Por Martín Acosta
Fotografía: Melody Abregú

Hernán De Vega, popularmente conocido como El Cabra, forjó en su paso por frigoríficos y fábricas una conciencia de clase que con el tiempo se convirtió en su principal herramienta para emprender el oficio de cantautor. Poseedor de una lucidez y un sentido de la ironía amasados al calor de sus años como artista callejero, se inició en la música conociendo apenas tres acordes y poniendo en palabras la cristalización de un clima de época, actividad que marcaría su carrera artística. Junto a Gabriel Hemo, en 1992 fundó Las Manos de Filippi, una propuesta musical con alma de rock pero capaz de fusionar distintos estilos musicales, desde el ska hasta la cumbia pasando incluso por el tango. También ha explorado el tango y la cumbia con proyectos paralelos que, en muchas ocasiones, han agudizado sus críticas e ironías en nuevos compases. Tal es el caso de Che Chino, proyecto de tango, como de Agrupación Mamanis, conjunto de estirpe cumbiera con el que despliega una faceta más tropical y festiva.

Con Las Manos de Filippi atravesaron distintas etapas políticas del país. Ahora lanzaron M.A.C.R.I para estar en sintonía con el cambio de gestión, ¿cómo surgieron tan rápido las composiciones?

Fue mutando mi manera de componer, en un momento me cansé de componer si no estaba el plan de grabar, entonces anoto ideas y pequeñas frases que se me ocurren, y cuando está la idea de grabar el proyecto me conecto con todas esas ideas. Para este disco la idea fue hacer cuatro canciones que hablaran de actualidad, porque el disco tenía que salir en un mes ya que si se demoraba más cuando saliera íbamos a estar descontextualizados, hablando de cualquier cosa. Metimos toda la artillería enfocados en ese momento.

Este primer capítulo tiene canciones muy coyunturales, ¿qué es de esperar para el próximo capítulo?

Ese ya no va a ser de un estilo tan actual ni contestatario como M.A.C.R.I, quizás va a ser un capítulo más irónico. Se llamará Descomposición y seguramente salga para marzo, van a ser como personajes descompuestos de la sociedad, cantados como en primera persona, un estilo de canciones de las que tenemos muchas.

 

Y la tercera entrega se completa con los 25 años, sumando la edición de un libro y un DVD.

Sí, estamos haciendo un documental. Queremos mostrar todas esas gráficas: cuando la banda todavía no sonaba pero tenía un logo, panfletos, todo el arte… Desde que se sumó a la banda Gaspar (Benegas, en el 2007), entramos en un ritmo más normal de sacar temas o discos, él hace la producción, la dirección musical, él define, nosotros tiramos y él hace el mapa.

¿Cómo es la recepción del disco que tenés en los vivos?

Muy buena, al público le gustan mucho los temas nuevos, hay una energía muy buena. Por suerte también nos estamos dando cuenta que los temas de Marginal y Popular salen como relajados, pero estos temas de M.A.C.R.I son nuevos hasta para nosotros y no podemos desconcentrarnos. Todo lo que solemos variar en once temas ahora lo comprimimos en cuatro, entonces está como estallado.

¿Cómo se da tu vínculo con la música?

Arranqué como a los 17 años. Ninguno tocaba en la barra, entonces le pedí prestada la guitarra a un amigo y empecé a investigar con las revistas Canta Rock -editada entre 1983 y 1988-, ahí empecé a entender lo que quería decir esa figurita y empecé a tocar. Con lo poco que aprendí, ni bien supe tres acordes me entusiasmé en hacer canciones, porque con esos mismos acordes creo que solo podía hacer las de Pastoral. Así fue que me enganché y a medida que iba aprendiendo un acorde nuevo trataba de componer una canción que lo incluya. Vi esa veta y me enganché más en la letra y la composición, de hecho con la guitarra sigo casi al mismo nivel que en ese momento.

¿Desde los comienzos notaste que tenías vocación para las canciones de protesta?

