Por Agustina Ahibe
Fotografía: Gentileza Prensa Película Liebig

La película  se propone retratar la historia de Liebig, ese pueblo entrerriano marcado por la fábrica inglesa de corned beef, esa carne conservada que le daba nombre y vida al lugar. A través de un registro de testimonios en forma de diálogos, el film  narra la búsqueda de identidad de una localidad que resiste el paso del tiempo. ANCCOM dialogó con  su director, Christian Ercolano, con uno de los guionistas, Gustavo Intrieri, y con pobladores del lugar.

En el kilómetro 165 de la Ruta 14 se encuentra el acceso a Pueblo Liebig. Esta localidad forma parte del departamento de Colón y cuenta con 770 habitantes, según indica el último censo realizado en 2010. Su historia se remonta a 1903 con la llegada de Liebig’s Extract of Meat Company. Además de dar empleo a más de 3.500 operarios, el frigorífico llegó a ser considerado de los más grandes del mundo gracias a la exportación de carnes enlatadas durante la Segunda Guerra Mundial. Junto a Fray Bentos, en Uruguay, se los llamaba “la cocina del mundo”.

En 1970 la compañía inglesa se retiró, dejándole al pueblo una fábrica vacía. Esta quedó abierta al público a través de visitas guiadas, por lo que sirvió de atractivo turístico. Una vez que estas actividades cesaron, el paso a la fábrica quedó únicamente abierto para registros fotográficos. Sin embargo, “hace ya unos años que está cerrada. Hoy en día el dueño es Juan Carlos Vizental, y si se quiere pasar a verla hay que hablar con él”, explica Ariel Pintos, que forma parte de la Junta de Gobierno de Liebig.

Hombre sentado en la vereda, frente a una entrada, señalando hacia su derecha.

La historia es narrada por sus propios protagonistas: los habitantes del pueblo y ex trabajadores del frigorífico.

Esta situación fue lo que impactó a Christian Ercolano en  2007, mientras realizaba un viaje turístico por Entre Ríos y decidió conocer el pueblo: “Una de las cosas que más me llamó la atención fue la fábrica, varias hectáreas más grande que el pueblo. Jamás se la habilitó para otra función, la gente vivía del recuerdo de un pasado glorioso muy diferente a lo que sucedía en realidad en el pueblo”, recuerda.

Esto lo llevó a contactar a Germán Loza y Gustavo Intrieri como guionistas para el proyecto. «Cuando Christian me llamó me dijo ´mirá, en este lugar hay una historia que contar”, recuerda Intrieri y agrega: “Nos pareció que había un relato sobre un modo de vida, sobre la nostalgia y la pérdida de trabajo. Pensamos que estas personas un día iban a dejar de estar, y con ellos se irían sus historias”.

Desde 2008 se inició la pre-producción del film, financiada por aportes de sus propios realizadores hasta  2012. “Después hicimos un primer armado pero necesitábamos más material”, explica Ercolano. La situación cambió  cuando el documental ganó el Concurso Quinta Vía de Proyectos Digitales del Instituto Nacional de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA). Según su director, “con ese presupuesto se pudo terminar la película, y los registros más serios arrancaron en 2012 y 2013”.

Garita de seguridad abandonada en primer plano y la fabrica abandonada a la distancia.

«Pensamos que estas personas un día iban a dejar de estar, y con ellos se irían sus historias”, comenta Intrieri, guionista del documental.

La historia es narrada en la película por sus propios protagonistas: los habitantes del pueblo y ex trabajadores del frigorífico. Con respecto a la modalidad de registro, el director de Liebig detalla: “Nos encontramos con personas que ya tenían idea de cómo manejarse frente a las cámaras porque ya muchos programas de televisión fueron a  entrevistarlos. Lo que decidimos con los guionistas y Alejandro Reynoso (director de fotografía) fue hacer una entrevista corta formal y después apagábamos la cámara y les preguntábamos por lo que hacían en su día a día”.

A través del diálogo y el vínculo de confianza generado con los entrevistados, se buscó retratar el costado más humano y romántico del lugar. “Ha sido un pueblo muy bastardeado por los medios, lo tratan de pueblo fantasma, cosa que no es porque vive gente. Eso les duele mucho a las personas de Liebig”, explica Gustavo Intrieri.

Toma de plano cenital de la fabrica abandonada.

El documental busca retratar el costado mas humano y romántico del lugar.

Estela Casse, habitante del lugar y propietaria de la hostería Casa Vieja, ve esta intención con buenos ojos y considera que “lo que se ha hecho con el documental  es muy importante. Es un pueblo muy pintoresco y de alto potencial turístico, sólo que necesita inversión. No sólo de privados sino del Estado. Al no tener una intendencia propia, el presupuesto con el que cuenta es bajo. Por eso creemos que el documental va a dar visibilidad y aumentar la expectativa e intriga respecto a Liebig”.

De esta manera, la ópera prima de Christian Ercolano construye una historia desde el relato en carne propia y la metáfora. Al respecto, el realizador explica: “Queríamos una historia potente, que pueda entender cualquier espectador  y que tenga distintos niveles de sutileza simbólica para que un espectador más exigente pueda captar”

Liebig ha sido presentada en el 32º Festival Internacional de Cine de Mar del Plata  y seguirá en cartel en el MALBA durante todos los viernes de diciembre.

Mirá el trailer:

Actualizado 29/11/2017