Por Antonella Rossi
Fotografía: Lucas Benevolo

Otro golpe a la educación pública. A falta de tres días para comenzar las clases, con 40 inscriptos, los profesores y alumnos del colegio Héroes de Malvinas, ubicado en el barrio La Carbonilla, se enteraron de que la sede había sido cerrada. El establecimiento funcionaba desde hace seis años bajo el Plan de Finalización de Estudios Primarios y Secundarios (FINES) llegado al barrio por iniciativa de los propios vecinos y de la Asociación Civil Late Paternal. De esa escuela egresaron, en ese lapso, 300 alumnos mayores de 18 años. “No esperábamos el cierre, pero tampoco nos sorprendió. Es una postal de época”, dijo Gabriel Salomón presidente de Late Paternal.

De las 60 instituciones adheridas al Plan FINES en la Ciudad, ya son trece las sedes que han cerrado sus puertas en los barrios de La Paternal, Lugano, Boedo, Villa Soldati, Pompeya y San Telmo, afectando el trabajo de 80 docentes y la continuidad de los estudios de 500 alumnos. La situación se repite en el territorio bonaerense, con más de 50 escuelas rurales cerradas por el Gobierno de la provincia de Buenos Aires. Todo esto se suma al desmantelamiento de las políticas de integración social, implementadas por el gobierno anterior, como el Plan PROGRESAR y Conectar Igualdad que han disminuido notoriamente su alcance.

profesores y estudiantes del plan fines reunidos en reclamo por su cierre.

Trece instituciones adheridas al Plan FINES fueron cerradas en distintos barrios de la Ciudad.

La Carbonilla es un barrio que desde hace unos treinta años se emplazó donde antes funcionaba la distribución del carbón, dentro de La Paternal. Se encuentra a la vera de las vías del ferrocarril San Martín, y está organizada con una junta vecinal que cuenta con tres delegados electos, uno por cada sector. Los vecinos, junto con las organizaciones sociales y políticas lograron la normalización del barrio, la luminaria y el agua. “Antes no existíamos para nadie, ni para el Gobierno nacional, ni para el provincial o municipal. Tampoco figuraba en los mapas interactivos”, contó Salomón. Actualmente viven alrededor de 2.000 familias que hasta el año pasado contaban con un lugar propio donde recibir educación pública, gratuita e inclusiva. En Héroes de Malvinas, no sólo estudiaban niños, sino también adultos; hoy sólo funciona el nivel primario. Funciona en un edificio muy precario, donado por una vecina. La escuela se viste con tres mesas plegables y cuatro bancas largas, de madera, comprados por los habitantes del barrio. “Administrativamente funciona como una sucursal de una escuela secundaria, pero en la práctica es una escuela con la misma carga horaria y materias de cualquier Centro Educativo de Nivel Secundario (CENS) de la Ciudad de Buenos Aires, solo que no tenemos la estructura edilicia. Las materias se cursan de forma cuatrimestral, se obtiene un título oficial de perito mercantil con especialización en administración de empresas después de estudiar los tres años”, explicó Walter Onoratto, director, referente pedagógico y profesor de Historia de una de las trece sedes del FINES, que el gobierno porteño intenta cerrar.

En esta institución funcionaba un programa de alfabetización, terminalidad de primaria y secundaria. “Hay vecinos no solo de La Carbonilla sino también de La Paternal y otros barrios, que han cursado toda la escolaridad acá. Tenemos cuatro o cinco casos de personas que están cursando el CBC o están en los primeros años de una carrera universitaria. Así que el nivel de daño que se le hace a estas personas con el cierre, es muy grande”, afirmó Salomón.

Federico Campos tiene 27 años, dejó la escuela a los 17 tras repetir el último año de secundaria. Con mucho esfuerzo, después de una ardua jornada laboral como taxista, asistió todos los días a la escuela Héroes. «Vi un cartel en el barrio La Paternal y me decidí. Terminar la escuela era una cuenta pendiente para mí. Soy padre de familia, tengo una nena y en otro tipo de institución se me complicaba estudiar por una cuestión de horarios. El plan FINES te permitía acomodar los horarios, llegar un poco más tarde o si faltabas los compañeros te pasaban la tarea para ponerte al corriente, en ese sentido me sentí más contenido que en cualquier otra institución. Por eso cuando supe del cierre sentí tristeza y frustración, porque así como yo estoy terminando hay muchos en mi misma situación o mucho peor y no van a poder contar con esta herramienta», dijo. Empezó hace tres años y medio y hoy le queda una materia para recibirse. Federico Planea continuar con su formación académica por lo cual se ha inscripto en el programa UBA XXI (CBC a distancia) para hacer Ciencias Políticas.

imagen de un cartel sobre una pared que dice "escuela primaria, escuela secundaria para adultos - plan fines". en la foto se ve la puerta de la sede y un perro

Desde el Gobierno de la Ciudad, la primera excusa para cerrar la secundaria fue que Nación no mandaba el dinero para sostener la escuela.

