Por Nicolás Andrada
Fotografía: Andrés Wittib, Daniela Yechua

En el centro del anfiteatro del Parque Lezama, bajo el resplandor opaco de los faroles, el cielo cada vez más negro y la mirada relajada de varios grupos de vecinos que cada tanto sueltan el mate y aplauden, cinco parejas bailan alegremente un tango. Cinco parejas que por momentos se convierten en seis, en siete, dan vueltas en la pista improvisada, ríen ante un paso mal dado, detienen el baile, conversan, se abrazan, retoman los pasos. La música acompaña; es evidente que no importan los tropiezos, las descoordinaciones coreográficas. Hay un clima de fiesta que lo justifica todo. Una voluntad celebratoria que sólo las nubes parecen dispuestas a empañar.

Tras once meses de obras, unos 28 millones de pesos invertidos, y una larga lucha de los vecinos de San Telmo para que sus demandas fueran escuchadas, el Parque Lezama, emblema y monumento histórico del barrio, reabrió al público, y lo hizo sin rejas, un logro que hoy, sábado 13 de junio, se festeja a todo trapo.

La jornada comenzó a las tres de la tarde, con una radio abierta, en donde los integrantes de la Asamblea del Parque Lezama recordaron las actividades que llevaron a cabo para manifestar su oposición al enrejado. Desde el 2013, año de formación de la Asamblea, los vecinos juntaron firmas, realizaron distintos cortes de calles y un abrazo al parque que reunió a más de mil cuatrocientas personas. El gobierno de la Ciudad, mientras tanto, avanzaba con su proyecto de restauración del parque, que incluía obras de iluminación nueva, senderos renovados, bebederos, el enrejado de todo el perímetro y el reemplazo del anfiteatro por un espejo de agua.

Vamos que esto es tango bajo la lluvia!, alienta un hombre ante la caída de las primeras gotas, que no logran espantar a nadie. Algunos se refugian bajo las copas de las tipas. Los equipos de sonido son cubiertos con un nailon. Una chica seca la pista con un trapo cuya consigna hoy no podrá leerse. De a poco, las parejas vuelven al baile y la milonga enciende nuevamente los motores. Suena el bandoneón. Más tarde será el momento de los profesionales. Una pareja de bailarines –él correctamente trajeado, ella con un tajo provocativo en su pollera larga- lucirán una ejecución soberbia frente al público.

“Creemos que este espacio lo ganamos con el compromiso y la lucha de los vecinos. Acá, el gobierno de la Ciudad quería hacer un espejo de agua y hoy están bailando. Se trata de defender este lugar como un espacio de encuentro, en donde se organizan actividades, presentaciones, asambleas. Es fundamental ocupar el espacio público para que la gente se lo apropie, para que el barrio lo hago suyo”, dice Mauricio García, referente de la Asamblea.

Las rejas suponían un elemento de control social, dice García, mediante el cual se limitaba el uso público de un lugar de esparcimiento y de reunión entre los vecinos. Eran además un ejemplo del tipo de política de espacio público que promueve el PRO, sostiene el referente. “Con las rejas querían controlar la utilización del parque y solucionar el problema del vandalismo. Nosotros creemos que esa no es la manera de resolverlo, y propusimos a los guardianes de parque, para que haya alguien permanentemente recorriendo el lugar”.

Además García recuerda el estado de abandono en el que se encontraba el parque hace unos años. “Había falta de mantenimiento en todos lados, no se regaba el pasto, estaba todo muy descuidado. A la noche el parque quedaba a oscuras, los juegos estaban destruidos, los monumentos venidos abajo”. Hoy el parque luce sin rejas, con senderos nuevos, bancos pintados, monumentos iluminados. Y un anfiteatro en donde el baile sigue, y una chica, micrófono en mano, lee la lista interminable de adhesiones, que van desde la FM Riachuelo y la asamblea permanente de afro descendientes hasta los legisladores Pablo Ferreyra y Aníbal Ibarra, entre otros.

El Parque Lezama fue diseñado a fines de 1900, por el urbanista francés Charles Thays, cuya mayor obra fue realizada en Argentina. Además del anfiteatro y las arboledas de tipas, olmos y palmeras, en las casi ocho hectáreas del parque se encuentra el Museo Histórico Nacional. En junio de 2013, un proyecto de ley declaró al Parque Lezama como Monumento Histórico Nacional, poniéndolo bajo la custodia de la Comisión Nacional de Museos, Monumentos y Lugares Históricos.

“Es necesario que los vecinos participen de las decisiones que se toman sobre su barrio. Reclamamos que se escuchen las voces de los vecinos, que son los que usan el parque. Estamos comprometidos hace 2 años defendiéndolo y lo vamos a seguir haciendo”, anticipa García.