Por Agustina Santoro
Fotografía: Camila Alonso Suarez

En mayo pasado el gobierno de Mauricio Macri informó que el Programa Siria sería modificado. Desde el Ejecutivo comunicaron que serían analizados puntualmente los casos de quienes huyen del conflicto en busca de asilo internacional, tomando los recaudos necesarios en materia de seguridad junto a un mayor control de las fronteras. Si bien hace unos días la Ministra de Relaciones Exteriores Susana Malcorra anunció -en el marco del Día Mundial del Refugiado- el compromiso del Presidente en dar asilo a unos 3.000 refugiados sirios, aclaró que quienes arriben al país deberán hacerlo “con intenciones de paz”.

El Programa Siria es un sistema de visado humanitario, implementado durante el 2014 por el gobierno kirchnerista para dar respuesta a la crisis mundial de refugiados. Los anuncios y modificaciones realizados sobre el Programa despertaron diversas opiniones, tanto a nivel interno como externo. Son varios los organismos que emitieron sus reparos frente al anuncio de Malcorra. Las principales objeciones se encuentran vinculadas a una aparente falta de infraestructura, control y presupuesto –ausente en la actualidad- que serían necesarios a la hora de recibir tamaño contingente de personas. En sintonía con estos enunciados, el refugiado sirio Qsaí Ramma, opinó que “si el gobierno planea traer a 3.000 sirios, debe comprometerse a darles vivienda, trabajo y comida cuando lleguen. Tienen que hacerse cargo de esas personas y que no sea sólo una promesa política, porque si no pueden terminar en la calle.”

En tanto, otras voces se manifestaron sobre los cambios, algunas prestando conformidad como sucedió con Adalberto Assad, presidente de la Asociación Árabe Argentina Islámica (FEARAB), quien manifestó que, “nosotros estamos a favor del Programa Siria pero con más controles. Yo quiero que me garanticen que esa persona que ingresa es un refugiado sirio, sea católico o musulmán, que haya seguridades. A nosotros nos preocupa que las fronteras sean un colador, porque no están bien controladas y dejan mucho que desear”, y agregó que “el programa exige la presencia de un llamante residente en el país para que pueda venir una familia, pero también sé que están ingresando personas -no sé si con llamantes o no- con pasaportes truchos. ¿Y qué pasa si ingresa alguien sin documentos y ocurre algo, quien asumirá esa responsabilidad? Tenemos que tener mucho cuidado y control de esta situación, porque si sucede algo buscarán un responsable y estoy seguro que culparán a los musulmanes”.

La politóloga y militante por los derechos de Medio Oriente Tamara Lalli, a su vez, recordó que “desde la presidencia de Carlos Menem el ingreso de sirios y libaneses al país estuvo prohibido. La medida fue tomada luego de los atentados a la AMIA y a la Embajada de Israel, estigmatizando a todos los ciudadanos de esas nacionalidades. La situación cambió en el 2014 con el Programa Siria, pero tiene sus complicaciones burocráticas, no es tan fácil traer a alguien”. Y añadió: “Al Estado le falta mucho, si quiere cambiar su imagen tendría que empezar modificando un poco la dureza de las leyes. El Programa Siria no tendría sentido si los sirios pudiesen ingresar libremente en la Argentina, como lo hace cualquier otro ciudadano del mundo.”

El Programa Siria

Durante el 2014, la Dirección Nacional de Migraciones (DNM) creó el Programa Especial de Visado Humanitario para Extranjeros afectados por el conflicto de la República Árabe de Siria denominado como “Programa Siria”. Desde su implementación, llegaron al país 500 migrantes. La Comisión Nacional para los Refugiados (CONARE) se ocupó de reconocerles su condición y de brindarles un documento argentino con vigencia por dos años. En el 2015, se decidió  prorrogarlo por un año más y modificar algunas cuestiones ligadas a su funcionamiento, tales como eliminar la “tasa migratoria” que debía abonar el refugiado en su ingreso al país y ampliar la figura del “llamante” -antes limitado a una persona física que acreditase un vínculo familiar- para poder incluir a ONGs e instituciones.

