Por Marina Jiménez Conde
Fotografía: Ana Laura Martín Rodríguez

Organizaciones sociales del campo popular recordaron ayer a Maximiliano Kosteki y Darío Santillán, los jóvenes militantes sociales que murieron hace quince años a manos de las fuerzas policiales en medio de una multitudinaria manifestación en el Puente Pueyrredón. Con los autores materiales del crimen -el entonces comisario Alfredo Luis Fanchotti y el ex cabo Alejandro Acosta- condenados a cadena perpetua,  el acto de cierre se centró en el reclamo para que se investigue la responsabilidad de los funcionarios políticos que dieron la orden de reprimir

Corría el 25 de junio de 2002. Maximiliano Kosteki caía herido de muerte sobre el piso de la estación Avellaneda; Darío Santillán vio a su compañero y se acercó  para socorrerlo. A él también le dispararon a un metro y por la espalda.

El Frente Popular Darío Santillán, un domingo de 15 años después, organiza una jornada para recordar la masacre de Avellaneda. La cita es en la Avenida Hipólito Yrigoyen, uno de los principales accesos al Puente Pueyrredón que se encuentra a unas cuadras de allí, a la salida de la estación del tren Roca, rebautizada como Darío y Maxi. Sobre uno de los laterales de la salida  se improvisa un anfiteatro para llevar a cabo las actividades de la reunión. Desde las 12 del mediodía, un grupo de niñas y niños de escuelas de enseñanza con orientación popular, se divierte con los juegos que se arman en el sector.

El Frente Popular Darío Santillán, un domingo de 15 años después, organizó una jornada para recordar la masacre de Avellaneda.

Afuera, el colectivo Muralismo Nómade en Resistencia le da las últimas pinceladas a los muros de la fachada de la estación que desde el viernes empezaron a colorear. “La idea que atravesó todo el muro es una gran bandera hecha de pañuelos de la resistencia”, explica Melisa,  una de las muralistas.

Al poco tiempo, remeras violetas y pañuelos verdes de la Campaña Nacional por el Aborto Legal, Seguro y Gratuito salen a la Avenida Yrigoyen para iniciar la asamblea de mujeres, trans, lesbianas y piqueteras. “El feminismo hizo que nos entendiéramos iguales y lo hicimos arriba del Puente, en medio de la muerte de Darío y Maxi”, comenta una de las voceras.

A las cuatro, la tarde toma ritmo con la llegada de la murga Escalando Sin Remedios,  que no sólo se encarga de bailar sino que sube al escenario presentando varias canciones con letras críticas a la política social. “Tomamos al carnaval como herramienta de transformación, un momento donde interactúas con el barrio, con la calle, y compartís para transformar”, señala Ailin una de las integrantes de la banda, mientras su compañero David acota: “La crítica es la función más importante de la murga, la lucha es el punto de partida. Como el que corta un puente, hay distintas maneras de luchar; la murga es la nuestra.”

“La idea que atravesó todo el muro es una gran bandera hecha de pañuelos de la resistencia”, explica Melisa, una de las muralistas.

Mientras tanto,  en el anfiteatro se lleva adelante un taller de serigrafía para estampar pañuelos con la consigna “Darío y Maxi no están solos” y “Organizar la rabia y transformarla en alegre rebeldía”. También hay lugar para una obra de teatro y para la realización de dos mesas redondas. En una de ellas Tomás Eliaschev, delegado del Sindicato de Prensa de Buenos Aires (SIPreBA),  interviene para recordar la tapa de Clarín tras el asesinato de Kosteki y Santillán que decía “La crisis causó dos nuevas muertes” a la vez que reivindica a los trabajadores de prensa que “arriesgaron el pellejo” al sacar las fotos de la masacre.

Al caer la noche, a los productos que ya se venían ofreciendo en los puestos de la economía popular (libros, ropa, juguetes de madera, yerba, bizcochuelos, tartas), se le suman los puestos de hamburguesas y bebidas,  a la vez que sobre la calle se empezó a congregar un público diverso para escuchar a las distintas bandas que suenan,  desde el rock hasta el folclore.

Desde el escenario se recalca que si bien, a través de la lucha popular fue posible lograr la cadena perpetua para los autores directos del crimen, todavía no hay presos por dar la orden de reprimir. “Los responsables políticos de la masacre de Avellaneda, caminan por la calle impunemente y siguen haciendo política amparados por el poder judicial, económico y político”, acusa una de las voceras del acto luego de señalar al ex presidente Eduardo Duhalde, Aníbal Fernández -Secretario General de aquella presidencia- y a Felipe Solá -Gobernador de la Provincia en ese momento.

La estación Darío y Maxi del tren Roca, con las pintadas de sus rostros.

“Allí donde creyeron matar el proyecto de Darío y Maxi, nosotros levantamos un espacio de cultura a cielo abierto. Allí donde creyeron acabar con su lucha, su ejemplo se multiplica”, replicó otra de las voceras desde el escenario,  mientras enumeraba las escuelas populares, los jardines y espacios de recreación, los comedores populares y copas de leche, los barrios, las casas populares, las radios comunitarias y las agrupaciones educativas que se construyeron en honor a la lucha de Kosteki y Santillán.

En tanto, Alberto Santillán, el padre de Darío, afirma: “¿Por qué siempre pagan los idiotas, los cobardes como Franchiotti y Acosta y no pagan los políticos que mandaron a matar a Darío y a Maxi?”. El hombre agregó: “Si el Estado nos tiene que cuidar y tenemos un Estado de mierda que nos mata,  esto tiene que encauzarse dentro de los delitos de lesa humanidad”.

Alberto Santillan, el padre de Darío, durante el acto.

“Sabemos que podemos caminar con el pecho bien erguido y con la cabeza alta. Yo muchas veces les digo que he perdido el nombre, porque no soy más Alberto, soy el papá de Darío Santillán ahora, y eso es un orgullo enorme”, enfatiza Alberto Santillán.

El acto principal concluyó  con una marcha de antorchas hacia el Puente Pueyrredón, en donde un grupo de militantes comenzaba la vigilia para el día de hoy hacer un corte sobre este acceso.

Actualizada 26/06/2017