Por Yolanda Escalada
Fotografía: Magalí Druscovich

Algunos gimnasios ubicados en la zona del Microcentro presentan desde 2010 una nueva fisonomía que se diferencia de la clásica imagen de la vidriera con hombres o mujeres sobre la caminadora o la bicicleta fija, mirándose al espejo y escuchando música motivadora. Ahora, se pueden encontrar gimnasios sin máquinas y con elementos no convencionales como ruedas de tractor, sogas, barras olímpicas y bolsas de arena que forman parte de un sistema de entrenamiento conocido como Crossfit.

La historia de esta disciplina comenzó a mediados de los 90 en California, Estados Unidos, cuando el entrenador y ex gimnasta Greg Glassman la puso en práctica. Tras varios años de hacer culturismo llegó a la conclusión que requería mucho tiempo pero la mejora era muy poca. Su intención fue invertir la ecuación y lograr un método que en un breve lapso de tiempo diera mejores resultados, para lo cual necesitaba ejercicios cortos con una alta intensidad.

02_Crossfit_Druscovich_10Un crossfitter porteño paga un promedio de 600 pesos por mes para ir al box (gimnasio) tres veces por semana y desarrollar su WOD (workout of the day), cuyo objetivo es trabajar las diez capacidades físicas reconocidas: resistencia cardiovascular y respiratoria, fuerza, flexibilidad, potencia, velocidad, fortaleza, coordinación, agilidad, equilibrio y precisión. Debido al alto nivel de exigencia, todas ellas deben ser supervisadas por un instructor especializado.

Una hora de Crossfit enfrenta al practicante con sus propias limitaciones y posibilidades para ver hasta dónde puede llegar. «Vos regulas el ritmo» es la frase que se repite con cada nuevo ejercicio en Rev crossfit, un box de la calle Maipú, bien ubicado detrás de un bar que invita a mirar. El precalentamiento es sencillo: trote, hacia adelante y atrás, al que luego se suman saltos. Ya puestos en movimiento, los habitúes comienzan a trabajar con pesas. En el caso de los neófitos solo trabajan sobre la postura correcta sin carga para no lastimar la espalda.

La presencia del instructor – más parecido a un profesor de gimnasia sano que a un fisicoculturista – es continua y monitorea cada movimiento de los asistentes. Tiene control total de la clase pero a la vez permite libertad de criterio.

Tras los primeros quince minutos, comienza el juego fuerte: una rutina de ida y vuelta mostrada en una pizarra que incluye trote, pesas rusas, estocadas, salto con soga, y salto en el cajón. La intensidad del trabajo muscular va in crescendo y el límite lo pone uno mismo. «Es preferible hacer menos series pero seguras». La música acompaña por su fuerza pero no molesta. Cuando la chicharra suena la rutina se corta automáticamente: es el minuto 45 y llega el estiramiento, una formalidad para encontrarse en el centro del box, relajarse y comentar algo. «Si el músculo no duele, no trabaja». En un primera clase, la sed y el dolor son las sensaciones que dominan.

El crossfitter en la clase se aísla por una hora del mundo exterior, se divierte y se pone en contacto con el cuerpo y el esfuerzo físico que lo carga de una energía generada por él mismo, sin máquinas o gritos de tropa militar. Luego, la ducha y la rutina de la camisa y la corbata para volver a la oficina.

La disciplina fue ideada para miembros de fuerzas de seguridad en Estados Unidos (Muchos de los WOD llevan nombres de soldados caídos en acción) y luego se popularizó a través de internet cuando Glassman y su esposa Lauren decidieron publicar su propuesta de entrenamiento funcional. La respuesta fue inmediata y la disciplina se expandió por este medio hasta crear el Crossfit Journal, medio oficial.

03_Crossfit_Druscovich_01A diferencia de otras disciplinas, ésta cuenta con una gran presencia en la web: los practicantes suben videos o fotos de sus sesiones, recomendaciones sobre alimentación, consultas sobre capacitaciones y posturas correctas. Defienden la postura de dejar el gimnasio tradicional y rutinario por esta nueva plataforma dada la amplia variedad de ejercicios y combinaciones que ofrece así como su funcionalidad al realizar un entrenamiento que reproduce patrones de movimientos naturales que se pueden cumplimentar en la vida real como cargar una caja cuatro pisos o mover un mueble. No sólo focaliza sobre lo estético sino que también hace hincapié en la calidad de vida sana llegando al máximo potencial posible de un atleta.

El negocio fue millonario para la pareja Glassman que en el año 2000 había fundado la compañía y en 2006 firmado un acuerdo comercial con la marca deportiva Reebok por diez años. Esta empresa auspicia los Juegos que anualmente buscan al mejor crossfitter del mundo. En 2014 se inscribieron más de 200 mil atletas. El próximo 26 de febrero comienzan las primeras competencias del 2015.