“Hicimos una reunión donde acordamos prorrogar por un año más el Programa Siria y eliminar el requisito de la acreditación del vínculo para permitirle a las organizaciones que  pudieran intervenir. El procedimiento era el siguiente: llegaba una persona a la Dirección de Migraciones e informaba que tenía un primo viviendo en Siria, donde por la situación bélica que se vive corría riesgo su vida, y que deseaba traerlo al país. En ese momento la persona acreditaba su identidad y la de su familiar y debía asumir el compromiso de brindarle al recién llegado vivienda y manutención. Se verificaba con Interpol si tenía algún tipo de antecedente o búsqueda. Y en relación al refugiado, se realizaban los mismos procedimientos. Todos estos trámites se fijaban por escrito y está todo documentado en expedientes digitales”, explicó Martín Arias Duval, ex Director Nacional de Migraciones (DNM).

Si bien desde la nueva gestión de la DNM informaron que están dispuestos a continuar con el programa, también anunciaron cambios en materia de seguridad que no fueron especificados. Ante esta situación, Arias Duval mencionó que durante su gestión no sucedió “ni un sólo caso donde un refugiado llegado de Siria con visa humanitaria haya sido sospechado de haber cometido un delito o de integrar una organización terrorista, más bien todo lo contrario.”  Y agrego: “Anuncian estas cosas porque algo tienen que decir y para algunos puede ser un discurso demagógico, agradable a los oídos de cierto sector de la población. Pero está anclado en ese sentido común donde se le baja el precio al otro, al que es distinto, al que tiene otro color de piel, otra religión. Este tipo de anuncios están sustentados por esos discursos donde se repite que las fronteras son un colador o que los migrantes son potenciales delincuentes, narcotraficantes o terroristas.”

También denunció que en materia políticas migratorias, se ha dejado sin efecto el Programa de Abordaje Territorial que acercaba el Estado al territorio donde la población migrante estaba viviendo, para poder identificarla, regularizarla y documentarls. “No sé a ciencia cierta por qué van contra el Programa Siria, a lo mejor porque es más fácil hablar de la Triple Frontera o del terrorismo islámico, que mirarnos adentro y hablar sobre la xenofobia o sobre las políticas económicas que implementan y que generan una real exclusión”, concluyó Duval.

Tamara Lalli, Licenciada en Ciencias Políticas, militante de los derechos de medio Oriente e integrante de la Asociación Cultural Siria.

Tamara Lalli, Licenciada en Ciencias Políticas, militante de los derechos de medio Oriente e integrante de la Asociación Cultural Siria.

En primera persona

Qsaí Ramma tiene 33 años y hace cinco que vive en la Argentina. Cuando se exilió de Siria la situación no era tan grave como ahora, pero si decidía quedarse lo emplearían en el ejército. “Salí de ilegal dos días antes de que me fueran a buscar para alistarme. La situación ahora es mucho más grave. Al principio comenzó como una revolución y el gobierno la enfrentó con armas. Después se sumaron grupos y células extremistas, como ISIS, junto con los intereses de Rusia, Estados Unidos y Francia y se complicó todo.” Cuenta que parte de su familia sigue allá y están muy mal económicamente. Según cifras de las Naciones Unidas, la pobreza en Siria llega al 80% de la población.

Actualmente, tiene un negocio de comida árabe ubicado en el Microcentro porteño: “Entré como extranjero al país con 200 dólares en el bolsillo y pude ponerme mi negocio, pero trabajé tres años sin parar. Argentina es un país con muy buena gente, un país libre, pero no es un buen lugar para vivir. Las cosas aumentaron mucho y yo no las puedo aguantar”. Cuenta que una de las mayores dificultades que afrontan los migrantes está ligada al déficit habitacional, ya que en muchos casos los extranjeros deben pagar un doble alquiler por no poseer garantía.

Qsaí opina que en la Argentina todo es difícil menos los papeles. “Los papeles son lo más fácil, no tuve que pagar nada y entrás legal. Pero solamente te ayudan con los papeles, no es como en Europa donde te dan un sueldo, una casa. Para mí quieren modificar el Programa Siria porque no quieren otorgarle más ciudadanía a nadie, para poder hacer negocios con Estados Unidos. Te van a dejar ingresar pero te van a tratar como un refugiado, no te van a dar los papeles diciendo que sos argentino”.

