Por Federico Esteban
Fotografía: Ana Laura Martín Rodríguez

El 24 de marzo de 1976, la historia de la Argentina cambió para siempre. Un Golpe de Estado, encabezado por el teniente general Jorge Rafael Videla puso fin al gobierno de María Estela Martínez de Perón, iniciando lo que se autodenominó “Proceso de Reorganización Nacional”. Aquel día, los militares interrumpieron todos los medios de comunicación e informaron que el país pasaba a encontrarse “bajo el control operacional del Estado Mayor Conjunto de las Fuerzas Armadas”, al tiempo que se recomendaba a todos los ciudadanos a obedecer las órdenes militares y policiales. Desde allí, el gobierno de facto implantaría la dictadura más sangrienta que atravesó Argentina, con el terrorismo de Estado como metodología principal. El país sufrió constantes violaciones a los derechos humanos, el encarcelamiento de miles de presos políticos, el exilio obligado de millares de militantes, la desaparición y muerte de 30.000 personas y la apropiación sistemática de 500 niños y bebés recién nacidos.

La desaparición de los seres queridos provocó la reacción de familiares, principalmente mujeres, madres y abuelas, quienes salieron a buscarlos apenas se enteraban de la trágica noticia. Pronto supieron de historias similares y empezaron a comunicarse con otras familias. Así, el 30 de abril de 1977 algunas madres decidieron reunirse en la Plaza de Mayo, frente a la Casa de Gobierno, esperando el recibimiento y la explicación de Videla o algún otro funcionario. Instaurado el Estado de sitio, algunos policías se les acercaron para advertir que “circularan”, ya que estaba terminantemente prohibido permanecer inmóvil en la vía pública en grupos de tres o más personas. Las mujeres, más tarde reconocidas por el mundo entero como Madres de Plaza de Mayo, hicieron caso y dieron vida a un hito que se mantendría hasta nuestros días: comenzaron a caminar en parejas, lentamente, alrededor de la Pirámide de Mayo, el monumento central de la plaza. Así, la solicitud policial era cumplida y, al mismo tiempo, burlada con sentido desafiante. Ya aquel día, las Madres demostraron una de sus principales virtudes: la perseverancia. Y con ella, la lucha y el amor por sus hijos. A la semana siguiente, se volvieron a reunir, con más mujeres aquejadas por la angustia. En la tercera reunión, decidieron juntarse todos los jueves, de 15.30 a 16, un horario en el que circulaba bastante gente por la plaza. Así, la figura de las Madres de Plaza de Mayo se consolidaría semana tras semana.

“Vamos las Madres, con fuerza vayan al frente, que se lo pide toda la gente, una bandera que diga gracias Madres, por ser siempre el ejemplo de la lucha popular”, les canta el pueblo.

Cuarenta años después de aquella gesta, las Madres continúan en la plaza, su plaza.  A pesar del tiempo, las Madres mantienen el rito de la ronda, vivo como el primer día. Fieles a sus hijos, llegan al punto de encuentro, como cada jueves. Mientras algunas bajan de una combi, la gente acompaña con un canto que emociona: “Vamos las Madres, con fuerza vayan al frente, que se lo pide toda la gente, una bandera que diga gracias Madres, por ser siempre el ejemplo de la lucha popular”. Se saludan, se abrazan, se ríen. “Son muy amorosas, muy cálidas. Te reciben con la mejor, si te acercás. Te escuchan como una madre más”, dice Ailín, una joven de 22 años, habitué de la movilización de los jueves.

“Alerta, alerta, alerta que están vivos, todos los ideales de los desaparecidos”, suena en el aire de la resplandeciente Plaza de Mayo, mientras las Madres comienzan a girar alrededor de la Pirámide, como aquel 30 de abril de 1977. El paso es lento, los años han pasado y el cuerpo de estas mujeres se ve transformado. Sin embargo, la fortaleza de la convicción es inalterable. Hebe de Bonafini, presidenta de la Asociación Madres de Plaza de Mayo, señala a ANCCOM: “A esta plaza la hicimos nuestra, y es nuestra para siempre. La Plaza de Mayo ya lleva un nombre: Madres de Plaza de Mayo”. Luego asegura sobre las conmemoraciones por el 40 aniversario de su lucha: “Estamos contentas, está saliendo todo muy lindo, las Madres estamos felices”.

