Por Daniela Vargas
Fotografía: Melody Abregú

En bicicleta. Así se fue Horacio “Toto” Ciccone luego de recibir interminables aplausos, gritos y silbidos en el escenario junto con el resto de La Bomba de Tiempo. Con la mochila al hombro y sin más. Y no fue el único. En auto, en colectivo o caminando, solos o con amigos, se fueron los prestigiosos músicos que integran el grupo de percusión que practica la improvisación con señas y que este sábado llenó de ritmo la Usina del Arte en la Ciudad de Buenos Aires. A pesar de ser seres repletos de magia musical durante la función, y ser eminencias de la percusión en el país, parecen personas simples.

Toto es baterista y, al igual que sus compañeros, tiene su propio proyecto: forma parte de la banda Ciruelo. Y aunque integra La Bomba desde hace 8 años, se despegó del grupo para describirlos: “Son tipos muy grosos. La primera vez que toqué con ellos fue un honor tremendo”.

Sencillez y talento.

La Bomba llenó de ritmo la Usina del Arte en la Ciudad de Buenos Aires

10 años de puro ritmo

La Bomba de Tiempo fue creada en 2006 por el músico Santiago Vázquez, quien adaptó un sistema de improvisación con señas inventado por un compositor norteamericano. Así, transformó esta música dura en un ritual de ritmo y percusión.

Vázquez convocó a diferentes músicos respetados de todo el país, incluso del exterior, con quienes probó su nuevo sistema de señas. Los percusionistas aportaron sus propios instrumentos con sonidos variados, dando como resultado “un montón de gente bailando”, en palabras de Toto.

Luciano Larocca, músico e integrante de La Bomba, explicó cómo fueron sus primeros pasos en el grupo: “Llevé al ensayo una guancha, que es un instrumento que se utiliza en la música afroboliviana y que había traído como recuerdo de una visita. Saqué ese bastón gigante de caña y logré llamar mucho la atención de mis compañeros. Lo más hermoso fue que, al comenzar a tocar, el instrumento encontró inmediatamente su lugar en el ensamble”.

Hace dos años, el fundador de La Bomba se separó del grupo, aunque su legado queda y sigue creciendo. En marzo de 2014 grabaron su primer DVD en vivo en Ciudad Cultural Konex, donde hacen mover los cuerpos de cientos de personas cada lunes por la noche. Allí participaron Los Cafres y Los Auténticos Decadentes, entre otros. Con este tipo de bandas, La Bomba se adapta a sus canciones, otorgándoles una pizca de percusión.

Existe otro tipo de invitados, los cuales se arriesgan a improvisar junto con los percusionistas,  generando un juego que derrama adrenalina por el escenario. El resultado es siempre alegría.

El grupo festeja su primera década ejerciendo esta modalidad juntos. Al respecto, Luciano expresó:  “Que La Bomba esté diez años ininterrumpidos tocando en Buenos Aires significa que la gente necesita un ámbito como Konex para disfrutar de un show en el que se pueda sentir partícipe del proceso creativo y la trama que genera la improvisación”.

La Bomba de Tiempo fue creada en 2006 por el músico Santiago Vázquez, quien adaptó un sistema de improvisación con señas inventado por un compositor norteamericano.

Encantando a los golpes

Entre aplausos y gritos, se presentaron los integrantes de La Bomba de Tiempo en el escenario de La Usina del Arte este sábado, vestidos con trajes en rojo y negro. Se acomodaron en un medio círculo, ya dispuesto por los instrumentos, y el director Richard Nant se ubicó en el centro, de espaldas al público. Sin hablar, subió sus brazos lentamente y, junto con un movimiento brusco hacia abajo, los percusionistas comenzaron a tocar. Esa es una de las 70 señas que forman parte del sistema a partir del cual se crea su música. Pero si un sistema es, por definición, un conjunto ordenado de procedimientos y normas dentro de un grupo, en cada función el público aprecia mucho más. “No es que somos robots. Pasan cosas”, dijo Toto.

También existe la improvisación, y una conexión que les permite saber hacia dónde se dirigen. La comunicación entre ellos se da con las manos, pero también con gestos, guiños, miradas y sonrisas. Esto crea una atmósfera comunicacional que el público no logra comprender por completo pero, sin embargo, observa, disfruta y aplaude.

A lo largo de la función, los trece músicos demostraron pasión pero a la vez tranquilidad y confianza de saber lo que estaban haciendo. Cada uno movía su cuerpo de diferentes maneras. María Bergamaschi, la única integrante mujer, resaltaba en el escenario con sus pasos. Otros sólo movían la cabeza, y algunos hablaban mientras tocaban. Ellos mismos se definen como representantes de la cultura multifacética de los habitantes de Buenos Aires, y así lo demuestran en la puesta en escena. Desde su individualidad, cada percusionista funcionó como un engranaje de una gran máquina que irradiaba energía hacia el público, el cual se movía a ritmo, sin sacar su mirada concentrada de la función.

La comunicación entre ellos se da con las manos, pero también con gestos, guiños, miradas y sonrisas.

Luego de Nant, la dirección del grupo continuó bajo los gestos de Gabriel Spiller, quien además de utilizar señas con sus manos, realizaba saltos que marcaban el ritmo. El último director fue Andy Inchausti, quien pidió palmas al público, integrándolo a la maquinaria de percusión.

“Las grandes estrellas fueron los solistas, como las congas a cargo de Nacho (Álvarez), o el Djembé a cargo del senegalés Cheikh Gueye. La calidad acústica del lugar permitió que se pueda disfrutar mucho más del sonido de cada instrumento”, destacó Luciano.

La Bomba se presenta todos los lunes en el Konex, y la entrada no está permitida a menores. Sin embargo, este sábado La Usina se llenó de niños que fueron a conocer a este grupo de percusionistas. “Son el público más difícil pues dicen la verdad y no soportarían estar sentados escuchando algo que no les gusta”, dijo  Larocca.

Estuvieron los chicos del Barrio INTA y del comedor Nuestro Hogar, y la mayoría quedaron hipnotizados en sus butacas ante la fuerza del sonido que entraba por sus oídos.

La historia continúa

El mes pasado, la banda fue declarada de interés cultural de la Ciudad de Buenos Aires por la Legislatura porteña, impulsado por iniciativa del diputado Octavio Calderón. En esa oportunidad, María Bergamaschi destacó: «Además de una experiencia musical, es un espacio de encuentro, una cita con amigos, una catarsis y un relax».

Y hay más. En noviembre será el lanzamiento del libro sobre La Bomba de Tiempo, escrito por Humphrey Inzillo y Gabriel Plaza. Ambos son críticos musicales del diario La Nación, e Inzillo resalta por haber sido editor de la revista Rolling Stone. Para ello, los periodistas participaron de rituales de la banda de percusión, sumergiéndose en su música varios lunes por la noche.

El talento de cada uno de los 16 integrantes, amalgamados en una conexión perfecta en La Bomba de Tiempo, les permite crear canciones en vivo, exhibir una gran dosis de pasión, jugar e invitar al público a ser parte de esta celebración casi ritual. Bienvenidos al rito.

Toto Ciccone, en los 10 años de La Bomba del Tiempo.

Toto Ciccone, en los 10 años de La Bomba del Tiempo.

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La Bomba de Tiempo se presentará en Ciudad Cultural Konex, Sarmiento 3131, CABA, los próximos 19, 24 y 26 de septiembre para continuar con el festejo de sus 10 primeros años.

Actualizada 15/09/2016