Por Nicolás López
Fotografía: Camila Alonso

¿Hay estudiantes extranjeros en la universidad pública más grande del país? Sí, apenas un 4,4 por ciento del total. Y muchos de ellos cursan posgrados, que son arancelados. Sin embargo, existen prejuicios  tanto sobre su real peso en la cantidad global de alumnos como sobre los costos económicos que implican su presencia en el país. Ignoran, además, que durante su estadía los estudiantes foráneos consumen, trabajan y aportan impuestos en el territorio nacional. ANCCOM habló con alumnos que cursan en UBA y con intelectuales del campo educativo sobre el derecho a la educación pública, laica y gratuita que existe en Argentina.

Antonia De León, estudiante de medicina proveniente de El Salvador, asegura:  “La educación, al igual que la salud, tiene que ser un derecho de todas las personas. Independientemente de que hayas nacido acá o en cualquier lugar. Veo que se está intentando atacar a la educación pública, tratando de segmentar a los extranjeros, y realmente los estudiantes inmigrantes somos una minoría, apenas el 4%”.  En la misma línea se expresa Tomás Calderón, estudiante chileno de la carrera de Ciencias Económicas: “En principio, la discusión siempre se da en el plano de lo público versus lo privado.  Una universidad que se plantea ser pública de ninguna manera puede restringir  el acceso al derecho a educarse.”

El estudiante agrega: “Los problemas que subyacen a la educación pública son muchos y tienen que ver con la coyuntura actual. Se habla del tema del presupuesto, de los recursos que se necesitan para financiar, y la verdad que es que los recursos están, es cosa de saber buscarlos, de hacer políticas públicas acordes. Depende de la voluntad del gobierno de turno. El actual busca mostrar las falencias que tiene la educación pública para que haya más incentivos para que aparezcan mecanismos privados para proveer la educación”.

Marcelo Antonio Castillo, estudiante mexicano de Ciencias Ambientales en la Facultad de Agronomía, también está de acuerdo con el ingreso irrestricto a la universidad: “Me parece bien que aquí en Argentina se tenga la oportunidad de estudiar sin ninguna restricción, me parece bien también que esté esa oportunidad aún siendo extranjero. La universidad en que yo estudiaba en México es pública entre comillas: uno tiene que pagar una cuota semestral que ronda en unos 4.000 pesos, allá en todas las universidades tienes que pagar algún tipo de cuota, por más mínima que sea, no hay ninguna universidad 100% no arancelada”.

 El 29% de estudiantes extranjeros es de Perú, mientras que en el segundo lugar están los de origen boliviano, con el 14 %,  seguidos por los de Paraguay, con el 12 %. Luego continúan los colombianos, con el 11 %, los chilenos, con el 6 % y los uruguayos con el 3 %.

Desde el plano académico, el antropólogo Alejandro Grimson, autor, entre otros libros de “Mitomanías de la educación argentina”, señala: “El ingreso irrestricto retornó a las Argentina con la democracia. Nuestros más de 30 años de democracia han funcionado con este sistema. ¿Es imperfecto? Sí, porque además de permitir el ingreso hay que apoyar de modo consistente a los sectores más vulnerables. Pero no destruir, sino mejorar la tradición del ingreso irrestricto. Es patético ver que hoy hay quienes buscan, como si fueran soluciones del siglo XXI, regresar al examen que caracterizó a la dictadura”.

  En tanto, Esther Levy, doctora en Ciencias de la Educación e investigadora del Instituto de Investigaciones en Ciencias de la Educación de la Facultad de Filosofía y Letras de la UBA,  asegura: “Lamentablemente este tema se instaló en la opinión pública desde un lugar provocador y con datos inexactos. Detrás de esta cuestión lo que se persigue es un ataque a la universidad pública sin más argumentos que plantear una especie de xenofobia selectiva, dado que el problema se plantea como tal porque los extranjeros son latinoamericanos.”

  La investigadora aclara un punto muy importante: “Lo cierto es que la mayoría de los extranjeros que vienen a estudiar a la UBA lo hacen en el nivel de posgrado, el cual está arancelado y cada estudiante que se inscribe debe pagar desde la matrícula hasta la última cuota. Esto lo hacen con dinero de su bolsillo o con becas otorgadas desde sus países. Lo sostengo porque doy clases en varios posgrados de la UBA. Incluso si no fuera por estos ingresos económicos las ofertas de especialización, maestría y doctorado se verían afectados en su financiamiento básico.”

  De todos modos, en relación a los estudiantes de otros países que cursan carreras de grado, Levy añade: “Si la preocupación es porque los estudiantes de grado no pagan arancel, me permito sostener dos argumentos. El primero es que se trata solo del 2%, una proporción que se viene manteniendo durante varios años. En segundo lugar, la universidad no es gratuita sino no arancelada. Es decir, los extranjeros que realizan sus estudios de grado (cinco años por lo menos) pagan los impuestos al igual que los argentinos y ese dinero lo recauda el Estado sin discriminar nacionalidad. O sea, ellos también pagan sus estudios de grado. Por último, creo que este argumento sobre los estudiantes extranjeros es una excusa más para volver a instalar la cuestión del arancelamiento y el ajuste presupuestario en las universidades públicas”.

 Por su parte, Pablo Imen docente e investigador de UBA y director del Instituto de la Cooperación (Idelcoop) afirma: “El sistema impositivo debe buscar los modos de asegurar mecanismos progresivos de recaudación para asegurar los derechos humanos de nuestros habitantes y de  ‘todos los hombres del mundo que quieran habitar en el suelo argentino’, como señala el preámbulo de la Constitución Nacional. En la actualidad, resulta una contradicción insostenible que se pretenda percibir un arancel a los estudiantes extranjeros cuando se produce una política económica que transfiere recursos al capital foráneo por vía de exención de impuestos, fuga de capitales y otros dispositivos que afectan de manera sustantiva el erario público. No corresponde, a mi juicio, ni  por principios democráticos ni por eficiencia económica, imponer tal tributo”.

Algunos de los medios de comunicación más poderosos del país intentan estigmatizar la figura del extranjero, planteándolo como parásito del sistema educativo universitario. Esta es solo una de las aristas de un objetivo mayor que no es otro que el de crear la idea de que la educación pública es deficiente, con el fin último de buscar su privatización. “La Universidad Pública está gravemente afectada por las políticas neoliberal-conservadoras del actual gobierno -expresa Imen-. Ocurre en todos los planos, y especialmente en conjunto del sistema educativo como en el sistema de ciencia y técnica. Y es así porque el proyecto político de Cambiemos va en una dirección muy diferente al anterior. Para quienes sostenemos posiciones democráticas y alentamos una educación emancipadora, no hay nada que celebrar en materia de política pública en general ni de política educativa en particular”.

Actualizada 09/11/2016