Por ahora, la única batalla que ganaron en la lucha contra el cierre de Héroes de Malvinas es que aquellos que adeudan unas pocas materias puedan rendirlas para finalizar el secundario y obtener el título. Pero aquellos que estaban en primero o segundo año, por el momento, han quedado a la deriva con expectativas de ser reubicados. “Desde la Dirección de Adultos del Ministerio de Educación, la primera excusa que nos dieron para cerrar la secundaria fue que Nación no les mandaba el dinero para sostener la escuela, pero la realidad es que no ponen ni las tizas para el pizarrón”, detalló Salomón indignado. Los docentes van a concurso pero solo toman horas, no gozan de aguinaldo ni vacaciones, es decir que cuando termina la cursada en diciembre no cobran hasta el comienzo del nuevo cuatrimestre. “Estamos precarizados pero seguimos enseñando por amor a la profesión”, manifestó Onoratto. “No sabemos cuál es el criterio que utilizaron para definir qué escuelas permanecerán abiertas y cuáles cerradas. En las cercanías hay una sola sede, a unas 10 o 15 cuadras, pero el título que ofrecen es en otra especialidad y tienen un horario limitado de 10 a 14 que resulta inaccesible para la gente que viene después de trabajar y que tienen además una familia que atender”, evaluó Salomón.

Onoratto explicó que el Plan FINES significó mucho para el barrio porque además de brindarle educación a los jóvenes permitió la unión entre el barrio La Paternal y La Carbonilla, que por cuestiones sociales y de prejuicios estaban desvinculados. “Siento mucha tristeza, porque tuvimos que hacer todo de la nada. Con ayuda de la gente, de la sociedad civil, los vecinos y profesores pusimos el cuerpo. Es una angustia tremenda, tantos años de trabajo y todavía no sabemos qué va a suceder”, confesó el director, a punto de quebrarse.

Gladys Noemí Contreras, es de la zona sur de Buenos Aires y cursó los tres años de secundaria en esta escuela. En el 2015 comenzó sus estudios en Héroes de Malvinas, porque había conseguido un trabajo cerca. Al año siguiente perdió ese empleo, pero continuó en la escuela. Trabajaba de día y de noche asistía al curso, a veces con lluvia, también con frío. Contó que comía en el colectivo para llegar a tiempo a las clases. «El Plan FINES me vino bien porque entrar a los 50 años a la secundaria común me daba resquemor. Pero acá había chicos de todas las edades, mucho compañerismo. Creo que me ayudó un montón, estoy más desenvuelta». Con respecto al cese del FINES planteó que le dio lástima porque se le cerrarían las puertas a personas como ella, que tienen problemas con los horarios laborales para asistir a otras instituciones.

Para Onoratto, el Plan FINES permite una cercanía con los estudiantes, que la frialdad de las escuelas regulares lo dificulta. “Uno se entera de los problemas que tienen los alumnos, de lo que les cuesta venir a estudiar, e intenta incentivarlos. Pero para la gran mayoría de la población de la Ciudad de Buenos Aires el Plan FINES es una mala palabra, está mal visto. Sólo lo ven bien quienes conocen el proyecto, los profesores que trabajan ahí y quienes han podido estudiar gracias a él. Esto se lo debemos a pseudo periodistas que han basado una campaña electoral defenestrando el Plan, diciendo que era un título express y que los profesores no son profesores. Pero no es así, hay que estudiar tres años para recibirse, los profesores deben concursar para dar clases, como en cualquier otra escuela”, explicó.

La gran mayoría de los profesores de Héroes de Malvinas fueron reubicados en otras sedes del Plan FINES. Pero los alumnos son los que se ven más afectados porque es más difícil reubicarlos en otras sedes que cuenten con el mismo plan de estudios, para que no tengan que empezar de cero. “Además se estaría rompiendo con un ambiente familiar en el que están tranquilos y se sienten cómodos. Hay muchas cosas que pasan por la cabeza de las personas mayores cuando retoman sus estudios, tienen miedo que los carguen, que los molesten, se sienten disminuidos. La misma sociedad nos inculca que si tenés 40 o 50 años y estas estudiando para terminar la secundaria es porque no hiciste las cosas bien. Y no es así, les pudieron pasar mil cosas en la vida, cada uno tiene sus razones. Si su tiempo de estudiar es ahora, hay que ayudarlos a que se puedan graduar”, concluyó.

imagen de 5 miembros en la puerta del centro comunitario "Irene Bellocchio" con un cartel que dice "no al cierre del plan fines".

El Plan FINES, además de brindar educación a los jóvenes del barrion permitió la unión de los barrios La Paternal y La Carbonilla.

