Por Victoria Caruso
Fotografía: Ludmila Ferrer, Mariano Saborido

“El arte drag está devaluado: piensan que uno es un maricón al que le gusta  disfrazarse de mujer en un boliche”, dice Liborio Iuculano más conocido como Elektra Trash. El nombre mezcla el histrionismo del personaje con los desechos que utiliza para hacer su vestuario.

En Argentina, a lo superficial, la moda, el brillo, las plataformas y los tocados gigantes, herencias del estilo drag norteamericano, se les agregan la protesta, la ruptura, la política y, por lo visto, hasta la basura.

Dos drag queens.

En Argentina, a lo superficial, la moda, el brillo, las plataformas y los tocados gigantes, herencias del estilo drag norteamericano, se les agregan la protesta, la ruptura, la política y, por lo visto, hasta la basura. En la imagen, Shirley y Le Brux, performers de la Fiesta Whip.

Drag queen es un término complicado de definir aunque, en un primer acercamiento, se refiere a un hombre que se caracteriza como mujer y crea un personaje. Exigentes y perfeccionistas, utilizan vestuario, pelucas, accesorios y maquillaje; se producen con delicadeza y pulcritud, actitudes que, aunque parezca paradójico, hacen a sus personajes de rasgos femeninos bestiales y grotescos.

Tanto en Argentina como en Estados Unidos, la estética drag surge de la mano del entretenimiento. “Lo propio del drag queen siempre fue lo espectacular, el brillo, la peluca; tienen todo el teatro encima -sostiene Charlee Espinosa, performer de travestismo escénico-. Se quedan mucho en la imagen y no trascienden. Son muy pocas las que tienen algo fuerte para decir”.

Sin embargo, a partir de la década del ’90, las fronteras entre lo estético y lo político fueron desdibujándose. A partir de ahí, algunos performers, como Peter Pank, retomaron la estética drag pero para resignificarla: su cuerpo se transformó en el lienzo donde se monta el contenido y la militancia. Los artistas se “draguean” para decir algo más, para desnaturalizar ese cuerpo que ahora es un discurso
político. Al respecto, Sussy Shock, artista “trans-sudaca”, como se autodefine, sostiene que el arte es en sí político porque está hecho por personas, que a su vez son seres políticos con identificaciones, decisiones, espacios y posiciones propias.

 El maquillaje drag resalta todos los rasgos del rostro y los vuelve femeninos. La foto muestra drag queen maquillándose.


El maquillaje drag resalta todos los rasgos del rostro y los vuelve femeninos.

Si bien en muchas oportunidades se los vincula con el colectivo LGBTIQ, el estilo drag no está directamente ligado a una elección sexual, sino a la intención de brindar un discurso crítico, satírico y algunas veces de denuncia. Incluso existen drag kings, que son  mujeres que se travisten como hombres. “No hay una verdad de ser mujer ni varón, son construcciones políticas, históricas y culturales. Una
mujer asignada como mujer puede incluso jugar con los modos de ser mujer drag queen, lo que implica interpelar lo hegemónico de la feminidad”, dice Mabel Campagnoli, especialista en temas de género.

Lady nada. Un drag queen de peluca rosa larga

“Lo propio del drag queen siempre fue lo espectacular, el brillo, la peluca; tienen todo el teatro encima -sostiene Charlee Espinosa, performer de travestismo escénico-. Se quedan mucho en la imagen y no trascienden. Son muy pocas las que tienen algo fuerte para decir”.

En Argentina no existe un programa del estilo RuPaul’s Drag Race, pero en Tucumán se hace todos los años la elección nacional de la reina drag queen. “Yo soy como la big mamma, todas me adoran y yo las guío y trato de hacerles más fácil el camino para que puedan trabajar y vivir de esto que es un arte”, dice Elektra Trash, conductora del evento y antigua ganadora del certamen. Este año se quedó con la corona Katara Fyre, de Córdoba. Podría pensarse que este concurso plasma la frivolidad que en parte caracteriza al mundo drag, aunque desde otro punto de vista funciona como una herramienta para expresar decisiones y posiciones sobre el cuerpo o la diversidad. En el ambiente drag parece existir todo: están desde las que solo se visten para las fotos, hasta las que quieren decir algo y se plantan ante las etiquetas y los géneros para romperlos y decir: “Acá estoy, soy una reina”.