Por Lorena Bermejo
Fotografía: Sofia Genovese

Alika Kinan habla con voz firme y segura. Es la primera mujer sobreviviente del delito de trata que lleva a juicio a sus captores y proxenetas en el marco de un proceso considerado histórico. El Tribunal Oral Federal de Ushuaia dará a conocer el veredicto el próximo 29 de noviembre. La Fiscalía pidió penas de entre cinco y doce años de prisión para los imputados. “Son muchos años de explotación, y se deben pagar con la cárcel”, se ilusiona la mujer que se animó a saltar el cerco de un oscuro sistema prostibulario. Una red que captaba mujeres en estado de vulnerabilidad en distintos lugares del país para luego trasladarlas a Ushuaia, alojarlas en habitaciones del prostíbulo “Sheik” -donde vivían en condiciones deplorables- y explotarlas sexualmente.  

Alika era cordobesa pero ahora es fueguina: pasó veinte años en el “Sheik” y hace cuatro que camina en libertad por las calles nevadas de Ushuaia, la ciudad al sur del sur, donde las noches de invierno son más largas que en cualquier otra localidad del país y donde llegan personas de todo el mundo que embarcan o desembarcan, que están de paso o se quedan. En octubre de 2012, el escuadrón 44 de la Gendarmería Nacional allanó el prostíbulo y detuvo a los dueños del local, Ivana García y Pedro Montoya, pareja que tenía como encargada del bar nocturno a Lucy Alberca Campos, también imputada en el caso. El juicio comenzó el lunes 7 de noviembre y cerrará a fines de este mes, cuando la jueza Ana María D’Alessio decida el destino de los acusados. Se trata del primer juicio contra responsables de trata de personas con fines de explotación sexual, habilitado por la Ley 26.364 de Prevención y Sanción de la Trata de Personas y Asistencia a las Víctimas, sancionada en 2008.

“Es como pensar que tenés un tajito, pero tenés una hemorragia, algo que no se puede detener; yo pensaba hablar de un recuerdo y empezaron a aflorar muchísimas cosas”, cuenta Alika en diálogo con ANCCOM al reconstruir el momento en el que decidió avanzar con la denuncia que ahora permite que sus captores estén en el banquillo.

El proceso para “rebobinar” y contar su experiencia como víctima del delito de trata de personas no fue fácil. La acusación trasciende a los responsables del prostíbulo donde pasó dos décadas y también alcanza al Estado, en este caso representado en la Municipalidad de Ushuaia, por generado las condiciones para la explotación sexual ilegal. Por eso, la querella requirió una condena civil de 2.365.067 pesos contra los tres enjuiciados y en forma solidaria contra la Municipalidad de Ushuaia, institución a la que se consideró responsable de haber «facilitado» y «legalizado» la situación de trata.

En la Casa de Tierra del Fuego en Buenos Aires agrupaciones apoyaron el inicio del juicio iniciado por Alika Kinan, víctima de trata.

En la Casa de Tierra del Fuego en Buenos Aires agrupaciones apoyaron el inicio del juicio iniciado por Alika Kinan, víctima de trata.

La Fiscalía pidió una pena de doce años para Pedro Montoya, nueve para su socia y compañera, Ivana García, y cinco para Lucy Alberca Campos, la encargada del funcionamiento diario del lugar. “El juicio todavía no terminó, pero ahora mismo estoy hecha pelota”, reflexiona la mujer después de recordar el largo tiempo que le llevó reconocerse como víctima de un delito.

Y reconstruye: “Me sacó de ahí mi actual pareja y también mis hijos”, recuerda Alika, después de recordar que son miles las mujeres absorbidas por las redes de este negocio millonario, engañadas ante situaciones de vulnerabilidad y pocos recursos. Sobre las otras siete mujeres que fueron rescatadas del burdel de Montoya y García, Alika dice que es muy difícil que hayan salido de la prostitución porque no les ofrecen las opciones que corresponden: ni trabajo ni posibilidades de denuncia. Para revertir esta situación, Alika armó junto a otras compañeras la Fundación Sapa Kippa, con la que ayudan a mujeres rescatadas o aún bajo el negocio de la prostitución, que quieren salir y no tienen los medios. “Yo no tengo horarios, las chicas me pueden llamar a las dos de la mañana y voy a estar para escucharlas”, subraya. Además, para mantenerse económicamente, Alika trabaja en el área administrativa de la Universidad Nacional de Tierra del Fuego.

Alika se planta frente al reglamentarismo y asegura que la prostitución no es un trabajo que pueda ser elegido. “Si hubiera seguido ahí me hubieran encontrado tirada en una zanja”, razona. Pero ella salió del circuito y sabe que puede lograr que muchas otras mujeres también se animen, por eso denuncia a los responsables y mantiene su postura abolicionista con mucha más fuerza que nadie, con la fuerza que surge de la experiencia propia.

Actualizado 15/11/2016