Por Ramiro Godoy
Fotografía: Florencia Ferioli

La Biblioteca Nacional Mariano Moreno representa para la ciudad un polo de conocimiento, una suerte de emblema del saber, en el que, en los últimos años, además de libros y lectores tuvieron lugar numerosas actividades, talleres y exposiciones, que la han abierto mucho más allá de sus paredes y muy por encima de los siete pisos con los que cuenta. Sin embargo, estos logros se ven amenazados por 240 despidos que la afectan sensiblemente. La institución perdió el 25 por ciento de su planta y áreas enteras fueron desmanteladas.

“El lunes 21 empezamos a recibir telegramas de despido”, explicó Diego Martínez, delegado de la junta interna gremial de ATE. La medida incluyó a personas con antigüedades que van desde los cinco meses hasta los 22 años y envolvió a las tres áreas que componen la estructura del establecimiento: la Dirección de Administración, la Dirección de Técnica Bibliotecológica y la Dirección de Cultura. Esta última fue desmantelada casi por completo, según Martínez.

Poco sirvió la difusión de un comunicado en donde una larga lista de “intelectuales” advertían sobre el potencial desenlace. “He encontrado entre ellos algunos nombres que me dejaron gratamente sorprendido”, expresó al respecto Marcos Mayer, ex editor de la revista Estado Crítico, dependiente de la Biblioteca Nacional y recientemente discontinuada debido a las destituciones. Él fue uno de los que recibió un telegrama informándole que ya no se precisaría de sus funciones. “Me lo veía venir desde que asumió Macri. No mi despido en particular sino lo que vino en realidad, achicar y desarmar la Biblioteca. Es más, yo temo que esto no sea lo último”, confesó Mayer.

La medida también afectó al Museo del Libro y de la Lengua, abierto desde el 2011, que perdió dos terceras parte de sus trabajadores. De hecho, las visitas escolares ya fueron suspendidas porque no hay guías que puedan acompañar a los alumnos que deseen visitarla. Su ex directora, María Pía López, quien renunció a fines del año pasado debido al cambio de autoridades, afirma que a la gravedad de los despidos se suma el hecho de que se trata de destruir procesos enteros de trabajo. “Una de las personas que fueron despedidas estaba desde antes que abriera el museo, era una de las personas que participó en el trabajo de diseño de contenido”, ejemplificó.

Durante la gestión de Horacio González, concluida en 2015, todos los trabajadores -afirma López- tuvieron una gran responsabilidad para procurar el crecimiento de la Biblioteca. “Todos tuvimos un altísimo compromiso en crear institución, crear tramas, vínculos, procesos de trabajo, formas de producción”. Para Mayer, en cambio, esto comenzó desde antes de esa gestión: “Perder todos esos logros sería regresar 20 años al pasado”, dice: “Transformar a la Biblioteca  en un lugar donde la gente va a consultar libros y nada más”.

Martínez, que además forma parte del consejo directivo de ATE-Capital, no duda en responsabilizar de estas decisiones a la nueva conducción: “A partir de la ida de Horacio González estuvimos algunas semanas sin conducción. Estaba la subdirectora Elsa Barber, quien por supuesto había dicho en su momento que si había despidos renunciaría. Sin embargo, ella ha sido también encargada de llevar adelante este plan de ajuste, porque se quedó y hasta emitió un comunicado diciendo falacias”. Pero él cree que es Alberto Manguel, nombrado como director a partir de junio, quien ha sugerido desde el exterior qué hacer con la Biblioteca durante estos meses.

Mayer incluso alerta sobre amenazas superiores, en donde lo ocurrido sería apenas un comienzo y tendría que ver más con “la intimidación” que con aspectos económicos concretos. En su opinión, lo que se está armando es un discurso único que dificulta la posibilidad de encontrar canales por donde circule “otra información”. En ese sentido, López cree que lo fundamental es la concepción de las autoridades respecto a lo que deben ser las instituciones: “Convertirlas en entes bobos, que no puedan intervenir, no puedan pensar, no puedan crear por sí solas”.

Pese a todo, los afectados por este conflicto ya plantean llevar a cabo acciones en caso de que el Ministerio de Cultura no presente las respuestas adecuadas a sus planteos, no sólo en cuanto a la reincorporación de los 240 trabajadores desafectados sino que se esperan explicaciones acerca los criterios y los fundamentos que se tuvieron en cuenta al repetirse la metodología de otras dependencias del Estado donde los despidos fueron sin causa. Lo que se está defendiendo es sintetizado por Martínez: “Una institución que pudo recrearse como popular y compleja a la vez, pero con una visibilidad, una expansión, una ambición desde el punto de vista cultural muy importante que no hemos tenido en otros momentos. A veces había un debate sobre si era una biblioteca o un centro cultural. Yo creo que se pudo combinarlas y llevar adelante una institución, una organización en algún punto de vanguardia”.

 

Actualizado 31/03/2016