Por Lucila Matteucci desde Barcelona
Fotografía: Gentileza La Moncloa Prensa

El 1 de junio y tras una moción de censura presentada por el Partido Socialista Obrero Español (PSOE), el Congreso de Diputados en pleno votó para que Mariano Rajoy, el presidente y líder del Partido Popular (PP), dejara su cargo. Luego de un largo proceso de acusaciones por corrupción, que focalizan en la cúpula de su partido, el Parlamentó votó por la remoción con 180 votos a favor y 169 en contra. Así, Pedro Sánchez, líder del PSOE, se convirtió en el tercer presidente socialista de la historia de España y en el primero en asumir sin elecciones de por medio.

En un día de pleno sol y con el país listo para recibir el verano, los diarios españoles hicieron eco de semejante hecho en la memoria política de un país que no deja de ser noticia por escándalos de corrupción y luchas independentistas. A diferencia de lo que en Argentina hubiese generado manifestaciones en las calles de norte a sur, por la Plaza Catalunya de Barcelona, la marcha era llevada por manadas de turistas sin ninguna bandera, mientras que sólo en algunos balcones se pudieron ver lazos amarillos, signo de pedido de libertad por los presos políticos, aquellos detenidos por impulsar la independencia catalana.

En España el ciudadano común elige hablar poco, claro y despacio, como Nacho (38, español), que explica sorprendido: “La moción fue repentina. No estaba en ninguna estrategia. Y aquí, los que se quejan, viven en una burbuja. Hablan de los que menos tienen y nunca han visto a un pobre. No son capaces de salir a la calle. Ellos siguen haciendo dinero por detrás que no es más que estafa al Estado”. Nacho, especialista en estrategias de marketing, aunque no deja de resaltar que el socialismo de ahora no es el mismo de antes, muestra algo de esperanza: “Con Sánchez van a cambiar muchas cosas, toda la ayuda social volverá”. José Castilla Pérez (84), en cambio, no cree que nada vaya a modificarse. Andaluz de origen y radicado en Cataluña desde hace 40 años, opina: “El socialismo no va a poder cambiar las cosas porque no lo van a dejar gobernar”, y además agrega que el socialismo «nunca ha hecho nada».

Para Nacho, esto es el principio del fin del bipartidismo en España. “Esto se muere”, dice mientras toma una caña en la vereda, fuma y abre sus ojos celestes grandes. Y afirma: “La nueva política de izquierda defiende lo social. La derecha defiende el holding”, y coincide con José en lo complejo que será gobernar con minoría en el Senado.

Para Julián Rodríguez Pineda, colombiano de origen y nacionalizado español después de residir aquí 10 años: “La hoja de vida de Rajoy es impecable” y el socialismo regala mucho y produce poco terminando por entregar “el país en quiebra”. Julián, que sí habla fuerte y convencido, se considera independentista pero no acepta mentiras. Es que, la actualidad de la política española no puede leerse sin tener en cuenta el intento de Cataluña de separarse del resto del país. De hecho, comenta, que una de las primeras declaraciones de Sánchez ha sido al respecto. “Yo sí quisiera que Cataluña se independizara, pero sin mentiras, haciéndolo de manera legal. A mí me molesta el uso de la mentira para llegar al fin”. José, por su parte, ante la pregunta por la independencia, contesta: “Soy español”, con firmeza y tranquilidad.

Rajoy baja una escalera del parlamento español, luego de su último discurso como presidente.

Pedro Sánchez se convirtió en el tercer presidente socialista de la historia de España.

Los casos de corrupción y las mentiras son muchos y todos los testimonios coinciden en que nadie quiere ser robado. A pesar de ello, las medidas que deberían aplicarse difieren según el caso. Para Julián: “El capitalismo que tenemos es salvaje y le importa un bledo el pobre y el socialismo que tenemos es bruto, porque regala mucho, pero no produce”. Para José, ex maquinista de Renfe, los trenes españoles: “Todo dependerá también del presupuesto que maneje y de cumplir con sus valores.” Con desconfianza agrega: “Está en manos de él. Cuando se lucha por una idea hay que luchar por una idea siempre.” Aunque no deja de resaltar que a Sánchez “siempre le ha dado igual todo. Siempre que ha habido elecciones ha ido en contra del otro partido. Antes negó el presupuesto del PP diciendo que le daba urticaria y ahora sale de presidente y aprueba los presupuestos que rechazó. Eso no es de ser un gobernante como tiene que ser, eso es cambiarte la chaqueta”, resalta.

Nacho reconoce que lo que ha pasado es que se ha puesto de acuerdo todo el mundo para derrotar a esta gente y enseguida retoma: “Todos están de acuerdo en una cosa: no puedes imponer el relato de un país obligando a los demás a que cambien de opinión. Que haya presos políticos en España es denigrante, ¿nos volveremos Venezuela?”, se pregunta.

José desde su casa toma un vino y comparte en familia, sabiendo que no verá el verdadero fin del bipartidismo: “Es más de lo mismo. Porque aquí siempre han gobernado conservadores y socialistas”. Julián, recién llegado de trabajar y en plena cena, reflexiona: “Llegará un momento necesario en que se equilibren las dos cosas”. Nacho con sus casi 40 años, ve una luz al final del camino: “Si no hay bipartidismo, el abanico de opinión es más amplio y la gente no está engañada. Se intentará llegar a un acuerdo pero es inaceptable que me impongan un relato. Los partidos de derecha aquí lo que van a hacer es poner al país económicamente bien, pero van a robarte y luego van a quitarle a la gente que no tiene o no puede, con lo cual es muy darwinista, es la teoría de la evolución. El socialismo, en cambio, piensa más en las necesidades sociales, piensa en el grueso del país. La derecha cree que el motor del España es lo económico pero el motor del país es la gente”.

Mientras Sánchez organiza su nuevo gabinete intentando asegurarse personajes conocidos en la historia socialista de España, como Josep Borrel, quien fuera Ministro de Obras Públicas, Transportes y Medio Ambiente con Felipe González y presidente del Parlamento Europeo, en la Rambla catalana brotan los turistas junto a los ciudadanos españoles, que esperan con atención y paciencia las nuevas directivas desde La Moncloa.