Por Soledad Daffra
Fotografía: Andrés Wittib

Según una investigación realizada en el marco del Foro de Psicoanálisis y Género de la Asociación de Psicólogos de Buenos Aires “desde la década de los veinte, aproximadamente, el fútbol forma parte de la genealogía masculina de nuestro país. Desde entonces un padre tiene para transmitirle y heredarle a su hijo varón tres blasones identificatorios: un nombre, un apellido y una camiseta”. Entonces, ¿Cuál es el lugar que ocupan las mujeres en este deporte?

Si recorremos las canchas de papi fútbol que existen en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, vamos a encontrar un espacio cada vez más ocupado por mujeres: “Nosotras jugamos todos los domingos a las 19, y así como nosotras, hay muchos más equipos de chicas que alquilan canchas y juegan de forma regular”, comentan las integrantes de Mami Fútbol, un grupo de más de diez mujeres que se junta una vez por semana para divertirse y transpirar la camiseta. De la misma forma en que vemos las canchas de fútbol 5, antes monopolizadas por los hombres, con presencia femenina, también encontramos mujeres en los clubes grandes de la Ciudad. Éstos incluyen en sus programas la participación del género femenino en este deporte. Allí, las jugadoras arman un equipo que compite en distintos torneos, con la posibilidad de acceder a la selección nacional de fútbol femenino, tanto de cancha de 11 como de fútbol 5. Sin embargo, esta participación intensiva es bastante reciente.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Mayra Suárez, ex jugadora de futsal -o fútbol de salla- de Racing Club, comenzó en este deporte a los 8 años, en 1994, jugando en un club de barrio. “Concurría dos veces por semana y solo realizábamos algún partido amistoso con otro club de barrio vecino porque no había muchas chicas que practicaran este deporte. Continúe todos los años jugando por diversión. (…) Ahora es más fácil armar un equipo entre amigas porque el futsal femenino está de moda”. Explica que “en general todos los clubes se manejan con una escuela de fútbol femenino donde seleccionan dos niveles, uno para conformar la reserva, en general con chicas más chicas, y otro para conformar el equipo de primera”.

Por su parte, Ginger Gentile entiende que la posibilidad de participación para las mujeres en este deporte es distinta a la de los hombres. La clave está en la infancia: “Las chicas son convocadas de grandes, no hay infantiles. Y es que el fútbol es un negocio (…). Sería bueno quizás que el fútbol masculino, especialmente el fútbol infantil, también mire el fútbol femenino, queremos más recursos para las chicas pero no sé si sería bueno exponerlas, como tampoco es bueno exponer a un chico de cinco años en una situación de jugar profesionalmente”.

El vínculo con las familias

Mayra Suárez cuenta que su familia siempre la apoyó: “Ellos escucharon mis deseos por jugar este deporte. Creo que me ayudó tener una madre sin ningún tipo de prejuicios, con la mente abierta y que observaba mi pasión por este deporte (…) Quizás el prejuicio era más social, cuando le contabas a alguien que practicabas este deporte. Esos prejuicios se disipaban cuando algún conocido me venía a ver y se daba cuenta de la femineidad y el respeto con el cual enfrentábamos a nuestros rivales”.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Para otros sectores, sin embargo, no es tan simple alejarse de los roles que las familias asignan. En el caso de las chicas de la villa 31, retratado en “Mujeres con pelotas”, estas desigualdades se reproducen en las propias casas de las chicas, en donde el fútbol es visto como un deporte de hombres, y las primeras que levantan la voz en contra de la participación de las chicas, son sus madres. Ginger Gentile cuenta “Las chicas decían que no podían jugar por el machismo, por los hombres, pero cuando preguntábamos quién, con nombre y apellido, las respuestas eran: ‘mi mamá’, ‘mi tía’, ‘mi hermana’”.

