Por Belén Ladaga
Fotografía: Belen Ladaga

A 31 kilómetros de la ciudad de San Carlos de Bariloche se localiza Villa Mascardi, una localidad ecológica con 74 años de existencia, cuyo principal objetivo desde su fundación es la defensa del territorio nacional en el Parque Nacional Nahuel Huapi. Hoy, las familias que habitan el lugar no cuentan con suficiente apoyo de Parques Nacionales y parecería que queda en sus propias manos la regulación del turismo, el control de los fuegos, la limpieza del parque y la protección de la foresta ante los inminentes peligros que acechan al bosque.

“Parques cierra los espacios en lugar de controlar y nosotros no queremos que pase eso”, explica Brígida Altamirano, quien vive hace 25 años en la zona. El objetivo de los pobladores de Villa Mascardi -expresa- no es cerrar el paso a los turistas ni privatizar el parque, sino generar un sistema de control y educación constante que permita conservar el estado del bosque y fiscalizar el problema de la basura, el acampe ilegal y, uno de los peligros más graves, los fuegos.

“Si el cartel dice prohibido hacer fuego,” señala Susana Pena, pobladora de la zona hace quince años, “es que no se puede hacer fuego. No puede ser que los propios vecinos tengamos que salir de noche a controlar si hay fogones porque los guardaparques no lo hacen. No tenemos autoridad para controlar, ni tampoco deberíamos tenerla, para eso están los guardaparques”.

cartel que dice "area de uso diurno" y "prohibido acampar"

Las familias de Villa Mascardi no cuentan con suficiente apoyo de Parques Nacionales y parecería que queda en sus propias manos la regulación del turismo, el control de los fuegos, la limpieza del parque y la protección de la foresta ante los inminentes peligros.

Los problemas del acampe ilegal, el fuego y de la basura se gestan, según explican los vecinos, por la falta de control de Parques Nacionales. Como indica Pena, los bosques deben ser accesibles para cualquier persona, sin excepciones. Pero dicha entrada debe conllevar las vigilancias necesarias para que no se destruya el paisaje y se respete la naturaleza. “Es un problema cultura -asegura Altamirano, otra lugareña- pero mientras este problema persista, hay que subsanarlo con controles más estrictos para que el bosque no sufra”.

Desde el lado de Parques Nacionales, la respuesta encuentra voz en el jefe de guardaparques Ramiro Aráoz, quien no desconoce en absoluto la falta de control y las fallas en la gestión de Parques, pero dice que se hace difícil cooperar con los vecinos debido al poco número de efectivos en la zona y su escasa autoridad legal. “El primer problema es el número,” explica Aráoz, haciendo hincapié en la falla de gestión. “No puede ser que haya solo dos guardaparques encargados de una zona -agreg-. No dan abasto, no pueden cubrir todos los turnos.” Sin dudas, hay una cuestión económica de fondo, ya que un mayor número de guardaparques implica más salarios, más casas que los alojen y, por lo tanto, aumento presupuestario. Por otro lado, si bien las condiciones llevan a cerrar ciertas zonas del parque, Aráoz sabe que “el parque es para todos, no solamente para algunos”.

El problema del acampe ilegal no es sencillo, ya que normalmente va de la mano con el peligro del fuego: quienes acampan, la mayor parte de las veces acompañan su estadía con un fogón para hacer asado, mantener la temperatura, etcétera. El fuego es un factor de alta peligrosidad en los bosques del sur, han existido durante años incendios forestales que destruyen completamente la naturaleza. Aráoz deja en claro que antes los guardaparques tenían una mini bomba para poder controlar el foco, mientras se esperaba a los brigadistas, pero hoy no tienen ninguna herramienta para luchar contra los incendios más que un llamado a los bomberos. “Brigadistas no somos -indica Aráoz-, entonces no estamos autorizados para tener un autobomba. Muchas veces, si se logra controlar el foco, se puede evitar el incendio”.

Para hacerle frente al problema, centrándose en el acampe ilegal como una de sus causas, fueron los mismos vecinos quienes actuaron. Organizados en una Comisión de Fomento, con Guillermo Morixe como presidente, se realizó una donación de materiales para la construcción de cinco lugares de camping agreste gratuitos con las tareas de mantenimiento de limpieza, desmalezado y cortes de pasto permanente y retiro de basura dejada por los turistas.

Cartel de Villa Mascardi

Villa Mascardi está a 31 kilómetros de San Carlos de Bariloche. Es una localidad ecológica con 74 años de existencia.

De igual manera se llevaron adelante muchas otras acciones gracias a la iniciativa de los vecinos y sus donaciones, como recuerda Bárbara Morixe: paradores, arreglo de la capilla de la zona, charlas sobre el hantavirus (peligro inminente en la zona, por ser una enfermedad viral transmitida por ratones), donación de cartelería, entre otras. Y son los mismos lugareños que, si ven un fogón ilegal, se paran a alertar a los turistas sobre su prohibición y apagan el fuego.

En Villa Mascardi, los vecinos suplen a Parques Nacionales y a la autoridad gubernamental. Pero no todo es fácil, ya que, como explica Carlos Frey, es plata que sale de los propios bolsillos. “Cuando hay que hacer una obra dice-, se hace una reunión vecinal y se piden donaciones a los vecinos. Pero no siempre los vecinos pueden contribuir, y es entendible,” aclara. Por otro lado, también son cautelosos en recibir ayuda del Gobierno: no quieren que la lucha se partidice.

Sin dudas, el respeto por la naturaleza comienza, antes que en los turistas, en cada vecino y los pobladores lo saben. “Las casas construidas acá siempre respetaron el bosque”, explica Reynaldo Cervini, dueño de una extensión de terreno de fraccionamiento original. “No tiramos árboles, mantenemos la arquitectura de las casas de madera para que se integre al paisaje, tenemos todos los sistemas de depuración de aguas servidas y nos encargamos de la contención de la basura. Para realizar una obra, hay que pedir autorización a Parques Nacionales. Ser vecino de acá es una responsabilidad muy grande, y todos la tomamos con seriedad y orgullo”.

Villa Mascardi, desde su fundación en el año 1943, con el decreto N°149719, ha sido un lugar de total respeto por el bosque nativo y defensa del paisaje natural. La lucha vecinal continúa día tras día, recogiendo evidencia de fogones, documentando acampe prohibido y recogiendo basura, para poder sumar elementos a los recursos legales que amparan el interés del parque.

Una lucha implica la defensa del turismo responsable, el bosque nativo y el respeto completo por el territorio nacional. Lo mejor que se le puede dejar a las generaciones futuras es el bosque autóctono, cuidado y libre.
Actualizada 09/05/2017