Por Ignacio Rocca
Fotografía: Romina Daniela Morua

Hijos del «que se vayan todos”, contemporáneos de una realidad que encontró en la política una nueva forma de relacionarse con el club de sus amores, son, quizás, síntoma de una generación que no se conforma con criticar desde la tribuna, sino que quiere informarse, escuchar demandas, debatir y trabajar para resolverlas.

Franco Caselli, con apenas 19, preside desde 2013 la Agrupación La Liberti, que cuenta con alrededor de dos 1.000 inscriptos de River: “En mi casa siempre se respiró política. Esteban, mi abuelo, fue un militante histórico del Peronismo y ocupó cargos relevantes en la mayoría de los gobiernos democráticos. Antonio, mi padre, embajador de la Orden de la Cruz de Malta en la Argentina con tan sólo 30 años de edad, es además uno de los dirigentes más votados en la historia de River».

Otros testimonios se presentan alejados de la tradición familiar; Matias Scinica es parte de Boca es Pueblo, una organización que se reconoce como democracia de base, con dirección colectiva y sin cargos. Desde hace unos años, su club viene aplicando medidas que tienden a excluir a las clases más bajas lo que le produjo «mucha rabia» y lo alentó a participar.

Ignacio Scarcia sabe que «son el futuro». Al igual que varios pibes comenzó a participar en reuniones de distintas agrupaciones en Racing. Recién en 2013 un amigo lo llevó a conocer Racing Cambia y se enganchó tanto, que tiempo después ocupó cargos en la comisión de socios y filiales. Además, en las últimas elecciones realizadas en diciembre de 2014, integró un frente electoral, denominado Racing Unido, que terminó segundo.

Sufrir una desigualdad o sentir la necesidad de ayudar puede funcionar como motivo suficiente para involucrarse. Para Franco Caselli fue algo más traumático: «Me terminé de involucrar cuando el club atravesaba el peor momento de su historia. Ahí entendí que no alcanzaba con ser hincha o socio, que había que transformar la realidad desde adentro». Para todos los hinchas de River, junio de 2011 no será una fecha más. En lo deportivo, marcó el primer descenso a la segunda división del fútbol argentino.

Franco Caselli de la Agrupación Antonio V. Liberti. Fotos: Romina Daniela Morua - ANCCOM.

Franco Caselli de la Agrupación Antonio V. Liberti. Fotos: Romina Daniela Morua – ANCCOM.

La transición que vivió Franco, tras un golpe emocional, no se corresponde, por razones obvias, con los otros casos aunque encuentra puntos de contacto: «Empezamos con la actividad política en el club cuando nos dimos cuenta que si los hinchas no militábamos para cambiar las cosas, nadie lo haría», cuenta Matías Scinica.

Uno de los mayores reclamos de los hinchas de Boca tiene que ver con la posibilidad de ir a ver al equipo cuando juega de local. Por razones de capacidad, o limitaciones estructurales, La Bombonera quedó chica, razón por la cual el club no acepta nuevos socios ni pone entradas a la venta. La dirigencia actual ideó la categoría de socio adherente -con derechos limitados- para oxigenar la situación; pero para la inscripción es necesario emitir el pago con tarjeta de crédito o mediante débito automático.

Boca es Pueblo quiere recuperar la identidad del barrio de La Boca y que todos tengan los mismos derechos. Es decir que los hinchas no se queden sin poder ver a su equipo porque su lugar es ocupado por turistas o empresarios. «Logramos elevar el nivel de conciencia del hincha», reconoce Matías. A partir de un trabajo de difusión y sobre todo, de mucho entusiasmo, impulsaron un banderazo al que concurrieron casi 7.000 hinchas con el objetivo de proponer un sistema de confirmación de asistencia que permita liberar un remanente de entradas.

