Por Ornella Rapallini
Fotografía: Florencia Ferioli

A cien metros de la fuente esculpida por Lola Mora, en Costanera Sur, hay un carrito que vende ceviche, sobre la Avenida España. Ahí empieza el barrio Rodrigo Bueno.

A diferencia de los edificios del contiguo barrio de Puerto Madero, en Rodrigo Bueno las construcciones son bajas, no tienen más de tres pisos. No se conoce un número preciso de habitantes, algunos dicen que son tres mil, otros cuatro mil y están los que afirman que son más de cinco mil. Los domingos, subrayan, se puede hacer ruido sólo hasta las diez de la noche porque al día siguiente todos tienen que trabajar.

El asentamiento Rodrigo Bueno existe desde mediados de la década de 1980, pero aún no tiene agua corriente ni cloacas, el tendido eléctrico es precario y los vecinos cada vez construyen más pozos ciegos individuales. “Estamos en la época prehistórica”, dijo Ricardo Melgarejo, vecino y delegado de una de las cuatro manzanas en que se divide el lugar.
Los cuatro delegados de manzana pidieron hacer los primeros pozos colectivos a la Unidad de Gestión de Intervención Social (UGIS), ente encargado de “organizar, ejecutar y supervisar las obras de mejoramiento habitacional, mantenimiento del hábitat en las situaciones de emergencia en villas y barrios carenciados”, pero la UGIS no aceptó.
Gastón Arispe Huamán, de trece años de edad, murió el 9 de marzo en la manzana dos, al caer en el segundo pozo que la familia tuvo que cavar en el patio de su casa, porque el primero ya estaba lleno. Los vecinos, con mucho esfuerzo y solidaridad inmediata, sacaron a Gastón del pozo, pero no llegaron a salvarle la vida.
La ambulancia tardó una hora en llegar al barrio y los camilleros no quisieron entrar al lugar. Sin mayores explicaciones, le dijeron a la madre que llevara al niño hasta “la canchita” donde lo esperaría la asistencia médica. El trayecto a “la canchita” es laberíntico y eterno con un chico en brazos en un estado inconsciente, los pasillos son estrechos, el suelo es irregular: una parte de tierra y otra de cemento, hay goteras y perros sueltos, no pasa una ambulancia, pero sí una camilla.
“Los médicos, como cualquier persona, tienen ese temor, ese miedo de que les puede pasar algo dentro de las villas, de que corren balas. Eso es porque desconocen. Nosotros siempre dijimos que los que manejan las ambulancias deberían ser de los barrios, acá también hay profesionales y enfermeros”, explicó Marino Sosa, delegado de la manzana dos en la que vive la familia de Gastón.
La ambulancia no puede entrar por los pasillos estrechos, los médicos tienen miedo a la inseguridad en los asentamientos humildes, los delegados de la manzana piensan que el barrio está estigmatizado, los vecinos corren peligros que pueden evitarse y el Gobierno, en lugar de urbanizar, apela ante la Cámara.
“En la Rodrigo Bueno no quieren invertir porque tienen esa fantasía de que algún día va a desaparecer y le van a dar pie al proyecto inmobiliario de IRSA, entonces nosotros estamos peleando con eso y ahora estamos judicializados”, concluyó Marino Sosa al despedirse.
Inversiones y Representaciones Sociedad Anónima –IRSA es una sociedad comercial de capitales argentinos dedicada a bienes raíces. Controla numerosas empresas y es propietaria de los principales centros comerciales: Alto Palermo, Abasto, DOT, Córdoba Shopping, Alto NOA, Buenos Aires Design, entre otros. Lo que plantean los delegados es que el predio de Costanera Sur tiene un gran atractivo para este grupo inmobiliario.

*** Artículo producido en el marco del Taller Anual de la Orientación (TAO). 2015.