Por María Eva González
Fotografía: Achilleas Zavallis - UNHCR

En diciembre de 2010, una serie de movimientos populares comenzaron a reformular el escenario sociopolítico de países árabes como Túnez, Egipto, Libia y Siria. La denominada “Primavera Árabe” llevó a que, en los primeros dos casos, los gobiernos fueran abandonados por sus respectivos dirigentes; en los segundos, la respuesta fue contraria. Esto implicó la posterior militarización de la sociedad y el comienzo de enfrentamientos cotidianos que dieron lugar a una guerra civil que ya lleva cuatro años. Los intereses internacionales están implicados en la problemática: por un lado, Estados Unidos de América y Europa plantean que la única salida posible es la renuncia del presidente Bashar Al-Assad; por el otro, Rusia, Cuba y China, entre otros, lo apoyan y se oponen a la intervención extranjera en el país, que ya ha ocasionado más de 230 mil muertes. Por esta situación, la vida cotidiana en Siria ha sufrido modificaciones considerables y la crisis migratoria hizo eco en todo el mundo, ya que son millones las personas que están buscando alternativas en otros sitios, entre los cuales está incluida Argentina.

Según las estadísticas oficiales de la Comisión Nacional para Refugiados (CONARE), perteneciente al Ministerio de Interior y Transporte de la Nación, en los últimos tres años fueron 233 los refugiados sirios que arribaron al país: en 2012 llegaron 40; al año siguiente fueron 130 y, el año pasado, 63. La CONARE, creada a partir de la Ley General de Reconocimiento y Protección al Refugiado Nº 26.165 sancionada en el año 2006, tiene entre sus principales funciones las de resolver sobre el reconocimiento y la cesación de la condición de refugiado; otorgar autorización para las solicitudes de ingreso al país por motivo de reunificación familiar y reasentamiento y convocar a autoridades nacionales, provinciales y municipales con la finalidad de coordinar acciones que conlleven el cumplimiento de los objetivos de la mencionada ley. Al mismo tiempo, garantiza la protección de los derechos de los refugiados, la asistencia a éstos y a sus familiares, y su inserción en las esferas sociales y económicas del país.

Grecia. Refugiados y migrantes caminan para cruzar a la República de Macedonia.

Grecia. Refugiados y migrantes caminan para cruzar a la República de Macedonia.

En octubre de 2014, se puso en marcha el Programa Siria, un plan especial humanitario para extranjeros afectados por el conflicto, que permite que un ciudadano en Argentina pueda solicitar el visado para familiares hasta un cuarto grado de parentesco. La idea fundacional es asistir a quienes están experimentando el conflicto armado y se ven directamente afectados. Según las cifras del Programa, en el transcurso de 2015 ya son 63 los sirios que han llegado a suelo argentino. El trámite puede iniciarse en la Dirección Nacional de Migraciones (DNM), por una persona que acredite grados de parentesco o afectividad con el potencial beneficiario de la visa humanitaria, o en el consulado argentino en Damasco.

Con la posibilidad de utilizar esta medida estatal, Leila Haikel contó a ANCCOM cómo tomó la decisión de traer a su prima y a su sobrina desde Yabroud, la ciudad en la que vivían, a 80 kilómetros de la capital Damasco: “Hace dos años, la situación en la ciudad de mi familia estaba muy complicada por los bombardeos, secuestros y presencia de tanques. Un día, hablando por teléfono con mi prima, escuché una explosión. Se cortó la comunicación y, durante varias horas, perdimos contacto. Esa madrugada le escribí preguntándole si quería venir con su hija. No pensé en cómo cambiaría mi vida, sino en salvar a dos personas, y eso estaba por encima de cualquier análisis”. Khawla recuerda que tenía 29 años y su hija Lamar cuatro, cuando llegaron a Buenos Aires: “Nunca había pensado en salir de Siria. Cuando mi prima me invitó a venir por la situación que estábamos pasando allá, no lo dudé, aunque me costó tomar la decisión porque dejaba al resto de mi familia. Pero quería salvar a mi hija y poder ayudar desde afuera, porque había muchos bombardeos, teníamos poca comida, estábamos sin luz ni agua”.