En julio de 2014, la muerte de Manuel Lopez Pujato en una sesión de Crossfit en Recoleta reveló el lado oscuro de un entrenamiento que exige al cuerpo hasta el límite. Con 26 años, el joven sufrió una descompensación durante el precalentamiento y murió antes de llegar al hospital. Los allegados dijeron que tenía el certificado médico para practicar actividad física y que había comenzado con sesiones seis meses atrás. Los especialistas recomiendan, en el caso de los menores de 30 años, una revisación médica completa que incluya un eco cardiograma Doppler para descubrir si hay anomalías mientras que los que superan esa edad deben realizarse ergometría, chequeo bioquímico y test de esfuerzo.

En el Estado norteamericano de Virginia, en 2008, un miembro de la Marina, Makimba Mimms, demandó a la fuerza por una discapacidad permanente como consecuencia de la práctica de este sistema de entrenamiento. El marine sufre de rabdomiólisis, una lesión de las fibras musculares por esfuerzo excesivo que libera sustancias (mioglobina) al flujo sanguíneo causando problemas renales. Mientras que un informe publicado por el Centro de Salud de las Fuerzas Armadas en Estados Unidos reveló que en 2007 eran 159 los casos de rabdo, 45 más que en 2004 en ningún momento se mencionó un vínculo con el sistema de entrenamiento.

Los defensores de la disciplina manifiestan que aumenta la masa muscular, disminuye la grasa corporal, aumenta la densidad ósea y mejora los valores en sangre, colesterol, triglicéridos y presión arterial. Da agilidad y reflejos. No obstante, señalan que quien lo practique necesita una hidratación constante por su intensidad y debe adecuarse a su condición física, se debe hacer bracketing o segmentación del programa. No es lo mismo un atleta olímpico que un jubilado o un niño. En Estados Unidos, es practicado por deportistas de la NBA, actores como Matt Damon y Brad Pitt e incluso la madre de Sylvester Stallone, de 92 años.

El mercado fitness se ha revolucionado con la entrada de esta plataforma de entrenamiento. Las grandes cadenas de gimnasios tuvieron que incorporar esta nueva oferta para sus socios bajo el nombre de entrenamiento funcional ya que Crossfit es una marca comercial por la cual sus afiliados pagan el nombre y el método en tanto que deben capacitarse en los centros habilitados con un costo de mil dólares un curso de dos días. La certificación en este entrenamiento consta de tres niveles: entrenador certificado, Nivel 2 y Nivel 1 (preparador)

Para sus seguidores el Cross fit se ha convertido en un estilo de vida. El entrenamiento funcional requiere práctica, buen sueño y una correcta alimentación. Para esto, es necesario abandonar los cereales procesados y el azúcar y la dieta responde a la idea de comer como los hombres del paleolítico (periodo previo a la agricultura): carnes, vegetales y frutos secos teniendo en cuenta alimentos poco procesados. La dieta paleo busca las mejores opciones de los alimentos actuales. De hecho, existe un restaurante a puertas cerradas, llamado Como sapiens, del economista Lucas Llach, que propugna este estilo de vida. Entre los beneficios se destaca el equilibrio de la energía y la disminución de las alergias. Jimena Ramírez, dueña de Paladar Paleo (venta de estos productos) creyó que nunca podría dejar el pan pero lo logró hasta el punto que luego comenzó Crossfit y hoy es una de las inscriptas por Latinoamérica para participar de los Juegos Anuales.

Padres norteamericanos ya piensan en introducir a sus hijos en esta forma de vida, buscando nuevas alternativas a las clásicas opciones para niños como danza, futbol o baseball. El CrossfitKids, iniciado en 2003 con 700 chicos practicándolo hoy, apunta a una experiencia divertida y a la vez que los mantenga físicamente activos. Una o dos veces por semana los chicos ingresan a los boxes con el afán de “tener músculos fuertes” jugando a granjeros y leñadores o saltando como una rana y colgándose como un mono. Las sesiones solo duran treinta minutos e incluyen clases de nutrición.

Esta nueva tendencia que crece en el mundo se presenta como respuesta a la búsqueda de nuevas experiencias de los seres humanos que debe ser tenida en cuenta a la hora de plantear nuevas propuestas ya que no se trata tan solo de una moda pasajera impulsada por un mercado que necesita renovarse, sino que son prácticas sociales inscriptas en la vida cotidiana. Por esta razón, es necesario que los recursos humanos estén capacitados para esta disciplina y otras similares como Orangetheory o Kropp 3D training, que ganan adeptos en todo el mundo.