Nora Cortiñas.

Nora Cortiñas.

Nora Cortiñas, cofundadora de la Asociación Madres y posteriormente, referente de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora -el grupo que se escindió del liderado por Hebe- también llega a la plaza. Norita, como se la conoce popularmente, rememora las primeras rondas: “Alguna vez tuvimos miedo de que si luchábamos, mataran a nuestros hijos, o nos llevaran a otros familiares. Miedos sobre qué pasaría con esta protesta callejera, pero los vencimos, permanentemente”. Luego enumera: “Tuvimos alegrías y tristezas, pero también la oportunidad de caminar con otras Madres que estaban en la misma situación que nosotras. Eso nos formó como movimiento colectivo”. Con el amor y la ternura a flor de piel, Norita continúa su retrospección hacia el pasado. Dice que los logros lo consiguieron en la calle, perdiendo a algunas compañeras: “Todo lo conseguido conllevó un costo, pero estamos orgullosas de la lucha de nuestros hijos, porque sabemos que ellos luchaban por amor a su patria”. A su lado se encuentra otra peleadora de la vida, Mirta de Baravalle, que con 92 años, continúa asistiendo al simbólico acto de Madres. “Siento la necesidad de venir. Estar en la ronda, dentro de ese círculo, es estar acompañando a los 30.000 desaparecidos. Es algo que solamente uno sabe cómo lo siente”, comenta Mirta, en tono pausado.

En la ronda también está Victoria Montenegro, una de las nietas restituidas por Abuelas de Plaza de Mayo. Ella, al mes de nacer, fue secuestrada junto con sus padres. Luego fue apropiada por el represor Herman Tetzlaf, quien le cambió su identidad. En julio de 2000, tras una serie de pruebas genéticas, se supo que era hija de los militantes desaparecidos Hilda Torres y Roque Montenegro. En dialogo con ANCCOM, Victoria indica: “A los que nos ha tocado la apropiación y crecer en una realidad impuesta, la más ajena a lo que debió ser tu vida, tu historia, tu nombre, tu fecha de nacimiento, (valora) esta posibilidad de lucha que hicieron posible las Madres y Abuelas. Ellas lograron la posibilidad de encontrarnos y que la identidad sea un derecho para todos los niños del mundo. A las formas más perversas, a las expresiones de odio, ellas no le respondieron con violencia, sino todo lo contrario: se unieron, y con el amor que tenían por sus hijos, hicieron posible esta realidad”. Más tarde agrega: “Sin esas mujeres hermosas, yo no sería yo. No tendría mi nombre, no podría haber recuperado la identidad, no sabría a quién se parecen mis hijos. La Plaza de Mayo es parte de mi vida, es lo que hizo posible la recuperación de la identidad”.

Hebe de Bonafini

Las banderas azules, con la figura de un pañuelo blanco -símbolo histórico de las Madres, creado con la idea de reconocerse por aquellos años de dictadura- flamean en el aire. Hay jóvenes que exhiben remeras con la misma inscripción. La tienda con merchandising de la Asociación está repleta de gente, mientras, los cantos de aliento continúan. “Admiro y amo a las Madres. Vengo todos los jueves porque comparto el objetivo que tienen. Yo podría estar entre los que les pasó lo que les pasó. Y en ese caso, estoy completamente seguro que mi mamá, caprichosa y terca, estaría también entre las Madres”, dice Alfredo, un asiduo concurrente a las clásicas rondas. Ana, otra fiel seguidora, señala: “El valor de las Madres, a través de 40 años, danzando por la Plaza, te llena de orgullo”.

En este 40 aniversario de rondas Hebe dice unas palabras. Luego, Renato Di Nicola, referente de la asociación italiana Maya Kabawill entona Bella Ciao, famoso canto partisano de resistencia al fascismo. La ronda, número 2037, va llegando a su fin. Norita, cierra la jornada con un pedido para la justicia argentina: “Queremos que se abran los archivos, que nos digan toda la verdad, qué destino tuvo cada desaparecido, y que los niños que fueron apropiados logren tener todos su absoluta identidad”.

Nora Cortiñas y las Madres en la marcha aniversario dando vuelta a la Plaza

Desde aquel día, las Madres demostraron una de sus principales virtudes: la perseverancia.

Actualizada 02/05/2017