Por María Celina Toledo

Tiene abiertas cinco causas judiciales en la justicia riojana. El gobierno provincial lo acusa de violento por impedir junto a otros 34 vecinos de las orillas del cerro Famatina –incluído el intendente Ismael Bordagaray- que las compañías mineras exploten sus riquezas contaminando el medio ambiente de la zona. Pero no se desanima, se siente apoyado por los vecinos y por el Papa Francisco que en febrero lo saludó en una audiencia pública en El Vaticano. El padre Omar Quintero se considera un luchador apasionado y un discípulo del obispo Enrique Angelelli, asesinado por la dictadura militar en 1976.

Los pobladores que viven cerca del cerro Nevado, rebautizado como “General Belgrano”, pretenden evitar la futura contaminación, sequía y enfermedades que una actividad industrial de alto impacto ambiental, social y cultural, puede llegar a causar. Para recuperar el oro del material removido de las rocas se necesita mezclar cianuro con decenas de millones de litros de agua. Unidos y junto al Padre Omar Quintero decidieron bregar contra los emprendimientos de la Barrick Gold y ahora de Osisko Mining, ambas empresas canadienses. Expresan la voluntad de defender la biodiversidad y una calidad de vida inconciliable con la actividad extractiva megaminera.

Esta causa tuvo su inicio hace ocho años y tiene como referente a un sacerdote que se opone a que el paisaje sea destruido. “Obtuve muchas satisfacciones y alegrías, pero también un montón de dolores”, dice Quintero ni bien inicia su comunicación telefónica con ANCCOM. Asegura que sufrió persecuciones y amenazas, y también habla de una “judicialización de la protesta” por las cinco causas que hay abiertas en su contra y ponen en riesgo su libertad, pero aun así siente, en sus palabras, “la satisfacción de haber cumplido para con Dios, para con el pueblo y para con la Creación”.

¿Cómo llegó a ser parte este reclamo que lleva a cabo en conjunto con los vecinos?

En primer lugar, soy oriundo de una zona que tiene un marco natural realmente lindísimo, todo lo que es el Valle de Traslasierra, evangelizado por el Cura Gaucho, ya beato. Vivir en ese lugar me llevó desde muy pequeño a tener un cariño y una admiración especial por los árboles, los animales, el agua, el aire puro, todas esas bellezas naturales que a uno lo van embebiendo desde chico. Después, tuve la suerte de ser educado en la secundaria por los padres franciscanos, por lo tanto aprendí sobre la espiritualidad y la mística de San Francisco de Asís, hermano universal de todas las criaturas, patrono de la ecología. Ellos me dieron la convicción y la certeza de que no nos podemos dar el lujo de poner en riesgo al medio ambiente, los bienes comunes, la calidad de vida de los pueblos y ciudades. Por eso, siempre tuve conciencia de este principio de precaución que tenemos que tener a la hora de tomar decisiones que a la larga puedan resultar nocivas.  Y esto me encontró en Famatina. Fue algo providencial porque esta no era mi parroquia de origen, yo estaba en Anillaco. Un hermano sacerdote que tenía su madre anciana y enferma me pidió hacer el intercambio y por un gesto humanitario yo accedí a venir, ignorando que se iba a desatar este conflicto que de todas maneras me iba a involucrar ya que es imposible estar aquí y no acompañar al pueblo en las asambleas ciudadanas por la vida, y en la noble y justa causa “El Famatina no se toca”.

¿Qué es lo que lo define su lucha?

Soy un hombre muy apasionado, que me tomo en serio lo que abrazo con mi vida, como lo fue la vocación sacerdotal y todo lo que significa valorar y defender la vida. Por otro lado, me considero una persona muy sensible, eso me ha llevado a estar al lado de la gente, acompañarla, llorar con ellos, reír, celebrar, festejar, y luchar cuando ha sido necesario aunque más no sea con los métodos que el cristiano debe usar. En mi caso, con la pluma y la palabra. Todo lo que significó difundir esta causa lo he hecho y he tratado de llevar hasta los confines del mundo el mensaje de defensa de la vida. Y, además, como una persona amante de todas las criaturas de Dios: no solo el ser humano y los animales sino también los vegetales y los minerales, en definitiva una cosmovisión amplia que me ha permitido estar a la altura de las circunstancias en Famatina.

