Por Carolina Aranda
Fotografía: Gentileza Alejandro Reynoso

Shirin Ebadi, la primera iraní y la primera mujer musulmana en recibir el Premio Nobel de la Paz, entró junto a su traductora a la Casa de las Abuelas de Plaza de Mayo con un ramo de flores amarillas. Saludó con afecto a Estela de Carlotto y le dijo: «No he podido traer un ramo como yo esperaba y quería». Estela contestó: «Estas flores son bellísimas, duran mucho y no se ponen tristes enseguida» a lo que Shirin retrucó buscando complicidad: «Cómo las mujeres».

La visita de la Premio Nobel a la Casa de Abuelas ocurrió el miércoles último y se dio fuera de lo planeado. Ella había participado de la IV Reunión Extraordinaria de la Red Iberoamericana de Organismos y Organización contra la Discriminación (RIOOD) que se hizo en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y a la que Carlotto no había podido asistir. Ebadi quiso concretar un encuentro para poder conocerla personalmente por el respeto y admiración que tiene a Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, y porque considera que la intención y el espíritu de ellas es el mismo que el suyo.

Shirin Ebadi obtuvo el Nobel de la Paz en 2003 por su continua lucha para que se considere una nueva interpretación de la ley islámica, en la que se tenga en cuenta la democracia, los derechos humanos, la igualdad de hombres y mujeres, y la libertad de expresión. Considera que el Islam, como religión, está en contra de matar, pero las interpretaciones fundamentalistas y extremistas utilizan la creencia religiosa para obtener beneficios políticos en nombre de Dios. La galardonada iraní fue reconocida internacionalmente por la defensa legal que hizo, como abogada, de quienes fueron privados de la libertad por razones políticas o religiosas y por su labor en la protección de los Derechos Humanos de mujeres, niños y niñas. Además, con el dinero obtenido por su distinción, fundó una ONG junto a veinte abogados para ofrecer servicios legales a presos políticos. En 2009 el gobierno iraní cerró la ONG y  los encarceló a sus miembros. Ella logró salir por la presión internacional, pero no pudo volver más a Irán; desde entonces está amenazada de muerte. Un grupo de sus compañeros todavía continúa en la cárcel.

Tan sólo el mes pasado ejecutaron a veintidós jóvenes por su creencia religiosa. No entregan los cuerpos a los familiares de las víctimas, y si hacen ceremonias de duelo suelen ser detenidos», dijo la ganadora del Premio Nobel de la Paz.

«En Irán tenemos una situación parecida a la que tenían ustedes. Perdí a mi cuñado cuando él tenía diecisiete años. Tan sólo el mes pasado ejecutaron a veintidós jóvenes por su creencia religiosa. No entregan los cuerpos a los familiares de las víctimas, y si hacen ceremonias de duelo suelen ser detenidos», dijo Shirin.

Para la líder iraní, la diferencia que existe entre lo que vive su país y lo que padeció la Argentina radica en la riqueza que tiene Irán, “que hace al gobierno más impune”. El traslado de petróleo de todo el Oriente Medio tiene que pasar por esa nación del Golfo Pérsico para embarcarse y ser comercializado. El gobierno de Tehrán podría cerrar esa ruta y países como Arabia Saudita e Irak, entre otros, no podrían transportar su producción por el mar. “Eso ha hecho que el gobierno se sienta poderoso y no haya ninguna repercusión judicial sobre sus actos”, asegura Shirin.

Además, la defensora de los Derechos Humanos cree que el enfrentamiento de Irán con Estados Unidos engaña a los socialistas y a quienes no conocen la situación. “Hace pensar que en el país hay un buen gobierno”, señala. Ebadi asegura que se opone al capitalismo, se define como socialista, pero cree que para legitimar un gobierno no es suficiente con declarar su enemistad con Estados Unidos.

Estela De Carlotto asentía, comprensiva, mientras Shirin contaba cómo es la vida en Irán. Después, le dijo: «Es como la historia de nuestra Latinoamérica. Nosotros pasamos eso, con treinta mil desaparecidos. Todavía estamos buscando los muertos, y a más de trescientos nietos. Tenemos democracia hace más de treinta años pero igual hay un resabio de esa dictadura porque la justicia no funciona bien, porque hay grupos que no nos apoyan, que pretenden el olvido. Lo que nosotros hacemos es seguir luchando. Luchamos en paz porque no queremos ser iguales, nunca tomamos venganza, esperamos la justicia».

«Nuestro silencio es precisamente lo que hace que los que oprimen, opriman más», afirmó Ebadi.

Ebadi comparte el pensamiento de lucha pacífica que caracteriza a las Abuelas de Plaza de Mayo. Cuando la entristece la situación que vive su país y su historia se dice a sí misma que prefiere mil veces ser la oprimida antes que la opresora. En diálogo con ANCCOM manifestó su deseo para con las futuras generaciones: «Nuestro silencio es precisamente lo que hace que los que oprimen, opriman más. Si no tienen la capacidad o el poder para terminar con la opresión en la sociedad, al menos que hablen. Que cuenten qué injusticias han sufrido. Hablando pueden hacer sentir vergüenza al que comete un acto injusto».

Carlotto le obsequió un pañuelo de Abuelas. Shirin se acercó, en el sillón que compartían, para observar juntas el logotipo y la leyenda inscriptas en él: “Identidad, familia y libertad”. Le entregó también una bolsa con varios libros con la historia de la Asociación y muchas fotos, que la presidenta de Abuelas describió: «Acá están las casas bombardeadas», «él es un científico famoso (Clyde Snow) que ya murió, que acá está entregando un estudio sobre los desaparecidos», continuó. Corrieron la vista a la siguiente: «Estas somos las Abuelas», dijo Estela con una sonrisa. Luego la Premio Nobel iraní pidió una foto con ella. Las madres iraníes le habían dicho que querían verlas retratadas juntas. Estela De Carlotto pidió que le haga llegar su saludo a las demás madres de Irán y se ofreció para seguirlas acompañando. Shirin Ebadi le dijo: «Espero que algún día podamos invitarla a Tehrán, aunque yo ya no puedo ir». La Abuela de Plaza de Mayo respondió con una sonrisa: «Algún día iremos juntas, ¿por qué no? hay que tener fe».
Actualizada 6/09/2016