En realidad más que de protesta comencé con el humor, humor negro sobre todo; todas intentaban llamar la atención chicaneando al que escuchaba. Cuando tuve seis canciones empecé a tocar en Villa Gesell, primero, y en invierno en la calle Florida. Así fui adaptando un estilo que venía descubriendo y que se terminó de crear en la calle, donde se impone llamar la atención de alguna forma. Y llama la atención un chabón puteando. Por otra parte, siempre me atrajo escuchar canciones que no chicanean al que escucha, y pensaba qué bueno debe ser tener esa paz para hacer esos temas; yo siento que tiene que haber algún justificativo, que en algún lado tiene que estar chicaneando, así se formó ese estilo de protesta o más irónico.

¿En esos inicios que referentes tenías?

Estaba muy influenciado por Rodolfo Zapata. De chico curtí la dictadura y para encontrar un cassette de Zapata había que hacer prácticamente un trabajo de inteligencia, era algo recontra prohibido. También me gustaba Moris, Piero, todo lo que se decía que era prohibido me interesaba, y además era fanático de Los Beattles, pero de John Lennon sobre todo. Con el tiempo me di cuenta que el tipo ponía al servicio de la lucha su música, y eso tenía mucho que ver con lo que después defendí.

Y tu carácter de conciencia de clase, ¿desde dónde y cuándo te acompaña?

Desde los 12 años empecé a laburar, y a partir de los 13 trabajé en fábricas, siempre tuve muy clara el lugar del patrón y me llamaban la atención esos temas que hablaban de las patronales, la cosa gaucha, como Larralde, Cafrune, por ejemplo. Ya cuando empecé con la música tenía 7 años de laburo en una fábrica.

¿Cómo se dio en tu carrera la transición de ser artista callejero a la formación de una banda estable como Las Manos de Filippi?

Toqué todos los veranos desde el 86 al 92 en Gesell y esa fue un poco mi carrera. Para mucha gente que conocí en esa época era el hippie de la Avenida 3, de eso me enteré hace poco que un pibito me dijo “uh… cuando yo era chico íbamos con mi familia e íbamos a ver al hippie de la 3”. Y yo creía que era Larralde… Después en un momento empezamos a escuchar Mano Negra, Maldita Vecindad, bandas que tenían letras parecidas a las que yo hacía con la guitarra, y se nos ocurrió con Gabriel Hermo, un amigo de mi primer intento de hacer el secundario y que era artista plástico, la idea de una banda pero con mucha más gráfica que música. Teníamos logo, volantes, y decidimos juntar una banda, empezamos con Bernardo Hoffman, un amigo que sabíamos que tocaba con gente y fue quien se encargó de traer a la primera banda: Pichono, Edu Lobo, Toti…

¿Sintieron la presión y el peso de la industria por el rumbo elegido con Las Manos?

Sí, pero no nos sorprendió, estábamos decididos en ir hacia adelante. Tampoco buscábamos ofertas, siempre nos fue conveniente hacerla de manera independiente. Pero en su momento, con la aparición de productores artísticos se nos hizo un poco más jodido, porque hasta entonces las bandas hacían sus discos, los llevaban a las disqueras y la compañía los difundían. Cuando la compañía empezó a venir con el productor artístico que te hacía el disco, entendimos que eso no estaba bien, que estaban haciendo lo que nos gustaba hacer, las canciones, decidir sobre qué tema tratan, cómo es el disco. Ahí sí hubo que remar contra la corriente, pero con el tiempo te ganás el espacio, nosotros hace 25 años que estamos, siempre decimos que cualquier oficio que uno lleve adelante te abre un camino. Ahora hace años que somos parte del sello Rock y Reggae, que nos da la libertad total de crear los discos que hacemos y ellos se encargan de editar y de llevarnos a tocar a algún lado.

 

Cerca de los 2000 comenzás junto a Berni en Che Chino y se da el acercamiento de Korneta  y Eli Suárez, de Los Gardelitos, ¿cómo se dio el encuentro?

