Por Camila Selva Cabral
Fotografía: Gentileza Biblioteca Nacional

Audioteca presentó la primera colección de treinta cuentos argentinos interpretados por actores nacionales. El proyecto, que desafía la primacía de la imagen y apuesta por el viejo hábito de la narración oral, fue dirigido por la cineasta Lucrecia Martel y curado por la guionista Graciela Speranza. Desde su sencilla interfaz, devuelve el placer de los cuentos leídos en voz alta a cualquiera que acceda de manera gratuita desde la plataforma online o a través de la aplicación para dispositivos móviles.

A partir de ciertas dificultades en la visión de algunos integrantes de su familia, y ante la escasa disponibilidad de literatura argentina en formato de audiolibros, surgió esta idea que Martel propuso al Ministerio de Cultura de la Nación hace dos años y que luego fue desarrollada por la acción Cultura Accesible a través de la Dirección Nacional de Industrias Culturales. La iniciativa se enmarca en el art. 66 de la Ley 26.522 de Servicios de Comunicación Audiovisual que predica la accesibilidad a los contenidos culturales.

Speranza explica que para la colección Lugares, que inaugura el proyecto, buscaron una “selección imprevisible”, que se alejara de las antologías de siempre. Para ello, se aventuraron a releer sus bibliotecas y a encontrar cuentos que cumplieran con los criterios elegidos. “Siempre tengo la idea de que las constricciones en el arte ayudan porque permiten que aparezca lo inesperado”, señala Speranza.

La Ministra estuvo acompañada por el secretario de Gestión Cultural, Jorge Espiñeira, la coordinadora de “Audioteca”, Lucrecia Martel, y la curadora de la colección de cuentos, Graciela Speranza.

 

El recorte final reúne treinta cuentos argentinos contemporáneos, escritos en primera persona y de extensión corta, que invitan al receptor a viajar y habitar distintos lugares durante la escucha. El origen salteño de Martel y su sensibilidad a las distintas hablas se evidencian en el carácter federal del proyecto: la selección incluye textos de escritores consagrados y también de escritores más jóvenes, de todo el país.

A la hora de elegir a los actores narradores, el objetivo de las coordinadoras fue, en palabras de Speranza, “agregar variedad a la variedad”. Martel primero hizo un casting mental, luego realizó pruebas de grabación, algunas de las cuales no funcionaron y la decisión final fue responsabilidad de la cineasta en conjunto con  María Onis, quien realizó la producción artística y la edición de sonido. El trabajo sobre la dirección de actores dio como resultado un abanico de riquísimas interpretaciones que, lejos de voces impostadas, permiten renovar la lectura de cuentos tan conocidos por todos como “Final de juego” o “Funes el memorioso”.

En muchos casos, la voz elegida busca generar un contraste o una sensación de extrañeza que sorprenda al oyente. Para dar un ejemplo, Speranza menciona el “efecto increíble” que tiene la entonación cordobesa del actor Maximiliano Gallo sobre el cuento de Patricio Pron (“Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido”), cuyo eje es la mancha de basura del Atlántico. “Una voz mirando al mundo desde arriba con tonada cordobesa me parece que le da un efecto interesante –destaca Speranza-. El cuento de Marcelo Cohen leído por Humberto Tortonese también tiene un efecto curioso, como el de César Aira leído por Fernando Noy”. Lo mismo ocurre con la voz de Cristina Banegas interpretando el misterioso narrador masculino de “La casa de azúcar”, de Silvina Ocampo.

La coordinadora de Audioteca, Martel, acompañada por Graciela Speranza, Cristina Banegas, Luis Ziembrowski, Alejandro Awada, entre otros.

 

Audioteca promueve la literatura más allá de su propia plataforma al ser una puerta de acceso a la obra de los autores seleccionados. Cada audio está acompañado de las fotografías y las biografías, tanto del actor como del escritor. Éstas últimas fueron cuidadosamente trabajadas por Graciela Speranza para dar indicios de cada poética en particular. En la sección “Extras” los más curiosos podrán encontrar una variedad de contenido para acompañar el audiolibro: fragmentos de otros cuentos, entrevistas, textos inéditos escritos especialmente por cada autor o links que permiten explorar otras facetas de los escritores. En la aplicación móvil, además, se puede explorar un mapa de Google Maps donde está indicado el lugar en el que transcurre la historia; aunque, en muchos casos, se trata de lugares imaginarios.

Con la idea de despertar un hábito de escucha, el equipo coordinado por Martel y Speranza logró abrir un espacio que, esperan, será continuado por próximas colecciones de audiolibros. En definitiva, Audioteca demuestra que las pantallas también pueden acercarnos una propuesta que se rebela contra la vorágine y nos invita a cerrar los ojos para rendirnos ante los encantos de una voz contando una historia. Porque, admitámoslo, ¿a quién no le gusta que le lean un cuento?

Los cuentos de la colección “Lugares” – AUDIOTECA

«As de espada», de Juan Filloy, por Alejandro Awada.

«Asiático», de Federico Falco, por Alberto Ajaka.

«Ay Enrique!», de Elvira Orphee, por Verónica Llinás.

«Bajo cero», de Damián Ríos, por Claudia Cantero.

«Caballo en el salitral», de Antonio Di Benedetto, por Marco Antonio Caponi.

«Como una cabeza enloquecida vaciada de su contenido», de Patricio Pron, por Maximiliano Gallo.

«Diario de un explorador», de Jorge Accame, por Capullo Medina.

«El cerebro musical», de César Aira, por Fernando Noy.

«El diario, de Ana Basualdo, por Stella Galazzi.

«El pianista», de Ricardo Piglia, por Iván Moshner.

«El rescate», de Daniel Moyano, por Norma Argentina.

«Ferrocarriles Argentinos», de Elvio Gandolfo, por Osvaldo Santoro.

«Final de Juego», de Julio Cortázar, por Érica Rivas.

«Funes el memorioso», de Jorge Luis Borges, por Guillermo Arengo.

«Habrá que matar a los perros», de Miguel Briante, por Manuel Callau.

«Japonés», de Rodolfo Fogwill, por Luis Ziembrovsky.

«La casa de azúcar», de Silvina Ocampo, por Cristina Banegas.

«La gata», de Héctor Tizón, por Jaime Torres.

«La gran bola de pelusa», de Marcelo Cohen, por Humberto Tortonese.

«La gran noche de los trenes», de Sara Gallardo, por Adriana Aizemberg.

«La tardecita», de Juan José Saer, por Mario Alarcón.

«Las doce a Bragado», de Haroldo Conti, por Tata Cedrón.

«Los bultos», de Carlos Hugo Aparicio, por Roly Serrano.

«Nada que ver conmigo», de Carolina Bruck, por Alejandra Flechner.

«Oficina», de Leticia Obeid, por Eva Bianco.

«Pirovano», de Matilde Sánchez, por Marta Lubos.

«Tratado de fitolingüística», de Mario Ortiz, por Esteban Bigliardi.

«Un día cualquiera», de Hebe Uhart, por Mónica Cabrera.

«Una mañana con el hombre casco azul», de Washington Cucurto, por Erasmo Olivera.

«Velcro y yo», de Martín Rejtman, por Fabián Arenillas.