¿Cómo es en general un día en su vida?

Una jornada en mi vida es bastante movida porque la parroquia comprende todo un departamento, 250 km a la redonda con quince comunidades que hay que atender. Por supuesto, tengo una agenda planificada y, aunque los viajes me consumen mucho tiempo, los encuentros con las comunidades son frecuentes, casi a diario. Aquí lo que marca el ritmo de la vida y de la fe de nuestros pueblos son las novenas, las fiestas patronales y los difuntos, a los que considero como los vehículos que me permiten evangelizar, misionar y llevar la palabra de Dios a donde se me encomienda.

¿Quién fue el Obispo Angelelli para usted?

El Obispo Angelelli para mí, y para todos los sacerdotes que abrazamos causas justas, fue el pastor que supo poner en verbo, en acción, la misión que Jesús nos pide, “ser ese buen pastor que dio su vida por las ovejas”. Fue un hombre íntegro que, inclusive, estuvo dispuesto a entregar y a dar su vida por defender en aquella ocasión, en plena dictadura militar, la dignidad del pueblo riojano. Y, aunque las circunstancias históricas hoy en día no son las mismas, me ha inspirado y me ha sostenido mucho en esta lucha, que más que lucha es una resistencia pacífica en defensa de la vida.

¿Cómo fue su encuentro con el Papa Francisco?

Fue un momento sublime, largamente esperado porque yo ya había enviado solicitud de audiencia por varias vías. El Papa Francisco ha conocido nuestra zona, como joven sacerdote hizo su paso por aquí acompañando a los jesuitas que misionaban, tuvo contacto con la gente y los productores, y al parecer recuerda muy bien la excelente calidad del vino que se hace en el pueblito de Pitual. A través del Obispo mandó a pedir grapas, me encomendaron la tarea de conseguirlas y adosé a una de las botellas que le mandaba esa carta que tantas veces ya le había enviado. Felizmente, parece que llegó a sus manos porque al poco tiempo me convocaron a una audiencia. Si bien fue muy breve, porque fue pública y en donde apenas pudimos saludarnos, intercambiar algunas palabras, lo importante es que pude dejarle todo el material que le llevaba: cartas de la gente, obsequios, incluso también nuestra bandera de lucha y una remera con la inscripción “El Famatina no se toca”. Fue una misión, un objetivo propuesto y cumplido en beneficio de esta comunidad. Siento que esto también aportó para que él inmediatamente se pusiera a terminar la última encíclica, “Alabado seas”, en defensa del medio ambiente y de la Creación de Dios, que es para nosotros una hoja de ruta. Viene a legitimar, en este caso, mi postura y mi acompañamiento al pueblo de Famatina porque hasta entonces prácticamente estaba al borde de la ilegalidad. No son muchos los sacerdotes que tienen convicciones muy personales, muy íntimas, que están acompañando a las poblaciones que se ven amenazadas por la megaminería.

¿Siente que cuenta con el apoyo de la gente?

Estoy muy agradecido con Dios, con la historia, con el pueblo que me ha acompañado y me ha sostenido hasta el día de hoy. A pesar de ser un escollo para los poderosos −que varias veces han pedido mi traslado de Famatina y que permanentemente buscan socavar mi autoridad moral, pastoral− la gente aprendió a conocer y a querer a este pastor con sus virtudes y defectos.

¿Y qué mensaje transmite usted a quienes lo apoyan?

Les digo que todos los territorios que se ven amenazados por el extractivismo y por este neocolonialismo financiero voraz que nos acosa por todos lados tienen que estar unidos porque la unidad es la que lleva siempre al triunfo, como ha sucedido en Famatina y esperamos que suceda en Catamarca, en San Juan, en la Patagonia, en toda la Cordillera y Latinoamérica. Es necesario tener en cuenta a las futuras generaciones. No tengo hijos ni tendré nietos, pero considero a todos como mis hijos espirituales; debemos pensar en los que vienen y evitar vivir como si fuéramos los últimos que habitarán este mundo.

 

Actualización 23/09/2015