Por Sol Cialdella
Fotografía: Gentileza Estanislao Santos/Che Cámaras

Miguel Acuña es maestro bibliotecario de la Escuela Media Nº 3 del distrito escolar 19 del Bajo Flores y Juan Manuel Mauro, es el secretario de la misma escuela, ambos fueron liberados después de pasar alrededor de dos horas detenidos en la Comisaría 6º de la calle Venezuela 1931. La misma suerte la corrieron Carlos Díaz y Pablo Aschero. Desde el mediodía del domingo 9 de abril, Acuña y Mauro, junto con otros docentes, estaban terminando de instalar la estructura de lo que sería una «escuela itinerante» en la Plaza de los Dos Congresos, una novedosa forma de protesta en reclamo de la apertura de la paritaria nacional docente y de una nueva Ley de Financiamiento Educativo.

La Policía Federal estaba presente desde la tarde, y los veía armar la estructura. La represión fue repentina, por orden del Ejecutivo Nacional. Según se expresó en un comunicado del Gobierno de la Ciudad, se estaba realizando un «uso indebido del Espacio Público».  La represión contra todos los docentes, mediante gas pimienta en la cara y golpizas, tuvo como desenlace el amedrentamiento y la detención cuatro de ellos.

La instalación de una escuela itinerante es una de las medidas de reclamo alternativas que el propio gobierno nacional afirmó que los docentes podían tomar, sin llegar a la realización de un paro nacional.

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Claudio Escobar es compañero de Miguel Acuña en las Asambleas barriales Floresta, desde el 2001, cuando comenzaron a desarrollar una política activa en materia de defensa de la memoria y de recuperación de los espacios públicos. Claudio, es ingeniero y trabajador del INTI (Instituto Nacional de Tecnología Industrial) y conoce a Acuña desde esa época. Ahora cuenta quién es este docente de enseñanza media, que participa de la mesa de actividades del ex centro clandestino de detención y exterminio El Olimpo y que vive y milita en su barrio: «Miguel es un docente muy comprometido con los problemas de la sociedad, y con él fuimos desarrollando estas asambleas barriales en Floresta, que comenzaron con la crisis del 2001 y continuaron incluso hasta el 2008, cuando ocurría el famoso “paro del campo”, dice Claudio. Un proyecto que encaramos en esa época, y que en lo simbólico jugaba fuerte, fue el cambio de nombre de la Plaza Ramón Falcón, mediante una consulta barrial. Fue toda la comunidad la que mediante votación decidió una lista de ocho nombres, que después se sometieron a votación mediante boleta y la mayoría optó por rebautizar la plaza con el nombre de Ernesto ´Che Guevara». Además de ser un vecino del barrio, Miguel participó en las P.A.S.O. como candidato a Comunero por la lista del Movimiento Evita, y además forma parte de UTE (Unión de Trabajadores de la Educación): «Acá en el barrio tanto él como su esposa, Silvana, son conocidos. Son de una clase media tipo, que viven de su laburo y estiran el mango día a día. Me acuerdo que hasta hace unos años tenía un coche, pero lo tuvo que vender en 2004 por no poder mantenerlo. Es una familia bien laburante. Él es un tipo muy abierto al diálogo, a charlar y a debatir, es una persona cálida».

Juan Manuel Mauro hace ya muchos años que trabaja en la EMEM 3 DE 19. Lindante al barrio de la 1, 11, 14 del Bajo Flores. Es hijo de docentes -su papá fue también secretario de la misma escuela- y asiste todos los días a sus funciones. Grisel El Jaber, es compañera de Juan Manuel: «Es un docente comprometido con la escuela pública. Nuestra escuela recibe alumnos vecinos del Bajo Flores, con contextos muchas veces difíciles. Juan Manuel trabaja codo a codo con los docentes desde la Secretaría y entre todos hacemos un equipo que la pelea todos los días. Ver las imágenes donde la policía les pega y los reprime, nos entristece, pero nos da más fuerza porque si le pegan a un docente, nos pegan a todos. Los docentes seguiremos luchando por la escuela de todos».

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«PRESOS POR LUCHAR»

* Por Juan Manuel Mauro, 10/04/2017
Maestro Villero, Escuela 19 de la Villa 1-11-14,
detenido ayer por la Policía de la Ciudad.

Sinceramente, nunca, ni el más fatalista de todos nosotros, ni la más pesimista de todas nosotras, pudo haber imaginado que llegarían a esto. Los escuchamos, y con qué paciencia los escuchamos, cuando nos dijeron que usáramos la creatividad para llevar adelante nuestro reclamo, con los pibes adentro del aula, soportando el cinismo de los estigmas que alimentan, con la plata que le roban a la educación. Pues ahí estábamos, un domingo a la tarde, en una plaza pública, sin cortar el tránsito, ni detener la actividad escolar, tratando de instalar una escuela itinerante frente al Congreso, en las narices de un gobierno neoliberal, que saca toda su artillería en los medios oficialistas, porque vive de campaña electoral.

Mandaron a la Infantería,
¡para combatir a terroristas con delantal!

Sin mediar palabra, soltaron a la jauría enajenada de sus manos duras, de sus cabezas huecas, de sus políticas salvajes, denunciando el pánico que sienten frente al poder de la escuela pública y los trabajadores organizados. Junto a mi compañero Miguel Acuña, también docente de la escuela «Carlos Geniso» del Bajo Flores, nos agarraron entre varios policías, dos de civil. Nos patearon, nos tiraron al piso, nos verduguearon y nos subieron a un patrullero, por «robo, lesiones y resistencia a la autoridad».

¿Cómo habrán dado las pruebas PISA,
entre las Fuerzas de Seguridad?

Maniatados como si fuéramos bandidos, no sólo nos golpeaban y nos chicaneaban, camino a la Comisaría 6°, sino que además parodiaban nuesrtra condición de docentes, porque ahora se puso de moda llamarnos «gremialistas», con la misma impunidad que llaman «empleados» a sus militantes y «desalojos» a las represiones. De haber podido dialogar o al menos emitir una respuesta, les hubiera contado que sí, que soy maestro de grado, además de laburar como secretario en una secundaria. Y que de lunes a lunes, trabajo fuerte para que los pibes del barrio, o sus propios hijos, puedan armar su futuro, aunque nos cobren siempre tan caros nuestros gritos de libertad.

No les molestan los paros,
les molesta la dignidad.

Somos nosotros, los Maestros Villeros, quienes defendemos la educación todos los días del año y son ustedes, los hombres dentro del uniforme, los hombres detrás del uniforme y los hombres arriba del uniforme, quienes atacan sistemáticamente a cualquier plataforma posible de liberación, que no se ajuste a la oferta y la demanda que presentan por televisión, antes de tirarnos con el peso de la cana, arrancándonos con sus manos bien de raíz.

Hoy abrazamos el Congreso.
Y mañana, paramos en todo el país.


Actualizado 10/04/2017