Por Magalí Medina
Fotografía: Sofia Genovese

Pedro Saborido recorrió durante su multifacética e incansable carrera los diversos medios de comunicación: empezó como sonidista en cine, lo que le permitió trabajar en películas como Esperando la Carroza (1985), hizo radio con ciclos como Saborido y Quiroga (1989) y en 2009 ideó Lucy en el cielo con Capusottos, transmitido por FM Rock and Pop. A partir del 1991 escribió guiones para los programas de TV de Tato Bores, fue co-creador de programas de culto como Todo por Dos Pesos y de obras de teatro como Una noche en Carlos Paz. Además, dirigió películas como Peter Capusotto y sus tres dimensiones. Hoy es guionista de Peter Capusotto y sus videos, un programa que se emite desde 2005. Después de haber navegado por diferentes medios y de conquistar su lenguaje, Saborido hace un trabajo crítico desde adentro.

El programa tiene críticas a la cultura dominante y, muchas veces, a la tele en particular: ¿pensás que la televisión vuelve a los espectadores seres pasivos o que puede llegar a ser usada para pensar, para incomodar?

Esta es una discusión de décadas acerca de si el entretenimiento es evasivo o te enseña a pensar. En sí mismo, ningún medio tiene moral o ética propia sino la intención que le aplica quien difunde a través de ese medio. Por ejemplo, un libro: bueno, acá tenemos un montón de literatura nazi ¿qué vamos a decir del libro en ese caso? O un libro que alienta la pederastía, o las redes sociales que han hecho rica a mucha gente y hay gente que usa las redes sociales para psicopatear gente o directamente contactar a alguien y hacerle un daño. En sí, ningún medio es una cosa u otra, la TV de entrada nos propone ver algo que ya ha hecho otro, sea un reportaje a Borges o un programa de chimentos pedorrísimo donde se especula o se pone en forma de entretenimiento cosas lamentables que le han pasado a alguien. No me animaría a decir que la televisión hace que el espectador sea pasivo, ahora ¿para qué la usamos? Ahí se pone un poco más espeso el asunto y entonces por ahí sí ‘el medio es el mensaje’, y el mensaje es pasivo, recorta, confunde la realidad con lo que te recortan como realidad, hay un montón de cosas que sabemos que ocurren a través de la televisión. Pero no sé si sería tan apocalíptico en ese sentido.

¿Cómo es el proceso creativo para el programa que hacen con Diego Capusotto? ¿Cómo se les ocurren los personajes, cómo eligen los vestuarios, la voz, los rasgos de cada uno?

No hay una mecánica acerca de cómo se nos ocurre cada personaje. Por ahí todo sale de un personajito que hace Diego y que capaz parece que no tiene sustancia pero tiene una forma de hablar, un movimiento o de una idea que pide un personaje. Entonces, algunos automáticamente aparecen y otros son más a partir de una idea. No hay tanto secreto, hay personajes que son más profundos, logrados y hay otros que simplemente son unos personajes que navegan por una situación.

Pedro Saborido, productor guionista y director de cine.

«No me animaría a decir que la televisión hace que el espectador sea pasivo, ahora ¿para qué la usamos?».

El programa tiene muchas vistas por Youtube, en algunos casos supera la cantidad de espectadores por TV ¿a qué lo atribuís?

Son dos instancias distintas, son dos maneras distintas. La televisión es la simultaneidad en un espacio y un tiempo. Las vistas de Youtube equivaldrían al catálogo, es decir, uno las va viendo a través del tiempo. Pretender que algo se vea al mismo tiempo todo junto es como pretender juntar a todo el mundo para hacer un asado, la posibilidad de ver a tus amigas de a una por ahí es más grande, es otra forma de contacto. Youtube implica que estén más a disposición, todo el tiempo, pero cómo y cuándo podés.

Saborido, además de hacer TV, tiene muchos otros proyectos: realiza un programa de radio llamado Raviolandia que sale los miércoles a las 21 por Bit Box FM, en teatro colaboró recientemente con Daniel Araoz con la obra Demoledores que se exhibe en el Teatro Picadilly y, junto a Mex Urtizberea, hacen Que mundo idiota en el Teatro Picadero. Está por publicar un libro basado en relatos futboleros publicados por la Revista Un Caño en una sección llamada “Los cuentos del Tío Peter” .

Además, lleva adelante la propuesta del bar Bargoglio, espacio en el que se convoca a reuniones “entregadas al vermuth y la comida casera” en el Café Cultural La Forja ubicado en el barrio porteño de Flores. En estos ciclos ya participaron el actor Pablo Echarri, el humorista gráfico Miguel Rep y el periodista Daniel Santoro.

¿Te resulta difícil hacer humor en un contexto político como el actual en el que los funcionarios a veces dicen cosas inverosímiles, como “hay lugares donde sobra agua y lugares donde falta”?

Son barbaridades pero trato de que no me causen gracia, en todo caso me desesperan un poco y me preocupan. Pero el humor no compite con la realidad. Esto de suponer que solo en la Argentina pasan cosas inverosímiles es otra muestra de narcisismo, nada más. El absurdo es parte de la condición humana, no de Argentina. Yo no suelo ver el gobierno para hacer humor, yo hago lo que se nos ocurre a mí y a Diego, lo que hacemos los dos. Seguramente nos influencia la realidad pero no estoy fijándome qué dice Michetti, no hacemos ese tipo de humor. De hecho las cosas que se están viendo ahora son del año pasado y de pronto si coincide con la realidad o los niveles de interpretación que le da el que mira y quiere relacionarlo, bueno, que lo relacione.

Pedro Saborido, productor guionista y director de cine.

«Esto de suponer que solo en la Argentina pasan cosas inverosímiles es otra muestra de narcisismo», dice.

¿Te parece compatible tener compromiso político y tener sentido del humor?

Sí, si no tendríamos un problema. El humor es una característica de ciertos momentos, es una parte de la vida, algo con lo que uno matiza su vida pero no es una cuestión absoluta. Tampoco estaría haciendo un chiste con todas las cosas que veo. Si hago eso es porque estoy trabajando. En este momento es medio difícil porque por ahí hacés un chiste y el otro se ofende. Ni yo ni Diego hacemos chistes directos. Uno trata de tener una pretensión por lo menos artística de hacer algo elegante, bien hecho, que haga reír no basándose en el nivel de provocación que pueda ofender. En la calle ponen “Macri gato” ¿por qué voy a decir “Macri gato” en televisión, si ya lo ponen en todas las paredes?

¿El humor sirve para reflexionar?

A veces hacemos chistes que son graciosos, pero son una pavada. Del mismo modo, reírse de un sin sentido en sí también es una reflexión sobre algo. Otra cosa es querer hacer reflexionar al otro. Yo creo que uno pone su reflexión y que el otro decida qué reflexionar. Aunque en el fondo creo que uno quiere que todos piensen como uno porque uno pretende que el mundo que piensa uno es algo mejor.

 

Actualizado 12/10/2017