Alejandro Pérez es profesor de Biología y Educación para la Salud, comenzó a trabajar en el FINES de la escuela Héroes de Malvinas en el segundo cuatrimestre del 2017, por inquietud personal y búsqueda de nuevas fuentes de trabajo. Tiene una doble visión de la educación para adultos debido a que es profesor en escuelas regulares diurnas y nocturnas. “Si bien el plan FINES corre en paralelo con las escuelas regulares, las segundas apuntan a otro público que no pudo terminar a tiempo la secundaria, mientras que el FINES es para personas más grandes. Empezó como un plan para ayudar a terminar el secundario a los jóvenes, pero luego se abrió la posibilidad de dictarlo no solo en escuelas, sino también en sociedades barriales, de fomento, instituciones religiosas y organismos públicos nacionales y municipales que le brindó una oportunidad de estudiar y progresar en sus carreras profesionales a los sectores populares”, explicó Pérez. “Los chicos que van a las escuelas nocturnas son cada vez más jóvenes -agregó-. Cuando yo arranqué a dar clases tenía 26 años y mis alumnos la misma edad, ahora que tengo más del doble los chicos tienen 16 y 18 años. Por otro lado, en los colegios diurnos se da el fenómeno de la sobreedad. Hoy nos encontramos con chicos de la edad de cuarto o quinto año en primero”.  

La principal diferencia que encuentra Alejandro entre la escuela regular y el FINES es que los alumnos quieren ser alumnos. “Uno llega y los encuentra con las carpetas abiertas y lapicera en mano. La actitud de querer aprender, eso lo valoro mucho, sobre todo en esta sede. La gente viene de trabajar tanto del barrio como de las afueras, con un pasado y presente complejo, problemas de salud o de adicciones, vienen, se sientan y quieren escuchar e insertarse en la sociedad, mientras que muchos de los alumnos de la escuela regular están atados a la celumanía y a la dependencia tecnológica. Con la gente grande hay vivencias en común por más que no tengamos la misma edad, hay un ida y vuelta en el aprendizaje”.

Camila Valsano es del barrio La Paternal, tiene 22 años y dejó la escuela cuando estaba en quinto año de secundaria porque empezó a trabajar. Comenzó el plan FINES en 2015 para terminar sus estudios, pero quedó embarazada y volvió a dejar. Hoy se encuentra dando las últimas materias para recibirse y proyecta una carrera en educación especial. «Me sorprendió la noticia y me dolió porque sé el esfuerzo que hicieron para abrir esto, lo viví desde adentro y puedo decir que el ambiente que se generaba era muy lindo, tanto con mis compañeros como con los profesores. El vínculo entre profesor y alumno que tuve en este lugar, no lo tuve en ninguna otra escuela. La motivación que te daban para que rindas, para que no bajes los brazos. Por eso no quiero que esto se cierre. Conozco muchos chicos que tenían la intención de inscribirse y ahora no van a poder hacerlo. Les están sacando la posibilidad de que terminen sus estudios, les están quitando ese derecho».

imagen de una mesa dentro de la sede. hay una cartel que dice "no al cierre del plan fines de la paternal".

El cierre del Plan Fines implica sacarle una herramienta más a los sectores populares y más vulnerables.

Juan Carrizo es otro de los ejemplos que enorgullece a los profesores, directivos y a sus propios compañeros. Cumplió 26 años y egresó del FINES hace un año y medio. El año pasado finalizó el CBC de Abogacía y actualmente cursa las primeras materias de la carrera. «El plan FINES llegó a mi vida en un contexto bastante particular. Había sufrido un accidente bastante difícil que me dejó en silla de ruedas y un día me dije tengo que hacer algo para estar más activo. En un local a dos cuadras de mi casa vi un cartel que anunciaba la apertura de las inscripciones y me decidí. Fueron dos años y medio de trabajo que dieron sus frutos. El Plan FINES me abrió muchas puertas, si bien las bases del secundario que tenía no eran malas, no llegaba al conocimiento que necesita una persona como ciudadano y creo que el FINES fue una herramienta de inserción social y académica. No hay nada más lindo que sentirse parte», confesó Juan, quien también lamenta el cierre del plan debido a que muchos jóvenes con sus mismas inquietudes y necesidades van a quedar varados. «Es una herramienta que se les saca una vez más a los sectores populares y más vulnerables. Espero que den marcha atrás con el cierre, que entiendan que acá hay gente que estudia y otra que trabaja, de forma precarizada y hacen todo a pulmón», agregó.

Pérez como el resto de los profesores se enteró del cierre vía correo electrónico, tres días antes de empezar las clases. Las medidas que se tomaron fueron abrir los contactos de los docentes que se quedaron sin trabajo al resto de las sedes del plan FINES, para que puedan ser reubicados, pero no se abrieron nuevas sedes. “En mi caso tuve la suerte de que quedó una vacante en otra sede, similar a la de La Carbonilla, en una sociedad de fomento del Barrio 15, llamada El Elefante Blanco. Sin embargo, quienes se vieron más perjudicados son aquellos docentes que se volcaron exclusivamente a la educación en el plan FINES, porque yo soy profesor de escuelas regulares diurnas y nocturnas. Y el alumnado no sabe a dónde ir ahora. Lamentablemente se está empujando a la gente al desestimulo de terminar el secundario. Mi temor es que los cambios que está implementando el Gobierno, como el cierre del plan FINES, llegue a un punto sin retorno”, concluyó.