Un giro a la derecha, nuevas alianzas

La modificación del Programa Siria se encuentra dentro un cambio en las políticas migratorias del país a nivel general. El presidente Macri y directivos del Ministerio de Seguridad, encabezados por la ministra Patricia Bullrich, participaron el 30 y 31 de mayo pasados de un Seminario sobre Seguridad Interna junto a la Embajada de Israel. En dicho encuentro se abordaron temas como inteligencia y terrorismo internacional, narcotráfico y protección de fronteras. “Con la excusa de la declarada emergencia en seguridad y el cuidado de las fronteras se cerraron acuerdos con el Mossad e Israel, a quienes se les compraron armamentos y chalecos antibalas. Es un claro giro a la derecha en materia de alianzas internacionales. El próximo seminario está pactado para septiembre en Misiones, donde buscarán avanzar sobre el control de la Triple Frontera”, denunció Elsa Bruzzone, secretaria del Centro de Militares por la Democracia Argentina (CEMIDA) y especialista en Defensa Nacional y Geopolítica.

Desde la Dirección Nacional de Migraciones, su director Horacio García, anunció la implementación de nuevas capacitaciones a los inspectores encargados de los controles fronterizos. Su dependencia trabajará en estrecha colaboración con organismos de inteligencia nacionales y extranjeros para reforzar el control en el ingreso de migrantes. Desde ANCCOM, se intentó averiguar de qué tratan estos cambios anunciados por los funcionarios, pero no hubo respuestas oficiales.

Por su parte, Tamara Lalli opinó que “esta Alianza se cerró cuando Macri estuvo en Davos y se reunió con Benjamín Netanyahu (actual primer ministro de Israel). Durante el seminario se acordó implementar una determinada política de seguridad en la Argentina, que tiene que ver con el control fronterizo, sobre todo en la Triple Frontera,  donde existe una enorme comunidad sirio libanesa. Que se puntualice sobre la Triple Frontera tiene que ver con la presencia de esta comunidad”. Y agrego: “Acá hubo una cuestión que tuvo que ver con la visita de François Hollande y Barack Obama, donde efectivamente algo se negocio en torno a los refugiados sirios, hecho que debe ser leído en sintonía con el viaje de Malcorra al Líbano y su posible postulación al frente de la ONU.”

“Una guerra planetaria”

El 15 de marzo del 2011, cuando estalló el conflicto en Siria, el país tenía una población de 22 millones de personas. Hoy existen alrededor de 7 millones de ciudadanos sirios, entre desplazados y refugiados, repartidos por el mundo. Tamara Lalli denuncia que la expulsión masiva de habitantes sirios estaba planificada: “Un mes antes del inicio del conflicto, en Turquía ya estaban preparados los campos de refugiados”. Y explica que “su herramienta fue generar lo mismo que pasó en Afganistán. ¿Cómo se destruye una sociedad? Generando una guerra civil. ¿Y cómo se hace una guerra civil en una sociedad que tiene mucho compromiso con la esencia religiosa? Generando odios confesionales.

En el 2009 se descubrió que Siria tenía las reservas de gas más importantes del mundo y se planificó poner en marcha lo que llamaron “el nudo de los cuatro mares”. Siria sería el centro de distribución de gas más grande de Oriente y proveería a toda Europa. “Este era un proyecto donde los Estados Unidos, Arabia Saudita y Turquía no serían beneficiados por el negocio, y es ahí donde estalla la cuestión. Cuando se descubre la reserva de gas, se ponen a trabajar tanto los rusos como los norteamericanos. Esto es geopolítica pura, nada que tiene que ver con la democracia”, afirma Lalli. Y agrega: “Los medios de comunicación han jugado un papel fundamental en todo este proceso. En esto que algunos llaman “primavera árabe” y que para nosotros es una guerra planetaria e invasiva, pero no es una guerra civil.”

Actualizada 06/07/2016