Por Florencia Fieroli
Fotografía: Florencia Ferioli

«Hay muchos Lucianos», dice Mónica Alegre, madre de Luciano Arruga, en este especial por el aniversario de la desaparición de Luciano Arruga, un adolescente que fue desaparecido y torturado por la policía en 2009, enterrado como NN y encontrado en 2014.

Mirá el especial de Luciano Arruga

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El Espacio Social y Cultural Luciano Arruga es construido en el destacamento N° 8, dependiente de la Comisaria 8ª de Lomas del Mirador, gracias a la lucha de organismos de derechos humanos, familiares y amigos del joven que le dio su nombre a ese lugar donde, antes de morir, había sido detenido ilegalmente y torturado.

En el destacamento, como tal, sólo se podían realizar tareas administrativas. Sin embargo, hay huellas de los cientos de Lucianos que pasaron por allí. De la ventana ataban a los pibes. Y los dejaban ahí, como basura amarrada a las rejas. Las marcas de los chicos hoy siguen intactas, no hay lavandina que las borre. Son huellas del dolor que atravesaron los jóvenes que tuvieron que padecer el hambre de esas fieras con gorra.

En el barrio 12 de Octubre ser pobre y vestir de determinada manera basta para ser detenido y  obligado a robar para la cana: esa misma que nos tiene que cuidar. Y el pibe no se puede negar, no corre con la misma suerte que el resto de la sociedad. Luciano se negó. A él y a sus familiares los hostigaron durante años. Lo detuvieron y lo molieron a palos en la cocina del destacamento, mientras su hermana Vanesa y su mamá Mónica oían sus gritos. Pero no pudieron pararlos. El hambre de la gorra se llevó puesta su vida.

Tenía 16 años cuando lo chuparon. El 31 de enero del 2009 salió a buscar dinero a lo de su hermana Vanesa. Hoy, 9 años después, nunca volvió. Lo vieron por última vez en el destacamento, alrededor de las 22. Y no hubo más noticias suyas, hasta el 17 de octubre del 2014. Cinco años después apareció el cuerpo enterrado en el Cementerio de Chacarita como NN. Claro, no había habido  oportunidad de reconocerlo si en el libro de guardias del Hospital Santojanni , donde lo había llevado la Policía,figuraba como un “hombre de 35 años de tes blanca”. Luciano era un pibe morocho y tenía 16 años.

Luciano murió atropellado en el cruce de la Avenida General Paz a la altura de Emilio Castro. Los testigos declararon verlo correr desesperado y sin zapatillas, lastimado. Es una avenida de carril rápido. Hay un cruce bajo nivel para los peatones. Luciano vivía a pocas cuadras. Sabía que no se cruza por allí. Cruzó corriendo en la madrugada de ese 31 de enero. Lo atropelló un auto. En la autopsia además de las marcas del vehículo, aparecieron signos de tortura: golpes en todo el cuerpo y una costilla rota.

En el destacamento se cuidaron. Se encargaron de lavar el patrullero y toda huella que se pudiera borrar. Moni no dejaba de preguntar por su hijo. Pero nadie le daba respuesta. Hasta que luego de cinco años, luego de buscarlo 1.866 días, apareció enterrado en Chacarita.

Luciano Arruga representa una problemática social que tiene relación con las políticas neoliberales y el silenciamiento social de prácticas represivas, de violencia institucional, de represión estatal. No es un caso aislado sino el accionar de instituciones corruptas. 

El delito de detención forzada de personas es definido por Nora Cortiñas, Madre de Plaza de Mayo Línea Fundadora, como “el crimen de crímenes, porque se viola todos los derechos de una persona, se la priva de todos sus derechos. Es imprescriptible y permanente, todos los días la persona sigue desaparecida”. Se incorporó por la Ley 26.679 en el Código Penal en el año 2011.

Y es paradójico, porque en una democracia se supone que nadie tiene que desaparecer. Sin embargo, a Luciano lo mató la Policía, lo desapareció el Estado y lo encontramos luchando.

Lee la entrevista a Vanesa Orieta publicada el año pasado por ANCCOM: AQUÍ

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