Por María Cecilia Esquinazi
Fotografía: Sonia Donnarumma

Como todos los lunes a la tarde en el Centro Frida es día de mateada. Alrededor de una mesa redonda de la sala de biblioteca se reúne un grupo de compañeras y la coordinadora para reflexionar acerca de un tema específico: el arte del Kintsugi o la “belleza” de la cicatrices. El Kintsugi es un arte japonés que consiste en la práctica de reparar fracturas de la cerámica con barniz o resina espolvoreada con oro. Plantea que las roturas y reparaciones forman parte de la historia de un objeto y que deben mostrarse en lugar de ocultarse. Así, al poner de manifiesto su transformación, las cicatrices embellecen el objeto.

Daniela les propone a Viviana, Paula, Fabiana, Morena y María que tomen tres hojas con imágenes -Frida Kahlo, “el grito sagrado” de Higui en la Garganta Poderosa, y la frase “mujer, ni sumisa, ni devota, te quiero libre, linda y loca”- las rompan con las manos  y vuelvan a reconstruir a las mujeres a través de un collage. 

El grupo sabe de qué se trata. Todas han llegado al Centro con historias duras a cuestas.

En el corazón del barrio porteño de Parque Patricios, el Centro Frida es un espacio que nació de la lucha colectiva, de las organizaciones sociales que trabajan la problemática de situación de calle como “Proyecto 7” y “No tan Distintas”. Cuenta con 40 camas para que habiten mujeres “cis y trans” con o sin niños y niñas a cargo. La institución funciona las 24 horas todos los días del año, el tiempo de permanencia es indefinido, y se propone llevar adelante un trabajo multidisciplinario.

El Centro es una realidad gracias a “Proyecto 7” desde 2015. “No tan Distintas” participa en su gestión en tanto organización social compuesta por mujeres que crean estrategias de contención y empoderamiento para superar situaciones de vulnerabilidad social, fundamentalmente la situación de calle.   

Vale destacar que antes del surgimiento de Frida, “Proyecto 7” administra desde 2011 el Centro de integración Monteagudo, orientado a la integración social de hombres en situación de calle.   

“Nosotras también tratamos de generar nuestros propios fondos para las actividades y el mantenimiento del hogar», dijo Daniela Camozzi.

Daniela Camozzi, una de las coordinadoras del centro e integrante de “No tan distintas”, advierte que se trata de un espacio de “contención”. En diálogo con ANCCOM, subraya: “Concebimos a las mujeres como protagonistas de sus historias, capaces de formular sus propios proyectos de vida”. 

El Centro Frida se mantiene con donaciones, más allá del convenio básico con el Gobierno de la Ciudad. “Nosotras también tratamos de generar nuestros propios fondos para las actividades y el mantenimiento del hogar: participar de ferias, varietés, producimos fanzines mostrando los trabajos de las chicas en los talleres, y solemos para fin de año hacer tarjetas o calendarios”, explica Daniela.

Actualmente, la ocupación es completa, pero a las mujeres que están en lista de espera para ingresar al hogar les ofrecen comida, participación en los talleres y las instalaciones para higienizarse.

 “Llegué a Frida por intermedio de una encargada que trabaja aquí. Estoy desde la mitad de febrero porque me había peleado con mi pareja. El ahora está en cana”, relata Fabiana.

Viviana se suma a la charla. “Me fui de mi casa cuando tenía 15 años, ahora estoy en la lucha y sola. Hace unos meses fui mamá, por haber estado en situación de calle perdí a la beba, y porque no tengo documentos. En abril de este año llegué a Frida, y las chicas que trabajan aquí me ayudaron a tramitar los documentos, y en conjunto con un equipo de abogados, se están moviendo para que pueda recuperar a la beba”, relata.

El trabajo cotidiano está mediado por reflexiones sobre la violencia contra las mujeres, las distintas maneras de practicar la maternidad, la trayectoria de las mujeres trans y la educación sexual integral.

Distinto es el caso de Paula. “En este momento no estoy aquí en Frida porque me encuentro en situación de calle y no hay camas. De todas maneras, fui una de las seis primeras integrantes, desde los inicios del centro, hace dos años. Mi problemática es el consumo de drogas. Por ese motivo dejé a toda mi familia. Lo cierto es que he hecho miles de tratamientos, no pongo voluntad para dejar las drogas, me cuesta cumplir con una rutina de ayuda profesional, y  siento que todavía necesito seguir consumiendo, es por esa razón que yo siempre me voy”, confiesa.

Viviana no duda en calificar al personal de Frida como parte de su “familia”. Y sentencia: “Aquí en Frida me siento como con mi familia, como si estuviera en mi casa, en donde recibo mucha contención de las chicas”.

Paula marca matices y asegura: “Actualmente me siento muy sola, pero cuando estoy aquí en Frida me encuentro muy contenida, las siento como a mi familia, y a las chicas las quiero mucho, porque me aceptan como soy”.

La violencia de género es uno de los temas más debatidos en talleres y charlas.  La coordinación del Centro lo asume como un desafío. “Estamos todo el tiempo interpeladas, indignadas, a veces con cierto desánimo”, subraya Daniela.

El trabajo cotidiano está mediado por reflexiones sobre la violencia contra las mujeres, las distintas maneras de practicar la maternidad, la trayectoria de las mujeres trans y la educación sexual integral. Los profesionales cruzan distintas áreas: psicólogas, antropólogas y sociólogas.  

A su vez, el centro se encuentra organizado en distintas áreas de trabajo como salud, talleres de la comunicación y niñez, entre otros.

En las asambleas semanales habitantes y trabajadoras  definen los temas que atraviesan a la institución: horarios, pautas, reglas de convivencias, talleres, tareas, actividades y lineamientos generales.

Para el futuro deseo que Frida pueda seguir existiendo, pero que la lucha se profundice. Que a partir de nuestra iniciativa surjan muchos más centros integrales para asistir a personas en situación de calle, con el firme deseo de que algún día dejen de existir”, concluye Daniela.  

«Que a partir de nuestra iniciativa surjan muchos más centros integrales para asistir a personas en situación de calle, con el firme deseo de que algún día dejen de existir”, dijo Daniela.

Actualizada: 16/08/2017