En la calle y la tribuna, las demandas del hincha son las mismas. Saber identificarlas y proponer un plan de acción permite navegar en las turbulentas aguas del reconocimiento popular. Sin proponérselo, cada uno de estos dirigentes sub-25 hizo política, a su manera, desde su lugar. Ocupando un vacío de representación e incluso lugares viciados por viejas prácticas.

«Celebro la participación de los jóvenes en la vida política y la militancia comprometida de todos los que quieren sumar. Nos toca enfrentar a capas de dirigentes que están enquistados hace décadas en el poder y eso a veces desalienta la participación de nuevas generaciones, pero estoy seguro que más temprano que tarde vamos a prevalecer con propuestas y gestión», explica Franco Caselli.

Ignacio Scarcia de la Agrupación Racing Cambia.  Fotos: Romina Daniela Morua - ANCCOM.

Ignacio Scarcia de la Agrupación Racing Cambia. Fotos: Romina Daniela Morua – ANCCOM.

Con una mirada más conciliadora, Ignacio Scarcia reconoce que «los jóvenes tienen una mayor participación en la vida política del club que parte de la necesidad y las ganas de involucrarse. Hay que agradecer a los que vienen caminando hace muchos años por considerarnos y valorar nuestras propuestas e ideas. Pienso que muchos de nosotros estaremos en algún momento dirigiendo el club».

No obstante, toda agrupación necesita un trabajo de base para desarrollarse. En este sentido, Matias Scinica cuenta que sus «primeros pasos fueron incorporar nuevos compañeros e ir siendo reconocido por el sujeto que interpelamos». Reconocerse en el otro, trabajar mucho desde la identificación del barrio La Boca, los colores azul y amarillo con La Bombonera como ícono.

En el contexto de un 2011 marcado por la lucha por ascender, de un River que además, era noticia por sus deudas, Franco Caselli comenzó a organizar reuniones informativas periódicas hasta alcanzar reunir a casi 1.200 pibes, «algo inédito en la historia del club”. Fue en ese año cuando fue presentada la agrupación ante el club para lograr la oficialización en 2013 por parte de la Inspección General de Justicia (IGJ): «Logramos que los jóvenes se comprometan y participen. Sentimos orgullo por lo que estamos haciendo», concluye Franco.

Para Ignacio Scarcia, el camino fue más largo. Racing Cambia nació en 2006 como un «grupo de jóvenes profesionales y entusiastas» que luchaban por tener un reconocimiento legal que lograron recién a principios del año pasado. «Una de las medidas más importantes fue la creación de `Academia de Dirigentes`, —explica— donde los socios podían participar de distintas clases en la cuales exponían los distintos profesionales de cada área del club y de otras entidades».

Cada club tiene diferentes demandas, pero las horas no se negocian y todos reconocen pasar más tiempo del necesario trabajando por el club. Sin embargo, la política no los define por fuera de su institución. Ninguno ha tenido participación en partidos políticos tradicionales, ni tiene intenciones de hacerlo en el corto plazo.

En 2013, Rodolfo D´Onofrio se impuso en las elecciones de River con un total de 18.364 votantes, récord en la historia; hacia fines del año pasado, cuando Racing daba una vuelta olímpica tras trece años, Víctor Blanco retuvo la presidencia gracias a los 5.009 votos sobre un total de 9.849 votantes. En Boca, donde habrá elecciones este año, Daniel Angelici deberá pelear para conservar el 54 por ciento de los más de 24.524 votos, otro récord histórico.

ANCCOM intentó desmenuzar estos números para lograr acercarse al porcentaje de los jóvenes que votaron, pero la misión fue imposible dado que el registro de los votos emitidos que realizan los clubes no permite este distingo.

Para cada uno de estos jóvenes, la política es la posibilidad de cambiar la realidad. Así lo cuentan, casi a coro. Experimentaron la misma sensación, la necesidad de involucrarse. Los clubes de fútbol surgieron como el ámbito de socialización más reconocible y dieron el paso. Saben que deberán conjugar la pasión con el compromiso y reemplazar la discusión en las tribunas por el trabajo en los escritorios.