Por Catherine Silva
Fotografía: Lucia Barrera Oro

El pasado lunes 10 de abril se realizó la cuarta audiencia en el Tribunal Oral Criminal Nº 4 por el travesticidio de Diana Sacayán. La familia, activistas y periodistas siguieron la audiencia bien de cerca. Dos fueron los testimonios, un inspector que estuvo en la detención y allanamiento de la casa del sospechoso Gabriel Marino en octubre de 2015, y un amigo del acusado.

El día 12/03/2018 se dio inicio al juicio por el travesticidio de Amancay Diana Sacayán, incansable luchadora por los derechos de todas las travas, trans, travestis e impulsora de la Ley de Cupo Laboral Trans -que lleva su nombre-.

Como todos los lunes, militantes y defensores de derechos humanos acompañaron a la familia Sacayán exigiendo justicia en la Plaza Lavalle, frente al Palacio de los Tribunales. Allí se montó también la radio abierta del colectivo LGTB Presentes. Antes de ingresar a la audiencia, Luciana Sánchez, representante de familia en la querella, dijo: “Hoy iba a ser la última audiencia de testigos, vamos a tener además de esta audiencia, dos más (16 y 20 de abril). Falta todavía escuchar un montón de testigos y sobre todo algunos propuestos por la defensa que no han hablado. Todavía nos falta un tramo, vamos por la mitad recién. Además de agradecerles mucho, les pido que sigamos sosteniendo este reclamo de justicia con Sasha, con Darío, con toda la familia Sacayán. Volvemos a afirmar que fue un travesticidio. Estamos aportando todas las herramientas para que sea juzgado como corresponde”.

El primer testimonio de la audiencia fue el de un inspector que participó del allanamiento y operativo de detención de Marino en la casa familiar de Morón. Su declaración duró unos diez minutos durante los que afirmó que en el operativo se recogieron algunas prendas de vestir, como un buzo a rayas que también se mencionó en otras audiencias.

El testimonio del segundo testigo fue más extenso. Duró casi una hora y media y correspondía a un contador sexagenario. “Conocí a Marino entrando a un cyber en Artigas y Yerbal, en el año 2015”, recordó. Después precisó que fue entre abril y junio de ese año y agregó: “Marino era muy simpático y entrador, educado, de hablar bien. Me contó sus problemas con las adicciones, lo habían echado de la casa, quería trabajar conmigo, me pidió trabajo. Me dio la impresión que necesitaba hablar con alguien. Lo alenté a que fuera al Cenareso (ex Centro Nacional de Recuperación Social, lugar donde Diana conoció a Marino). Cuando estuvo internado yo iba a llevarle cigarrillos todos los días. Lo dejaban salir a la calle conmigo. Él me llamaba «El Padrino Mágico».

-¿Por qué lo ayudaba? – preguntó el fiscal Ariel Yapur.

-Por mis creencias. Soy creyente, aunque usted no lo sea.

-¿Cómo supo de la muerte de Diana?

– Por Internet- respondió el testigo y contó que días después visitó a la madre de Marino. “Ella estaba cosiendo un jean roto, era un corte hecho con una tijera. La madre de Marino me contó que él se había peleado con Sacayán y había resultado herida”, dijo. Fue el primer testimonio desde que comenzaron las audiencias en que alguien señaló que Marino confesó haber lastimado a Sacayán. Cuando fue interrogado acerca de la relación entre Marino y Diana, dijo: “Me contó que iba a consumir a la casa de Sacayán”.

Después, el testigo aseguró que Marino le pedía plata para darle pañales y leche “a una criatura que tenía”. Además explicó que ayudaba a la madre del acusado dándole comida y describió al acusado como “violento y caprichoso”. Recordó que en una oportunidad, le pidió que lo acompañara a comprar droga y, ante una pregunta del juez, respondió que colaboraba con unos 500 pesos semanales con el sospechoso.

El juez Báez le preguntó: ¿Por qué esa bonhomía con Marino?

– Por afecto. Si Marino no hubiera tenido ese problema de adicción, me podría haber casado con él con matrimonio igualitario. Respondió el testigo.

Luego de la audiencia, Gabriela Mansilla, la mamá de Lulú (la primera niña trans  que cambió su identidad de género sin batalla judicial a los seis años) y al frente de la organización Infancias Libres, salió de la sala conmovida y dijo: “Yo hago el aguante todos los lunes pero evito hablar porque a mí me atraviesa de otra manera. Me genera miedo e inseguridad. Luana, que ya va a cumplir 11 años, tiene que salir a la calle y por ahí se encuentra con uno de estos tipos que no respetan. Tener un DNI no te acredita para que te respeten, la Ley de Identidad de Género no se cumple como se debe. Conozco a Say, a las hermanas, a la familia, acompaño la causa, no soy del palo, soy una mujer heterosexual que esto le pasó por las entrañas porque parió una hija que tuvo el valor y la decisión de decirme, yo no soy un varón, soy una nena.” Y finalizó diciendo mientras abrazaba a Sasha, hermano de Diana: “Hoy quiero que esto se caratule como un travesticidio. Hoy quiero que se haga justicia porque Diana somos todos y todas, porque esta lucha no la podemos dejar, hay vidas de por medio. Hoy es Diana, mañana puede ser Lulú, y pasado quién. ¿Y cuántas Dianas no tuvieron este juicio? ¿Cuántas Dianas no tuvieron una familia para reclamar? ¿Y cuántos Marino le arrebataron la vida? Esto no puede volver a suceder.”

Desde afuera también acompañaron la visibilización del travesticidio de Amancay Diana Sacayán, los artistas de Sudor Marika, el bachillerato trans Mocha Celis, el Movimiento Antidiscriminatorio de Liberación (M.A.L), La Dignidad, Presentes, Furia Travesti, La Colectiva, Libre Diversidad y la Agrupación LGTBI 1969, entre otras.