Por María Eva González
Fotografía: Deborah Valado y Florencia Ferioli

Con una sensación térmica de 36 grados, miles y miles de personas se concentraron en la Plaza de Mayo y sus calles adyacentes. La convocatoria a la movilización, el acto central y el paro nacional provino de la Asociación de Trabajadores del Estado (ATE) y estuvo propuesta para el mediodía. Aunque desde temprano, los primeros sindicalistas y militantes se acercaron al Obelisco, el punto de partida. El reclamo tuvo el respaldo de las dos CTA (conducidas por Hugo Yasky y por Pablo Micheli), aunque la confirmación no se dio sino hasta último minuto. Sebastián Rollandi, de la CTA que lidera Yasky, contó a ANCCOM: “Las dos centrales se unieron y salieron a la calle a movilizarse junto a los trabajadores estatales. Esta es una clara señal de una parte del movimiento obrero que no está dispuesto a regalarle al gobierno de Mauricio Macri nada de lo ganado en estos últimos doce años. Lo de hoy fue una contundente demostración de que no vamos a retroceder”.

Las calles cercanas a la Plaza de Mayo no podían albergar a más personas. Las columnas de los diferentes sectores se mezclaban, se chocaban, se esquivaban, siempre sabiéndose lejos del lugar esperado. Las banderas flameaban con fuerza, pero el viento fresco no se sentía entre la multitud abigarrada. Durante toda la jornada se notó la ausencia de las fuerzas de seguridad, aunque algunos medios de comunicación pregonaban la necesidad de implementar el nuevo protocolo de seguridad, comúnmente denominado “antipiquetes”. Tampoco hubo accionar policial en los cortes que se dieron en distintos puntos de la Ciudad de Buenos Aires, en los que los oficiales se encargaron simplemente de redirigir el tránsito. Damián Ravenna, de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH), sostuvo: “Esto sirvió también para demostrar que el protocolo de seguridad no sirve para nada y de que no podrían aplicarlo frente a manifestaciones de esta índole”. Rollandi agregó: “Este gobierno, con el tinte represivo que ha demostrado, querrá llevar adelante el protocolo antipiquete. Nosotros nos vamos a seguir movilizando porque nos ampara la Constitución”.

El calor no amainó en ningún momento: un hombre se cubría el pelo transpirado con un ejemplar de Página/12 y, unos metros más atrás, una pareja se abanicaba con un texto fotocopiado. Las botellas con bebidas frías circulaban entre compañeros pero seguía su camino hacia manos desconocidas. No había manera de escapar al agobiante mediodía del microcentro, menos aún cuando la cercanía a Plaza de Mayo significaba alejarse de los edificios que proporcionaban algo de sombra, mientras la marcha no se descomprimía. Entre el ruido de los bombos y los cantitos de las agrupaciones militantes, un adolescente menciona la marcha del 24 de marzo. Ya no está indignado con la visita de Barack Obama ni con la de François Hollande; sólo espera que las calles se llenen como en ese mismo momento. Ravenna afirmó: “Hay que salir, porque lo que Macri quiere generar es un Estado más pequeño, lo que conlleva que ciertas políticas (en particular las de Derechos Humanos) se vean seriamente afectadas. Por ejemplo, despidieron a compañeros y compañeras que trabajaban sobre la faceta económica de la última dictadura cívico militar. Esto tiene que ver con la visión que tiene el macrismo del terrorismo de Estado y del mismo Estado”.

Las banderas contemplaban un amplio rango ideológico y demostraban la unidad dentro de la diversidad: desde el Partido Obrero hasta La Cámpora, estuvieron presentes los militantes sociales y políticos de Nuevo Encuentro, Movimiento Evita, Barrios de Pie, MILES, MST, Peronismo Militante, junto a las delegaciones de la Unión Ferroviaria y FOETRA, entre otras. No faltaron tampoco los representantes de la ciencia. Un trabajador del Instituto Nacional de Tecnología Industrial (INTI) contó: “Sabemos que la política de Macri es de ajuste y de reducción del Estado. Cuando el neoliberalismo habla de modernización del Estado, quiere decir que va a despedir trabajadores. Hoy vinimos a esta plaza a decirle a Macri que los trabajadores del Estado somos el recurso que el país necesita para salir adelante. En el INTI brindamos servicios a la industria, a cooperativas, laburamos con tecnología aplicadas a la salud y la discapacidad. Hasta hace poco, dependíamos del Ministerio de Industria (que ahora es la Secretaría de Producción) pero ahora dependemos de Economía. Eso nos da un indicio de la poca importancia que tiene la industria nacional para el macrismo”.

