Por Lorena Bermejo
Fotografía: Sonia Donnarumma

En la redacción de la calle México hay mucho más que periodistas: también hay administradores, vendedores, diseñadores, abogados, e incluso “psicólogos”. Periodistas que aprendieron a multiplicar sus tareas y el oficio, a ser sus propios dueños, a defender la palabra y el espacio. “Hubo un año de hacer base, ahora es momento de consolidación y de crecimiento”, reflexiona Javier Borelli, director de la cooperativa Por Más Tiempo, en diálogo con ANCCOM. El 26 de junio se cumplió un año desde que los trabajadores del diario Tiempo Argentino conformaran la cooperativa Por Más Tiempo, después de haber pasado más de tres meses en conflicto con Sergio Szpolski y Matías Garfunkel, responsables del Grupo 23, al que pertenecía el matutino.

En los días de cierre, la redacción se pone más ruidosa y transitada. “Si hay que cerrar una página o pasar una fuente, nos hablamos desde una punta a la otra: hay algo lindo en estar todos en un mismo piso”, dice Borelli sobre la nueva sede del diario devenido en semanario, ubicada a unas pocas cuadras de Plaza de Mayo. Tiempo Argentino funciona allí desde diciembre pasado. Luego de un año de resistencia, donde la redacción se volvió casa y los compañeros de trabajo familia, hoy pueden cumplir horarios, entrar y salir del diario sin miedo a perder los elementos de trabajo. Javier recorre el lugar con la mirada: “Estar acá es una demostración de que el proyecto funciona”. Tras una mala experiencia con el dueño de otro edificio que decidió cancelar el alquiler cuando ya estaba la seña firmada, apareció una oportunidad y finalmente pudieron mudarse: “El dueño de este espacio es lector del diario y entendió que necesitábamos un lugar seguro para trabajar”. Muchos otros no lo entendieron y rechazaron las ofertas por miedo a un nuevo ataque que arruinara las instalaciones del lugar.

Es jueves por la tarde y en la sala de reuniones se discute la agenda del domingo. Arriba, la compañera que se hizo cargo de las tareas de “recursos humanos” revisa unas carpetas apiladas contra la pared. Con tres ventanas, una hacia el piso de abajo, otra hacia el pasillo y la tercera en dirección a la sala de al lado, su oficina era antes un estudio de radio. En el cuarto contiguo hay una mesita y dos monitores: lo que alguna vez fue sala de operación técnica, hoy se prepara para albergar al sector audiovisual de la cooperativa. Uno de los objetivos para este año es lograr una cobertura de las noticias diarias a través de la página web. La idea es que de lunes a sábados, los socios y suscriptores del diario puedan leer al final de la jornada los temas más importantes del día con la mirada de Tiempo Argentino. Para el resto de los visitantes de la web, el contenido estará disponible a primera hora de la mañana. “Apuntamos a ser un diario digital con una edición de domingo, que un diario de domingo con una página web”, explica Borelli.  Desde agosto del año pasado, Tiempo tiene producción diaria en la web, pero volver al papel todos los días no es una de las metas: “Si bien somos todos bichos de diario papel, hoy no es un producto que pueda darnos el crecimiento que necesitamos”.

En la redacción de la calle México hay mucho más que periodistas: también hay administradores, vendedores, diseñadores, abogados, e incluso “psicólogos”.

En la redacción de la calle México hay mucho más que periodistas: también hay administradores, vendedores, diseñadores, abogados, e incluso “psicólogos”. Pugliese, su protector.

