Por Lorena Bermejo
Fotografía: María Sofia Genovese

“Me gustaría estar más contenta, pero ahora mismo lo que estoy es desinflada”. Dos horas después del veredicto,  Alika Kinan empieza a vivir su verdadera reparación. Para Pedro Montoya, Ivana García y Lucy Alberca Campos también empieza un nuevo ciclo, ahora tras los barrotes. Acusados del delito de trata, el dueño del prostíbulo “El Sheik” y sus dos cómplices fueron condenados a siete y tres años de prisión, respectivamente. Además, la Municipalidad de Ushuaia deberá indemnizar a Alika con 780.000 pesos, menos de la mitad de la suma propuesta como resarcimiento por la querella. Es la primera vez que una víctima logra llevar a juicio a sus proxenetas. Y al Estado.

Con toda la expectativa puesta en las noticias del sur, agrupaciones y autoconvocados se reunieron el miércoles en la puerta de la Casa de la provincia de Tierra del Fuego en Buenos Aires para apoyar a Alika a la distancia. “Al proxenetismo lo tenemos adentro de las casas”, resumió Mariana Pérez, miembro de la Campaña Abolicionista que lucha por desentrañar las redes de prostitución y por hacer cumplir la Ley de Trata. “Veinte años de explotación y siete de cárcel. No es nada”, se quejó  Liliana Azaraf, también integrante de la Campaña, después de escuchar el veredicto de la jueza Ana María D’Alessio. Nadie parecía conforme con la sentencia. “Esperaba una condena más aplastante”, le dijo Alika a esta agencia en diálogo telefónico desde Ushuaia.

Las dos décadas de dolor comenzaron cuando Alika llegó (engañada por una promesa laboral) a Tierra del Fuego desde Córdoba y fue capturada por una red de trata que la obligó a ejercer la prostitución en  un local que la Gendarmería recién allanó en octubre de 2012. En ese operativo, el escuadrón 44 de la fuerza detuvo a los encargados del prostíbulo.

Desde Buenos Aires, Margarita Meira, referente de la agrupación Madres Víctimas de Trata, también esperó el resultado del juicio. “Nosotras sabemos dónde están los depósitos de chicas y atacamos directamente”, le explicó a ANCCOM. Su hija, Graciela Susana Bekter, tenía 17 años cuando la secuestraron, y 18 cuando la encontraron muerta. “Cuando yo iba a la SIDE me decían que la iban a encontrar pero la tenían ellos mismos secuestrada”, afirmó la mujer.  

Con la sentencia y el juicio cerrado, Alika está decidida a mantenerse firme en la lucha. “No me generó nada verlos, porque desde el principio supe que son culpables”, explicó.

El proceso judicial, señaló, “cierra un ciclo” en su vida. Finalmente, podrá  dejar la ciudad que eligieron por ella. Aunque el resarcimiento económico del Municipio fueguino no llega a cubrir los daños ocasionados en tantos años de explotación sexual, para Alika representa un nuevo comienzo. “Ese dinero lo voy a usar para darle un futuro digno a mis hijas”, subrayó.

Su destino es incierto, pero su lucha continúa. Al salir del Tribunal, las palabras de Alika viajan por el aire y retumban en la calle Sarmiento, en la puerta de la Casa de Tierra del Fuego. “Vamos a seguir adelante porque son miles las víctimas y son miles las demandas, esta es sólo la primera”.

Actualizada 01/12/2016