Por Carolina Aranda
Fotografía: Sonia Donnarumma

«Esto es como una cárcel, los venimos a ver acá», dijo Vanesa, la esposa del trabajador de AGR-Clarin Gustavo Mendoza, cuando su marido se acercó a la reja para saludarla y la besó entre los barrotes verdes.

Los trabajadores de AGR-Clarín continúan dentro de la planta situada en Corrales 1393, Nueva Pompeya, desde el 16 de enero. Piden por su reincorporación. Son 380 los gráficos despedidos y  exigen que la planta siga funcionando. No quieren dejar su lugar de trabajo, por eso realizan vigilias durante la noche, frente a las amenazas de desalojo que la patronal hace circular. Sus parejas y sus hijos los acompañan durante el correr de los días, siempre del otro lado de la reja, en la vereda. Las amenazas de desalojo comenzaron el jueves último con barras bravas y policía y continuaron durante el fin de semana. El lunes a las 5 de la mañana hubo una gran concentración frente a la planta apoyando a los trabajadores debido a una nueva intimidación. Los trabajadores se mantienen en alerta porque temen que se trate de una táctica de desgaste para, finalmente, desalojarlos cuando estén desprevenidos.

Organizarse y visibilizar la lucha

Los trabajadores de AGR-Clarín no descansan. El viernes último realizaron un plenario obrero donde analizaron exigir la estatización de la gráfica. Además, informaron el procedimiento judicial llevado adelante por la Sala C de la Cámara Civil: le otorgó la instrucción de la causa al juez Alejandro Verdaguer, a pesar de que se había excusado por ser hermano de un importante gerente de Clarín.

En el medio de las amenazas y el conflicto judicial, los trabajadores sintieron un aire fresco cuando editaron una revista para contar el conflicto y cómo organizan su resistencia. La experiencia de realizar la revista VIVA las luchas obreras los llenó de alegría al ver, otra vez, las máquinas andar. Además, sintieron tanto la posibilidad de retomar sus puestos de trabajo como de sentir el apoyo de quienes la compraban como una forma de aportar fondos para los despedidos. «Desmoraliza no poder tener plata para pagar las necesidades de una familia, o no poder pagar los impuestos. Es emocionante cómo la gente nos está apoyando a través de la revista», dijo a ANCCOM Javier Rivero, trabajador de AGR-Clarín desde hace 20 años.

La recepción de la publicación fue muy buena, hasta enviaron 7.000 ejemplares al interior del país. Rivero contó con voz pausada cómo fue la experiencia de la realización: «Nos turnamos toda la noche. Tuvimos algunas dificultades en el camino porque había máquinas saboteadas. Cuando nos habían despedido, tocaron varias partes electrónicas para que no se pudieran usar más. Pero entre todos lo fuimos resolviendo, y fue muy lindo volver a verlas funcionando». Karina, su esposa, lo miraba con ojos alegres mientras hablaba, y agregó al relato: «A mí se puso la piel de gallina cuando vi cómo la gente buscaba la revista. Mi marido ese día no pudo evitar las lágrimas». El tono de voz de Javier cambió cuando habló de la camioneta de inteligencia que está estacionada en diagonal a la fábrica. La emoción se convirtió en angustia. «Nos hacen escuchas. No somos narcotraficantes, somos trabajadores de una planta gráfica». La camioneta fue denunciada por varios senadores, entre los que se encontraba Néstor Pitrola, del Partido Obrero. Javier agregó: «Ahí se nota la magnitud de poder (del Clarín), sino esa camioneta ya se tendría que haber ido».

Para Diego Uribe, maquinista de encuadernación desde hace 23 años, la revista fue una forma de  mostrar a la patronal que tienen operarios capaces y de dar cuenta que la planta gráfica está totalmente operativa. «Lo que quieren es sacarnos del medio y tercerizar los trabajos. La revista VIVA ahora se está imprimiendo en Chile. Ya hace un año y medio que mandan a imprimir a otros talleres y lo pasaban como si fuera de AGR. Ya lo habíamos denunciado». Más alejados del portón principal, Viviana le pasaba un mate a su marido rejas mediante. Hace más de veinte años que Gustavo Castillo trabaja en la planta. Se acuerda con exactitud la cantidad de días que ahora lleva adentro. Con voz triste, dijo: «Buscan sacarnos del medio y tener gente cobrando la mitad que cobramos nosotros. Quieren hacer precario el trabajo».

En la tapa de VIVA las luchas obreras aparece un trabajador en primer plano. Es Daniel Iglesias, el más antiguo de la planta, con 33 años de trabajo: «Ellos se deben haber asombrado de verme en la tapa de la revista. Me consideraban un trabajador ejemplar. Les estoy demostrando que además de buen trabajador soy buena persona».

 

Actualizado 03/04/2017