A Eli le gustaban Las Manos, y tiempo después me contó que una vez lo llevaron a Korneta a un show nuestro casi a los empujones, que no quería saber nada. Ahí no fue que nos conocimos, pero después tengo la imagen que las primeras veces que nos vimos con Korneta fue en Cemento, en la barra, no sé si tocaban ellos o nosotros, y nos conocimos por medio de Eli. Me acuerdo también que en esa época en que nos estábamos conociendo nosotros tuvimos una fecha en Gesell, y yo volvía a la tierra de mis inicios pero ahora re agrandado, con la banda, ya no era el hippie de la Avenida 3. O tal vez todos decían “el hippie de la 3 se armó una banda, se llenó de hippies”. Nos faltaba una batería y nos enteramos que estaban tocando Los Gardelitos en Gesell, entonces fuimos y nos prestaron la batería. Después, cuando empecé con el tango junto a Berni, con Eli ya tenía una relación de vernos y a él le gustaba tocar e investigar en el tango, entonces lo invitamos a tocar. Cuando grabamos el primer disco no tocó, pero si tocaron una versión de “El borracho”, que me fui con una portaestudio a la casa del Korneta y ahí cantaron todos, estuvo buenisimo. Después, en cada show donde tocaba Eli, el Korne siempre se cantaba un tema, todo eso pasaba fundamentalmente en el Abasto, en el bar El Amanecer, ahí hicimos un ciclo todos los lunes.

¿Y cómo lo recordás a Korneta?

Lo recuerdo cuando veo lo bien que está Eli, cómo salió adelante con su proyecto, cómo hizo su vida. Ahí me doy cuenta de la grandeza de su padre, porque es jodido tener un papá tan groso, al que todos aman, y a su vez tener la cabeza tan ubicada como Eli.

La experiencia de Agrupación Mamanis es prácticamente en simultáneo a Las Manos de Filippi y a Che Chino, ¿cómo se dio esa articulación de estilos?

Siempre compuse en la calle y desde mis primeros seis temas ya había una variedad total de estilos. En un momento me di cuenta que con Las Manos… podíamos hacer un estilo más bien rockero, y si bien yo ya tenía algún tango compuesto, no daba para explorar con eso en una banda de rock. Ahí decidí juntarme con Berni e investigar en el tango, paso doble, milonga. Con Mamanis fue parecido, cuando participamos con Las Manos… del disco Alta Tensión junto a Los Tintoreros, Actitud María Marta, Las Plantas de Shiva, y Virulana y sus Petzales, dentro de los tres temas que hicimos metimos El himno del cucumelo, y como DBN era más bien un sello cumbiero lo vieron y explotaron el tema por todos lados. En ese momento lo hacían un montón de bandas, incluso hasta el día de hoy recibo en las planillas que el tema se hace en un montón de países.

Luego de Cromañón participás de la creación de MUR (Músicos Unidos por el Rock), ¿actualmente sigue siendo un espacio para nuclear bandas?

Claro, ahora el MUR es Músicos Organizados, y no solo hay músicos sino también artistas plásticos. Es el espacio con el que se armó una lista para presentar candidaturas en las últimas elecciones de SADEM (Sindicato Argentino de Músicos); el año que viene hay elecciones nuevamente y también vamos a presentar lista. Esa lucha que arrancó después de Cromañón está hoy canalizada más a lo gremial, yo no estoy participando pero hay asambleas de músicos.

 

A más de una década de Cromañón, ¿cómo ves la escena?

Creo que ahora se intenta meter otra vez la lógica previa a Cromañón, donde hay bolicheros copados y cada banda se consigue su lugar. Lo que nosotros hacemos desde un primer momento con el MUR, y luego con el MO, es llevar un reclamo al Estado para que le brinde espacios a las bandas nuevas, para que apoye a la cultura, que haya un circuito para que las bandas nuevas puedan tocar y que la gente no pague entrada, que los músicos puedan cobrar algo, un apoyo, que no quede todo librado a la privatización, porque si no, lo único que le queda a un pibe que recién arranca es buscar un bolichero copado. Se trata de un negocio gigante y el Estado se lava las manos sin brindar otra opción de acceso a la cultura a los jóvenes.

¿Sobre qué estructura te sentís más cómodo componiendo, el rock, el tango, o la cumbia?

Creo que si no tengo el proyecto agarro la guitarra y hago tango, es lo que más me gusta hacer, lo que más me entusiasma. Si no trato de meterme en lo que haya que hacer y empiezo a activar la cabeza las 24 horas buscando la frase, cómo cerrar, en eso soy medio obsesivo.

¿Y la inspiración?

Sale de oficio, sé que si lo tengo que hacer lo hago, y si tengo la idea sobre lo que quiero escribir me relajo y dejo que aparezca el tema, pero lo que más me tortura siempre es no tener sobre qué escribir, sucede que tengo tantas opciones que no puedo elegir ninguna, El Pecho (Germán Anzoátegui) siempre me tira títulos y ahí me mentalizo como los perros cuando les muestran el hueso.

