Por Tomás Borgo
Fotografía: Marisol Meza

Eran un grupo de escritores argentinos que, en los años ’60, no se consideraban como tales. Nunca alcanzaron la masividad, ni lo intentaron: los influenciaba la literatura confesional y autorreferencial de la Generación Beatnik estadounidense, pero quizás todavía más la bohemia porteña de esos años, aquella de los bares, la psicodelia, el jazz, el surgimiento del rock nacional. Néstor Sánchez, Ruy Rodríguez, Reynaldo Mariani, Sergio Mulet, Victoria Slavuski, Leandro Katz e Isidoro Laufer, algunos de ellos, eran poetas que cantaron al ocio y al amor libre desde la marginalidad, esquivando cualquier tipo de circuito comercial o intento de profesionalizar la escritura, con un espíritu juvenil que manifestaba su insatisfacción ante lo ofrecido por la ciudad y su sociedad de consumo. Por estos días puede verse en el Museo del Libro y de la Lengua la muestra Déjalo Beat – Insurgencia poética de los años ’60, un gran trabajo de recopilación de las creaciones literarias del Movimiento Beat argentino, que se nucleó particularmente en las revistas Opium y Sunda.

Esteban Bitesnik, curador.

“La muestra no busca compararlos con los beatniks norteamericanos, para mí no son comparables ni por el contexto en el que surgen ni por sus preocupaciones estéticas a la hora de la producción literaria «, duce Esteban Bitesnik, curador.

  “La idea fue hacer centro en la periferia -dice Esteban Bitesnik, curador de la muestra-. El proyecto surgió a partir del libro Argentina Beat. Derivas literarias de los grupos Opium y Sunda, compilado por Federico Barea, de editorial Caja Negra. Luego, con el equipo de trabajo de la Biblioteca Nacional, nos dimos cuenta de que había bastante material sobre estos escritores. Empezamos a leer textos, a investigar, a hablar con los pocos que quedan vivos o con los que nos pudimos comunicar, como Ruy Rodríguez o Victoria Slavuski”. A pesar de que sus integrantes intentaron desligarse de toda etiqueta, lo que se conoció como el Movimiento Beat en Argentina tuvo su tiempo y ubicación geográfica: “Frecuentaban lo que se conoció como la Manzana Loca (calles Marcelo T. de Alvear, Alem, Córdoba y Maipú) –sitúa Bitesnik-. En torno a la Facultad de Filosofía y Letras, el Instituto Di Tella o el Bar Moderno, donde se juntaban periodistas, músicos, poetas y artistas de todo tipo a compartir experiencias y sus producciones artísticas”.

Puede leerse, en el Manifiesto del primer número de Opium: “Nos conocimos en revistas, en bares, en confusas reuniones a las tres de la mañana. Nos conocimos orinando juntos en baños donde leímos que Perón o Tarzán nos salvarían; nos miramos a los ojos y sonreímos: ninguno quería ser salvado…”  Explica Bitesnik que los integrantes del movimiento no eran escritores de profesión, y que ni siquiera tenían la idea de ser eso, escritores. “La mayoría de ellos tiene muy pocas cosas publicadas, algunos un solo libro –señala-. Algunos con el correr de los años se fueron reeditando, como pasó con Néstor Sánchez, quizás el que alcanzó mayor reconocimiento dentro del mundo literario, quien recibió elogios de Cortázar”.

La muestra es un gran trabajo de recopilación de las creaciones literarias del Movimiento Beat argentino, que se nucleó particularmente en las revistas Opium y Sunda.

Influenciados por la idea de la experimentación, el viaje, la trashumancia y los textos de los beatniks norteamericanos, Jack Kerouac, Allen Ginsberg o William S. Burroughs, unieron vida y arte para crear  una literatura confesional, de ritmo vertiginoso, con la intención de transmitir imágenes y sensaciones. “La muestra no busca compararlos con los beatniks norteamericanos,  para mí no son comparables ni por el contexto en el que surgen ni por sus preocupaciones estéticas a la hora de la producción literaria –dice Bitesnik-. Los beatniks norteamericanos, además, tuvieron muchas más y variada difusión, y escribieron y publicaron mucho más”.

Un armonioso jazz recorre la Sala Roberto Arlt del Museo y se entrecorta por los agudos acordes de “Jugo de Tomate Frío”, la banda de sonido de  Tiro de gracia, la película argentina que retrata el espíritu de época y la insurgencia del rock nacional. En una pantalla se pasan fragmentos de este film, del cual Sergio Mulet fue guionista y actor. “La idea de la muestra es dar cuenta de lo que fue la década del ‘60, el contexto social y político de una época en la cual todo el tiempo estaban surgiendo cosas en el mundo del arte y la cultura –apunta el curador-. La importancia del Instituto Di Tella, de bandas como Manal o Los gatos o la aparición del semanario Primera Plana. Hay que tener en cuenta que estos autores se diferenciaron siempre de un fenómeno que les era contemporáneo, el Boom Latinoamericano.  Así como circulaba mucho la noción de cultura, también estaba la de contracultura”.

Ejemplar de la revista Opium.

Ejemplar de la revista Opium.

La muestra abrió al público el 22 de marzo y desde entonces se proyectaron películas y hubo charlas y lecturas, de las que participaron los protagonistas del Movimiento Beat argentino. Para el próximo viernes, 12 de mayo, tendrá lugar “Celebración Beat. La celebración de lo Roto”, una puesta en escena donde se enlaza la actuación con otras disciplinas artísticas. Y para el 26 de mayo se proyectara Opium. La argentina Beatnik, un documental del director Diego Arandojo, quien también dirá presente. “Estamos muy contentos, tuvimos buenas repercusiones –concluye Bitesnik-. Creo que captamos el espíritu de la época y de las personas que están representadas en la muestra. Muchos de ellos vinieron a verla, y quedaron muy contentos”.

Museo del Libro y de la Lengua. De martes a domingos, de 14 a 19. Hasta el 16 de julio. Entrada libre y gratuita.

“La idea de la muestra es dar cuenta de lo que fue la década del ‘60, el contexto social y político de una época en la cual todo el tiempo estaban surgiendo cosas en el mundo del arte y la cultura», comenta el curador.

 

Actualizada 09/05/2017