Por Paula Bovone (Universidad Nacional de Moreno)
Fotografía: Liana Rodríguez

En el Oeste del Gran Buenos Aires existe una forma diferente de entender y practicar la educación. Se trata de una escuela que no es estatal ni privada, que pertenece a la comunidad de un barrio de trabajadores en la localidad de Paso del Rey, partido de Moreno. Organizada horizontalmente, las decisiones se toman en forma colectiva entre padres y docentes. Se basa en el ideario del educador Paulo Freire, apela a una mirada crítica y comprende que la institución no se encuentra aislada de lo que ocurre en la comunidad. Forma parte de las escuelas de gestión social, instituciones con una impronta comunitaria cuyo dueño no es el estado ni una sociedad anónima: son los padres y sus docentes. Su nombre: Creciendo Juntos.

La escuela nació en 1982, gracias al trabajo de los vecinos que integraban la sociedad de fomento del barrio. Juan Manuel Giménez, uno de los fundadores y docente de la escuela, recuerda: “No había nada acá cuando vinimos al barrio, era un terreno. Nos hicimos cargo con otros vecinos de la sociedad de fomento”. En esa época, las calles eran de tierra y los vecinos se habían propuesto asfaltar las cuadras, pero debido a lo costoso del proyecto solo pudieron hacer unos tramos de calle y con el excedente de dinero decidieron levantar un jardín, porque el más cercano se encontraba a treinta cuadras. Ese año, se construye el edificio en el terreno de la Sociedad de Fomento. En ese momento la institución decide inscribirse como una asociación civil de gestión privada, dado que no existía la figura de gestión social. A pesar de ello funcionaba con una impronta comunitaria y bajo una pedagogía innovadora para esa época, que se basaba en los preceptos del educador brasileño Paulo Freire. En sus primeros meses, con esfuerzo, tuvieron que sustentarse económicamente con rifas y otras actividades para poder pagar los sueldos de los maestros dado que las subvenciones solicitadas al estado demoraron en llegar.

Los noventa chicos de primero a tercer año se distribuyen por agrupamiento, no por años, y cursan los cuatro talleres dos veces por semana con algunos de los profesores que dan también otras materias.

Con el pasar de los años el jardín tuvo la necesidad de crecer.En el año 1988, los padres y docentes se propusieron crear la escuela primaria. Con ese fin rifaron tres autos cero kilómetros.Hubo un gran involucramiento de las familias que iban a trabajar los fines de semana en la construcción de las aulas, convirtiéndose en albañiles. Así se empezó a construir un aula por año. Juan Giménez, director del nivel secundario, cuenta: “Se trataba de un trabajo comunitario, colectivo y de entender que lo que estabas creando era un lugar para tu hijo”.

Para el director, la primaria surgió de una necesidad: “En nuestro caso existían ganas, había prácticas que se hacían en el jardín de infantes que los padres querían que sus hijos la pudieran hacer en la escuela primaria. Que pudieran continuar esto de una escuela abierta, que el papá no se quede en la reja, que pueda entrar, estar presente, hacerse parte, que pueda ser algo construido entre familias, docentes y estudiantes”. Ana Travero integró la primera promoción de egresados del jardín; hoy elige la escuela para llevar a su niño de 9 años por los valores humanitarios que se enseñan y los espacios que les brindan a las familias: “Mis padres participaron de la fundación, me siento parte de la escuela” cuenta.

En el 2008 empezó a funcionar el nivel polimodal, hoy secundaria. En ese mismo año la nueva Ley de Educación Nacional (26206)  en sus artículos 13 y 14 incorporaba a las escuelas de gestión social y cooperativa que hasta ese momento legalmente no existían.

La escuela nació en 1982, gracias al trabajo de los vecinos que integraban la sociedad de fomento del barrio.

La escuela se mantiene gracias al pago una cuota muy baja;  un 10% de la población estudiantil cuenta con una beca y aquellas familias que no pueden pagar acuerdan con la institución para realizar algún trueque. Los sueldos de los docentes se encuentran subvencionados por el Estado, no así los salarios de los auxiliares ni los gastos de mantenimiento de las instalaciones que se sostienen a través del pago de las cuotas, de las ferias que se realizan todas las semanas y de alguna actividad que organicen para recaudar fondos.

La secundaria se especializa en artes visuales, con talleres de animación y ficción, de documental, teatro y radio. Los noventa chicos de primero a tercer año se distribuyen por agrupamiento, no por años, y cursan los cuatro talleres dos veces por semana con algunos de los profesores que dan también otras materias. Esos docentes de otras áreas se especializaron para los talleres, cuenta Juan. el director: “La que da inglés empezó a estudiar teatro, hizo una carrera durante dos años, el profesor de matemática tomó en su momento animación y se perfeccionó en ello. Nuestro fuerte son los audiovisuales. Esta impronta hace eso, docentes ‘no taxi’ que en la secundaria es difícil conseguir. Lo cual genera una implicancia en el proyecto importante”.

En la escuela estudian alrededor de 180 chicos por nivel, unos treinta niños por curso. Joaquín, un estudiante de sexto grado, cuenta que siente una confianza con las maestras que no se tiene en otras escuelas, su compañera Willen  asiente: “Si, son como nuestras amigas”.

Lorena Coronel, directora de la primaria, empezó como maestra suplente en 1999. Para ella una de las diferencias con otras escuelas es la forma de dirigirse, el valor de la palabra de los chicos. Uno de los aspectos a resaltar en el trato hacia los estudiantes es la forma de pedir silencio: los docentes solo necesitan levantar la mano, no alzan la voz.

 En tanto, Naná Córdoba,  egresada de la escuela  resalta que “muchos profesores y maestros de Creciendo Juntos tienen un compromiso enorme con sus estudiantes y con la escuela en sí. Nos ayudaron a desarrollar un ojo crítico que hasta el día de hoy nos sirve para cuestionar lo que vemos en los medios de comunicación hegemónicos y en los discursos del poder político”.

La escuela que no es estatal ni privada, pertenece a la comunidad de un barrio de trabajadores en la localidad de Paso del Rey, partido de Moreno.

 

La esencia de la escuela se basa en el trabajo comunitario, colectivo.

 

Actualizada 27/06/2017