Como referente del arte callejero, ¿estás al tanto de las movidas de resistencia de, por ejemplo, Frente de Artistas Ambulantes Organizados?

Conozco a los chicos de Jamaicaderos, que no sé si están en esa organización pero que hace poco hicieron una movida de artistas pidiendo espacios, los músicos de Mamanis XL, empezaron a tocar en Florida y recibo noticias por ellos… Calculo que la hostilidad no cambió nunca, yo laburé veinte años en la calle y siempre fue así, nunca sentí que estaba trabajando tranquilo y doy por hecho que sigue siendo así, que no es fácil. Está la gente que quiere vivir de la música y la calle es una gran opción, y antes de Cromañón el que iba a la calle era porque le gustaba. Después de Cromañón muchas bandas salieron a las calles, por eso un poco decidí abrirme, porque yo seguía con mi guitarrita y mi parlantito y de repente caían dos por lado, con batería y todo, eso también demuestra la falta de lugares para tocar. Esa es la lucha que tienen que encarar los músicos. Como los médicos, los pacientes y los enfermeros luchan por la salud pública, los docentes por la educación pública, los músicos y los artistas tienen que luchar por esos espacios públicos para la cultura y el trabajo.

¿Cuál es tu visión de la coyuntura actual no solo de Argentina sino de la región?

Lo tomo como la caída de los gobiernos nacionales y populares que demostraron la incapacidad para llevar un proyecto popular y las conquistas de los trabajadores adelante. En cada lado rebotó diferente, acá particularmente veo al kiechnerista desmoralizado que te dice que la gente no entiende nada. Creo que la gente está mucho más a la izquierda que el Presidente y que el desmoralizado, y que no va a ser fácil para ningún gobierno imponer el ajuste que no pudo hacer Cristina y que quiere hacer Macri, creo que se le va a complicar. Depende mucho de cómo se dan las cosas en los gremios, hay unas experiencias de gremios recuperados en los que se echaron burocracias, los de los neumáticos, por ejemplo. Son experiencias de lucha que van marcando el camino. Se van cayendo las burocracias en los sindicatos, yo veo que hay un movimiento, que no hay quietud en la gente. Tenemos un montón que antes apoyaban al kirchnerismo y hoy están quizás más acercados a una lucha.

¿Qué es el rock para vos?

Podría ser todo lo que se hace con batería, es como un estilo. Para nosotros nuestra banda es rockera, pero hacemos desde ska hasta cumbia, la actitud de una banda de rock es eso: tener una banda y salir a tocar, porque cuando salgo con Che Chino hacemos exactamente lo mismo que hacemos cuando vamos con Las Manos, no hay nada que nos diferencie. El rock supongo que también es poder encasillar lo que haces para venderlo mejor. Pero, a su vez, también es la actitud de querer meter el dedo en la llaga. Creemos que somos rock por esa forma de interpelar al que te escucha, después habrá bandas que se creerán de rock por otras cosas. Nosotros no creemos que todo el mundo tenga que hacer música de protesta ni que todo el que haga música de protesta tenga que luchar. Hay que correr de lado lo artístico e integrarlos a la lucha, porque lo que nos une a todos no son ni nuestros estilos ni gustos musicales, sino un interés de clase porque somos trabajadores, músicos, y juntarnos por eso a discutir sobre nuestros derechos y nuestras reivindicaciones.

¿Conociste bandas que sean parte de la industria y el mercado y que a su vez tengan una conciencia de lucha?

Si, por ejemplo los chicos de Airbag, con quienes compartimos un montón de asambleas y son unos capos. Cualquiera podría decir que son unos caretas, pero justamente ahí está el cambio que pueden aportar los músicos en esta era, porque lo de la música de protesta estaba bueno tomarlo como una herramienta de lucha en los 70 cuando la música todavía no era un comercio gigante, pero hoy que todo es comercio y que resulta un gran negocio, incluso hacer una canción de protesta, hay que sacarle esa importancia a la música, porque los músicos hoy ya tienen más conciencia y sobre eso hay que trabajar.

 

Actualizado 25/10/2016