Julia Izumi es secretaría de Redacción y también integra el Consejo de Administración formado por siete titulares y cinco suplentes. “No es fácil tomar conciencia de lo que hay detrás de un producto”, dice en referencia al proceso de formación de la cooperativa. Julia llegó a Tiempo durante el surgimiento del proyecto, en marzo del 2010. Siempre estuvo en la sección de Política, pero desde hace un año,  además del trabajo periodístico, lleva a cabo tareas administrativas. Para los trabajadores del diario, la forma de mantener la organización es a través del respeto de la experiencia que tiene cada uno, que es también lo que define quién asume cada rol. Lejos de la improvisación, los trabajadores de Por Más Tiempo saben que una decisión mal tomada puede atentar contra el salario de todos los compañeros. “No es ni queremos que sea una aventura hippie”, bromea Izumi, luego de repasar los objetivos para otro año de trabajo.

Además de la actualización diaria de la web, otra de las metas es mejorar los ingresos recibiendo más publicidad privada, que hasta ahora fue reticente con la cooperativa. Ante la oferta del espacio, muchas empresas respondieron que les resulta difícil pautar en un diario que es independiente en su línea editorial. Sin una presencia fuerte del sector privado, el 70% del diario está financiado por los socios y suscriptores. Así, Tiempo cumple un año con un balance económico positivo en relación a abril del año pasado. “Son ellos, los lectores, los que sostienen el diario”, dice Borelli. Y completa: “Antes escribía una nota y me iba a mi casa sin saber a quién le llegaba o quién la leía, pero hoy tenemos un feedback, un ida y vuelta que nos da fuerzas para seguir”.

Nicolás Recoaro se dedica a hacer crónicas urbanas, aunque también trabaja en la formación de un equipo que hará una campaña para conseguir más anunciantes. Después de cruzar unas palabras con Edgardo, del equipo de fotografía, sale a fumar un cigarrillo. “A mí lo que más me gusta es que ahora uno puede sentarse a charlar y aprender de lo que el otro sabe. Nos compartimos las propuestas, las ideas, y así van saliendo las notas”, dice Nicolás entre pitada y pitada. También asegura que para él fue un año complejo pero muy divertido, con el foco puesto en mantenerse unidos. “El que quiere jugar la suya queda aislado y se termina yendo, no encuentra lugar porque esto realmente es una construcción colectiva”, subraya.

Edgardo Gómez, subeditor de Foto, también hace hincapié en la relación entre los compañeros del diario como uno de los puntos más fuertes de la cooperativa. “Es una construcción permanente donde todo el tiempo es todo nuevo. Es muy diferente ser jefe en una cooperativa que ser jefe cuando hay patrón. No sé cómo explicarlo, cambia todo”, razona.
La puerta se abre y entra una chica, se queda parada junto al mostrador de la recepción. Cuando se acercan a atenderla, pregunta por el libro que ganó la semana pasada. Los lectores están, tienen nombre y apellido, incluso se pueden ver sus fotos en la última página del diario, donde se anuncian los ganadores de los sorteos. “Son gente que uno se podría encontrar en la marcha del 24 de marzo”. Javier describe a los lectores como aquellos que quisieran elegir si se pudiera. En Tiempo se da algo que no pasa en ningún otro diario: la mayor parte de los socios y suscriptores son menores de treinta años, y para muchos de ellos es la primera vez que compran un diario en papel.

El miércoles pasado, en el salón de FOETRA, los trabajadores hicieron un brindis para festejar el aniversario. Incluyó una mesa de debate de la que participaron Claudia Acuña, Ingrid Beck, Carlos Ulanosky y Martín Becerra. Los lectores estuvieron allí, festejaron junto a los periodistas. Como afirmó Claudia Acuña, miembro fundadora de Revista Mu, la relación con los lectores es parte de la experiencia inédita de Tiempo Argentino. Con la emoción todavía fresca de aquella noche, Javier recupera las palabras de Claudia y las reafirma: “Nosotros crecemos todos juntos, con Radio Sur, con Barricada TV, con todos los medios autogestionados”. Y concluye: “El día a día es de mucho sacrificio y en momentos así, entre abrazos, te das cuenta de que siempre se puede un poco más”.

Actualizada 03/05/2017