Por Dolores Pérez Müller
Fotografía: Ilustración: M.A Milijiker

Los niños y niñas que asistían al jardín de infantes de la Escuela Nº 42 de la ciudad de Chacabuco, que el gobierno de María Eugenia Vidal decidió cerrar, ahora deberán viajar 16 kilómetros todos los días por la Ruta Nacional Nº 7, la tercera más peligrosa del país por cantidad de accidentes según el Instituto de Seguridad y Educación Vial (ISEV), para continuar su escolarización. Y en la misma localidad hay otros tres establecimientos en vilo, la Escuela Nº 28, la Nº 38 y la Nº 47.

La situación se repite en toda la provincia. Unos 500 kilómetros al sur, los chicos de La Josefina, Claudio Molina y Lincalel, tres parajes pertenecientes al partido de Tres Arroyos, ante el cierre de los jardines rurales a los que iban, tendrán que hacer cerca de 15 kilómetros para concurrir a la escuela más cercana.

“Son todas medidas de apuro, sin planificación y contradictorias porque hablan de ´reubicación´ pero el Estado no está pagando el transporte escolar, por lo tanto estos chicos no tienen forma de llegar a esos colegios para poder iniciar sus clases”, afirma el diputado provincial por el Frente Renovador, Pablo Garate.

Desde el Estado aducen que es conveniente para estos alumnos en su proceso de sociabilización integrarse en aulas con más compañeros pero, tal como explica Evelyn Fernández, docente del nivel inicial de Estación Claudio Molina, “al niño que se le cierran las puertas los padres no pueden enviarlo a otra escuela, por lo tanto ese niño queda en su casa, en el campo, solo y sin interacción con otros y va a entrar a un primario sin haber pasado por el jardín”.

Evelyn, que lleva 15 años de maestra en escuelas rurales, cuenta que muchas veces ocurrió que asistiera a clase un único alumno. “Pero jamás escuché que luego ese chico haya tenido inconvenientes para sociabilizar con otros cuando comenzó el primario o secundario en las zonas urbanas”, subraya. “El argumento del gobierno es que hay pocos inscriptos pero la realidad es que son escuelas rurales y poblaciones chicas, siempre son pocos alumnos”, sostiene el diputado Garate.

Mateo hoy tiene 24 años y recuerda sus pasos por el jardín y la primaria de la Escuela Rural Nº 46: “Generabas vínculos estrechos y profundos con los ocho compañeritos que tenía, de distintas edades y donde aprender daba gusto porque al ser menos la maestra podía volver a explicar los conceptos si era necesario o avanzar más rápido sin tener que amoldarse a un número grande de alumnos”, relata.

El ajuste educativo en la provincia incluye la fusión de cursos, como sucede en el Balneario Reta, a 79 kilómetros de Tres Arroyos, y también en la Escuela Primaria Nº 13 de Castilla, partido de Chacabuco, en la que se unifican tres grados en uno.

“Esto plantea un retroceso, ir a clases con chicos de distintas edades y desarrollos madurativos diferentes no es pedagógico”, opina Hugo Hernán Moro, ex concejal chacabuquense. Es la única escuela del pueblo y algunas familias ya están buscando alternativas para mudarse a las ciudades vecinas en vista de esta situación. De todas formas, siguen peleando, y esta semana la comunidad entera se reunió en un abrazo simbólico en defensa del colegio y de la enseñanza pública.

En el partido lindero de Chivilcoy, la Gobernación decidió cerrar las escuelas Nº 26 y 16 y el Jardín de Infantes 915 de la pequeña localidad de Emilio Ayarza. También la Escuela para Adultos de Moquehuá. Los argumentos fueron los mismos. “Todo parte por entender la educación como un gasto y no como una inversión; es ajuste sobre la educación, ni más ni menos, cuando a la educación hay que abrirla no cerrarla. Además de no tener en cuenta lo que implica para estos chicos sacarlos de su ámbito”, remarca Garate.

“Se toman medidas atrás de un escritorio sin conocer la realidad de cada localidad. A nosotros nos costó mucho conseguir la infraestructura y nos rehusamos a perderla”, se queja Néstor Castro, docente del CENS Nº 451 de Educación para Adultos de Claromecó, balneario con 3.000 habitantes también perteneciente a Tres Arroyos. El mismo día en que se abría la inscripción al primer año les informaron que la escuela se cerraba a nuevas personas “por falta de inscriptos”, cuando en realidad se abrió y se cerró casi simultáneamente.

Toda la comunidad se plantó ante la medida y abrieron la inscripción de todas formas para demostrar a las autoridades que lo que estaban diciendo no coincidía con las necesidades educativas del lugar y hoy ya tienen 21 inscriptos. Aun así, siguen en la incertidumbre porque el gobierno todavía no revirtió su decisión. “No todos tienen la posibilidad de viajar a Tres Arroyos para terminar su secundario y nadie nos garantiza que las condiciones de traslado estén dadas para realizar ese viaje de 70 kilómetros todos los días”, destaca Néstor.

Un cuadro similar se da no muy lejos, en Indio Rico, un pueblo de 1.000 habitantes perteneciente al partido de Coronel Pringles. Allí se decidió el cierre del CENS Nº 2511. “Esto es totalmente ilegal, incumplen la Ley 13688 de Educación Provincial y cambian las reglas del juego constantemente”, denuncia la docente Sandra Pandeles, y agrega: “Nos dicen que no nos preocupemos por nuestros puestos de trabajo porque los docentes vamos a pasar a formar parte de otro programa de formación pero lo que nosotros queremos es que no cierren la institución que cuenta con la misma cantidad de matriculados desde que se inauguró”.

Los bachilleratos para adultos de varias ciudades bonaerenses también cayeron “en la volteada”, como en González Chaves, que cuenta con una escuela secundaria para adultos para una población de 8.000 habitantes, y al que se le pretende modificar la modalidad. “Es un bachillerato en el que se hace un seguimiento muy minucioso de los adultos que ingresan con dificultades para adaptarse al sistema educativo y luego se los capacita para que continúen sus estudios en un nivel terciario. Hoy se quiere cambiar por módulos, lo cual implica pasar a un nivel de calidad muy inferior al anterior, donde tampoco se garantiza la continuidad laboral de sus trabajadores”, asegura Carlos Alberto Pérez, docente del establecimiento.