Según la Convención de 1951 sobre el Estatuto de los Refugiados y de su Protocolo de 1967, un refugiado es toda persona que “debido a fundados temores de ser perseguida por motivos de raza, religión, nacionalidad, pertenencia a determinado grupo social u opiniones políticas, se encuentre fuera del país de su nacionalidad y no pueda o, a causa de dichos temores, no quiera acogerse a la protección de tal país”. Los beneficiarios acceden a una visa de ingreso que permite la residencia temporaria por dos años, con la posibilidad de una prórroga de un año más. En ese período, pueden tramitar la obtención de un DNI de residente temporario y, luego de tres años, pueden solicitar la residencia permanente.

Khawla es diseñadora gráfica y trabajaba en el área encargada del diseño de relojes en una empresa que cerró cuando se intensificó la guerra. La vida acá no es la misma: “En Siria era normal juntarse y trasnochar con familiares o amigos. Ahora todo es distinto. El cambio fue importante aunque de a poco nos vamos acostumbrando. Cuando llegué al país me encontré con gente muy buena, me ayudaron mucho, con el idioma principalmente. Ahora nos levantamos a las 6 y regresamos casi a las 19, comemos, dormimos y así se nos pasan los días”. Luego de estudiar intensivamente el castellano, comenzó a trabajar en un puesto administrativo y así terminó de acomodarse y retomar su vida como una más: “Al principio me miraban porque uso hiyab, el pañuelo que se colocan las mujeres musulmanas en la cabeza, pero luego me empezaron a tratar normal, no como alguien rara”.

Grecia. Refugiados y migrantes esperan en una estación de tren para cruzar a la República de Macedonia.

Grecia. Refugiados y migrantes esperan en una estación de tren para cruzar a la República de Macedonia.

A diferencia de aquellos que migran por diversos motivos, el reconocimiento de la condición de refugiado está orientado a brindar protección internacional para quienes se encuentran amenazados por sus opiniones o por guerras en sus respectivos países. Haikel recordó cómo fueron los días de tramitar y conseguir el pasaje para viajar a Argentina: “Sólo pedía a Dios que no les pasara nada en el camino al Líbano, porque había muchos controles, francotiradores y bombardeos. Podía pasar cualquier cosa pero, cuando estuvieron en el avión, respiramos”. Una vez acomodadas en la ciudad, el Estado se encarga de colaborar con su asistencia e integración. A los niños, por ejemplo, se les asigna un tutor que garantiza que asistan a la escuela y aprendan el idioma. Los grandes, por su parte, se ocupan de mantener las costumbres de sus tierras natales: “A veces nos juntamos con otros sirios que vinieron en la misma situación que nosotras, compartimos recuerdos, canciones, comidas. Nos reímos, pero todo quedó atrás, lamentablemente. En nuestros corazones hay mucho dolor”, dice Khawla.

La CONARE también articula con organizaciones internacionales como el Alto Comisionado de Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR), las medidas necesarias para garantizar la integración y protección de quienes no pueden volver a sus países de origen. El objetivo central es el de resguardar los derechos y el bienestar de los refugiados, al mismo tiempo que se intenta encontrarles soluciones a largo plazo, que tienen que ver con la inserción en la vida cotidiana de un país que les resulta completamente ajeno. ACNUR surgió en Europa después de la segunda guerra, para ayudar a quienes había perdido absolutamente todo. Ese mismo continente hoy debate acerca de cuántas personas aceptará recibir cada uno de los 28 países que conforman la Unión Europea. Al respecto, Haikel mencionó: “No se puede explicar con palabras. Hemos visto pilas de criaturas muertas en estos cuatro años de conflicto. La gente subía videos para que el mundo los viera y los ayudaran, pero siempre se les dio la espalda. Hoy los países europeos que analizan el ingreso de los refugiados, aportaron mucho para generar una mayor desestabilización en Siria”. Para ella, la única solución posible es darle un final al conflicto bélico. Su prima, que aún se sobresalta cuando escucha truenos, recordó a sus familiares y contó que tiene miedo de no volver a verlos: “Siempre tengo en mi cabeza volver a Siria, es mi país, lo quiero y tengo a toda mi familia, pero por ahora es imposible porque la situación es muy crítica. Ruego a Dios que todo termine pronto y lleve paz al pueblo sirio que tanto lo necesita”.