En la misma línea, Roberto “Beto” Pianelli, Secretario General de la Asociacion Gremial de Trabajadores de Subte y Premetro (AGTSyP), dijo que el gobierno no quiere una política industrialista y agregó: “No vimos más que el inicio del plan que quiere aplicar Macri a favor de los grupos financieros y económicos concentrados. Quieren que el salario real y el poder adquisitivo de los trabajadores caiga abruptamente. Todavía no pasaron las primeras paritarias, pero ya podemos ver cuál es la orientación del gobierno. Lo primero que se va a empezar a ver es la intención de bajar el poder adquisitivo. Además, con las políticas económicas, que no apuntan a desarrollar el mercado interno, van a aparecer también despidos masivos no sólo del ámbito estatal sino también del privado”. Aprovechó para remarcar una diferencia con los años anteriores y la actividad sindical previa al 10 de diciembre pasado: “Durante el kirchnerismo, al no haber conflictividad laboral (porque las paritarias garantizaban siempre estar por encima de los niveles de inflación), no había movimiento para construir sindicalmente. Pero tampoco había condiciones objetivas para desarrollar movimientos sindicales, ya que el Estado garantizaba buenas condiciones para los trabajadores. Creo que va a haber un realineamiento político sindical, que todavía no se vislumbra, porque la nueva coyuntura va a exigir una renovación y una reestructuración. Objetivamente, va a haber movimiento, preocupación y acción, que van a permitir construir alternativas a lo existente”.

Circularon también decenas de ciudadanos con remeras de Resistiendo con Aguante que miraban alrededor, se quedaban unos minutos en alguna columna y seguían camino, sin saber bien qué hacer ni con quiénes acoplarse. Por Perú, entró el grupo de Jóvenes Científicos PrecarizadFos (JCP). Una becaria doctoral del CONICET relató a ANCCOM: “Participamos de la marcha para repudiar las políticas de ajuste y achicamiento del Estado. Reclamamos por la situación de precarización laboral de los compañeros que fueron admitidos a carreras de investigación en CONICET en las convocatorias de 2014 y 2015 y que aún no han sido efectivizados, supuestamente por falta de presupuesto”. A los pocos metros, chocaron con una columna de Peronismo Militante y giraron hacia la plaza, pero se avanzaba de a poco y muy lentamente: cerca de las 14, las columnas apenas habían recorrido una cuadra hacia el destino final, donde se estaba llevando a cabo el acto en un escenario ubicado frente a la Pirámide de Mayo. Tambien estuvieron presentes los trabajadores del Ministerio de Educación y Deporte de la Nación de los Programas Conectar Igualdad y Primaria Digital que, desde diciembre 2015 no cobran sus sueldos, no tiene autoridades asignadas y su equipo central esta siendo desmenbrado.

Finalmente, cerca de las 15, la manifestación comenzó a desconcentrarse y, una hora más tarde, quedaban sólo aquellos que disfrutaban de la sombra antes de emprender la vuelta. Se escuchaban bombos aislados, con grupos pequeños de manifestantes, pero los 50 mil estatales que habían participado de la primera medida nacional contra las políticas del gobierno de Macri, ya no estaban en el espacio. A modo de balance, Ravenna sostuvo: “Esta fue una demostración de fuerza hacia el gobierno nacional. Ni el sindicalismo ni las organizaciones populares y partidos políticos vamos a permitir el desmantelamiento del Estado”. Pianelli, por su parte, afirmó: “Era necesaria una respuesta de los sectores populares. Ha quedado en evidencia una de las estafas con las que el macrismo ganó las elecciones. Dijeron que no iban a sacar ningún derecho adquirido y lo primero que hicieron fue, justamente, empezar a retroceder. No vamos a aceptar que continúen los despidos, que nos condicionen las paritarias para bajarnos el salario ni que se criminalice la protesta”.