, cuenta Rodolfo Bianchi, presidente de la Cámara Textil de Luján.

Roberto Gianini delegado de Algoselan, habló de la situación que padece el rubro textil: “La crisis se viene acentuando hace  un año y ocho meses, desde que se abrieron las importaciones. Antes se vendía menos, pero se seguía vendiendo. Esta situación es cien por ciento culpa del Gobierno que está aniquilando el empleo argentino. Al país entran telas demasiado baratas, con el aumento de luz y gas, más los insumos y sueldos se hace imposible competir”, explica el trabajador. “Algoselan hoy en día cuenta con un millón de metros de hilado terminado en stock que no tiene salida. La empresa apuesta a seguir adelante, pero si el Gobierno no cambia el rumbo de sus políticas creo que como han cerrado otras fábricas, esto le puede llegar a pasar a Algoselan y esta fábrica es muy importante en cuanto a personal”, confesó Gianini.

La situación es delicada, los trabajadores no han querido salir a visibilizar la problemática que viven, ni a dar su palabra a los medios. “La empresa tuvo que optar por seguir trabajando y retrasarse con los sueldos, o parar la producción y respetar el sueldo de la gente. Se arregló con los trabajadores suspendidos cobrar un 85,7 por ciento del sueldo neto, y que no se le iban a descontar los premios”, enfatiza Gianini. A pesar de esto los retiros voluntarios y despidos tampoco tardaron en llegar.

Durante la década del 90, la crisis económica que atravesó el país llevó a la fábrica a la quiebra y los telegramas de despidos masivos no tardaron en llegar.

Gran parte de los trabajadores de Algoselan son empleados de oficio, de edad avanzada que no cuentan con secundario ni una carrera universitaria, y han aprendido lo que saben dentro de la fábrica. “Diforti tenía 66 personas de excedente. Algunos trabajadores de planta fueron reubicados como guardia de portería, realizan tareas de limpieza, cortan el pasto. Un año haciendo eso. También intentó reubicarlos en otra fábrica del parque, Sewtech  que está tomando personal, incluso hay un plan de Gobierno que si lo incorporás al trabajador en otro lugar tenés un beneficio. El tema es que le piden el secundario completo y la mayoría no lo tiene. Otro de los requisitos es que sean personas de 25 a 40 años”, explica Bianchi.

La producción seguirá suspendida hasta el primero de agosto aunque nadie puede contestar con exactitud qué va a pasar. “La empresa apuesta a seguir. Esto se arregla con una ayuda del Gobierno restringiendo la exportación. Actualmente las ventas siguen paradas,  hoy la gente no va a comprarse un jean o una camisa, porque antes de eso tiene que darle de comer a los hijos”, describe el delegado.

En la avenida principal de Jáuregui los perros se pasean sin pedir permiso. La estación de tren parece abandonada, debido  a su poca frecuencia. El pueblo no recibe muchos visitantes y por eso pocos conocen su historia. La historia de un pueblo que nació a orillas del río Lujan, gracias a una fábrica textil. En ese pueblo se vive una atmósfera de tranquilidad y silencio en el aire. Tan calmo y desolado como la mismísima Algoselan con sus máquinas detenidas, hasta que el mercado o el Gobierno lo dispongan.