Los medios de comunicación también colaboran para que esta visión de la mujer en el hogar no se modifique. Carolina Zanino, Delegada de Géneros de la Junta Interna  de la  Asociación de Trabajadores del Estado (ATE), del sindicato del Ministerio de Economía de La Nación entiende que “Los medios de comunicación son un espacio clave. Uno ve las publicidades y siguen siendo las mismas que en la década del 60. El rol de la mujer ahí sigue siendo igual, sobre todo las que son de limpieza (…) Entonces, a nivel cultural sigue existiendo una discriminación hacia la mujer. Y después está el tema de que los hombres no se lo tienen que tomar a la defensiva, que el cambio tiene que ser entre todos. Esto implica como un desequilibrio para algunos hombres porque, ¿qué significa ser hombre: mantener, significa ser fuerte, no llorar? Eso también se revoluciona y ellos también tienen que hacer un esfuerzo como para reubicarse en su masculinidad y en su ser hombre. Eso significa para ellos una pérdida de privilegios, por eso es importante la participación tanto de hombres como de mujeres”.

Esta visión sobre los roles que desempeña cada género sigue siendo la predominante. En la actualidad muchos chicos siguen llevando la bandera de la masculinidad futbolística. Laura Elinger, integrante de Mami Fútbol, trabaja en la Casa Popular “Vientos del Pueblo” perteneciente a la agrupación política Patria Grande, ubicada en el barrio de Barvanera. Allí realiza apoyo escolar y recreación para chicos de entre 6 y 9 años. Cuenta que en una de las salidas a la plaza, chicos de seis años no querían pasarle la pelota porque decían que las mujeres no juegan al fútbol. Laura les explicó que ella era mujer y también jugaba al fútbol. Ahora la invitan a ser la arquera del equipo.

Partido amistoso en Villa Crespo

Partido amistoso en Villa Crespo

Panorama social

“Mujeres con pelotas” le da la palabra a varios especialistas en la materia, y una visión que predomina es la de justificar la exclusión de las mujeres en el fútbol por causas “naturales”, ya que es un deporte de fuerza y no es posible igualar las posibilidades de las mujeres con las capacidades de los hombres. Para Ginger Gentile, el problema no es natural, “(…) lo que pasa con las chicas es que faltan años de entrenamiento. Muchas empiezan a jugar a los 16, o un poco antes. Para mí la respuesta sería que todos los clubes que tienen fútbol infantil, hagan todo mixto. Para ya tener un programa de entrenamiento que existe, y no tener que abrir una escuela de fútbol femenino”, que lo único que hace es mantener la diferencia.

De la misma forma lo interpreta Carolina Zanino, quien muestra un panorama más amplio para intentar encontrar el origen de la discriminación de las mujeres en este deporte. Y es que el tiempo que las mujeres pasan fuera del trabajo, es ocupado por otro trabajo, uno no remunerado: “Hace poco el INDEC publicó una encuesta que me parece sumamente importante, que está bueno que se haya hecho la primera acá en Argentina, sobre usos del tiempo. Lo que hace es comparar cuántas horas de trabajo le dedican hombres y mujeres de todas las edades, al trabajo no remunerado que es: cuidado de los chicos, limpieza, hacer las compras, cuidado de ancianos, etc. Los resultados de esa encuesta son que las mujeres dedican el doble de horas que los hombres (6 y media sobre 3 horas diarias) a este trabajo”.

Torneo Amateur en Costa Salguero

Torneo Amateur en Costa Salguero

Falta de tiempo, miedo, negativas en casa, rechazos en los clubes, falta de presupuesto, discriminación, son algunas barreras que debe derribar una mujer para jugar al fútbol. La posibilidad de acceder a este deporte es también la posibilidad de cambiar el rol que debe representar la mujer en la sociedad, en el hogar, en la cultura.

Hoy se pueden encontrar cada vez más mujeres que juegan al fútbol, ocupando estos espacios antes exclusivos de los hombres, usando su tiempo para divertirse. Sin embargo, los datos oficiales indican que aún hay cosas para cambiar.